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JAVIER HIDALGO | Avilesino, experto en geopolítica y asesor de la OTAN

“Todos estamos en guerra, ya sea de forma literal o económica”

“La base de la sociedad española es antimilitarista y Rusia está lejos, no preveo un auge de Defensa como al Este de Europa”

Javier Hidalgo, ayer, en la escalera del palacio de Maqua. | Ricardo Solís

Poseedor de un grado mixto de Filosofía, Política y Economía, el avilesino Javier Hidalgo hizo prácticas durante 2020 en el SHAPE, el cuartel general del Mando Aliado de Operaciones, que controla desde Bélgica las operaciones de la OTAN en todo el mundo. De aquella experiencia laboral conserva un vínculo como asesor externo ocasional de la organización militar concebida para la defensa colectiva de 30 países, entre ellos España, que estos días ha recobrado protagonismo debido a la invasión de Ucrania. Si bien su fuerte es la asesoría en materia geopolítica de la región de Oriente Medio, razón por la que ayer participó como invitado en un foro empresarial en Avilés, Hidalgo no vive ajeno a la guerra que conmociona a Europa. De ese asunto trata la siguiente entrevista.

–La de Ucrania parecía que iba a ser una guerra de rápida resolución, así sea solo por la diferencia de fuerzas entre los dos ejércitos en liza, y sin embargo ya han transcurrido más de tres semanas. ¿Cuál era en un principio su expectativa al respecto?

–Ni en mis cuentas y creo que en la de nadie estaba, efectivamente, que la guerra acabase siendo cosa de semanas, o meses, quién sabe. Yo pensaba en una resolución en cuestión de días, una victoria rusa por arrollamiento, la colocación de un gobierno títere y la posterior retirada de las tropas invasoras. Pero se han evidenciado importantes problemas logísticos y organizativos de Rusia, una falta de moral en las tropas invasoras y todo lo contrario en los invadidos: una resistencia contumaz, heroica, de los ucranianos que si bien no les puede servir para ganar esta guerra en modo alguno por la diferencia de fuerzas podría alargarla mucho en el tiempo, con el consiguiente coste en forma de vidas y destrucción.

–¿Qué opina de la respuesta que ha dado la comunidad internacional la invasión de Ucrania, y más concretamente la Unión Europea?

–Es muy destacable tanto la rapidez como la contundencia de la respuesta europea, más conociendo los antecedentes tibios con que se respondió a la crisis de Crimea. Europa ha desplegado todo su potencial económico y político contra Rusia, habida cuenta de que no puede traspasar la raya y adentrarse en el terreno de lo bélico dado el carácter de potencia nuclear de Rusia y el peligro de hacer estallar una guerra continental. Así las cosas, se ha hecho lo más razonable de todo lo que se podía.

–¿En qué medida el paquete de penalizaciones comerciales aprobado por la Unión Europea puede ser eficaz para detener la maquinaria bélica de Rusia? ¿Puede servir la dialéctica económica para acallar los cañones?

–Cuanto más dure la guerra más alto será el coste de la misma, desgraciadamente incluso en término de vidas. A este respecto, no solo Ucrania sufre la devastación; Rusia también está perdiendo soldados, dinero e imagen mundial por su falta de respeto al Derecho Internacional. La población rusa está empezando a sufrir las consecuencias de la guerra y ese malestar de la ciudadanía, tarde o temprano se manifestará en forma de protestas. En esa dirección apuntan las medidas aprobadas por la Unión Europea y otros países: en forzar el malestar ciudadano.

–Si bien la lógica que hay detrás de la adopción de medidas de represalia económica contra Rusia es penalizar a ese país, todos los europeos –y los españoles por añadidura– sufrimos en nuestros bolsillos las consecuencia de la guerra. ¿Esto es inevitable?

–Insisto en que la Unión Europea parece haber aprendido la lección de su tibieza en la crisis de Crimea y esta vez ha sido contundente en su respuesta a Rusia. Lo que quizás ha faltado es pedagogía interna del alcance que tienen, también en clave local, las medidas tomadas por razón de guerra.

–Explíquese, por favor.

–Me refiero a que a la población hay que explicarle que ninguna decisión está exenta de consecuencias. Todos estamos, por así decirlo, en guerra: los ucranianos y los rusos de forma literal, y el resto del mundo sometidos a tensiones económicas como pagar el combustible a casi dos euros... En todo caso creo que es mejor lo segundo que irse a dormir con la amenaza de que caiga una bomba.

–¿Cree que la guerra en Ucrania, independientemente de cómo finalice, generará un auge de la militarización en Europa, así sea solo como medida disuasoria de las apetencias territoriales de Putin?

–Cuanto más al Este de Europa, más evidente es ese fenómeno, véase lo que ocurre en Alemania, cuyo Gobierno ha dado un giro a su política de Defensa con un histórico aumento de la inversión militar en respuesta a la guerra de Ucrania. Finlandia y Suecia, países tradicionalmente neutrales, se han sumado a la lista de países que envían ayuda armamentística a Ucrania, han invocado la cláusula del Tratado de la Unión Europea mediante la cual pueden solicitar una defensa en caso de que Rusia decida atacarlos y han planteado a la OTAN estrechar los lazos de colaboración. En el caso de España, al estar bastante más lejos de Rusia no es perceptible la sensación de peligro y temor que parece haber en los países fronterizos; además, creo que la sociedad española es en un alto porcentaje antimilitarista, por lo que no creo probable un rearme o una carrera armamentística especialmente llamativa.

–¿Sale fortalecida la OTAN, así sea solo por la percepción creciente de su necesidad, de lo que está pasando en Ucrania?

–Qué duda cabe que en estos días ha aumentado la popularidad de la OTAN, pero del mismo modo que sube podría bajar en función del plazo de finalización de la guerra y los términos de la misma. El futuro de la OTAN depende de las decisiones que tomen a partir de ahora sus miembros... Veremos.

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