“Maravilla de país con una gente encantadora. Sueño cumplido, Nepal”. Quien así habla es el hostelero avilesino Gerardo González, que acaba de completar una ruta en moto por el país de los Himalayas.
Llegó hace diez días y la experiencia no ha podido ser más gratificante pese al convulso contexto internacional, que puede llevar a muchos a frenarse en su deseo de conocer mundo. Para González no era la primera salida en moto, pero reconoce que se siente especialmente maravillado por un territorio que cuenta con las cumbres más altas del planeta, valles con ríos magníficos para recorrer y unos parques nacionales de ambiente subtropical que permiten experiencias de safari.
A Nepal se llega también por su rico patrimonio cultural, caracterizado por la gran variedad de etnias, religiones y lenguas, pero lo que acaba por conquistar al viajero son sus gentes. “Maravilloso”, repite una y otra vez el avilesino, muy conocido por su negocio hostelero en la plaza del Carbayo.
Tras diez días recorriendo el país asiático a dos ruedas ahora le queda una nueva aventura: subir hasta el campamento base del Everest. “Ha sido fantástico”, resume.
No recuerda ninguna incidencia reseñable a causa de la pandemia por covid. “No ha habido nada en absoluto; todo normalizado”, explica.
En Nepal se conduce por la izquierda y, sin llegar a ser un tráfico tan complejo como el del norte de India, ni mucho menos como el de su vecino Pakistán, sí que hay que rodar siempre con mil ojos, anticipando los movimientos de peatones, coches y camiones donde, como sucede en tantos otros lugares de poca historia circulatoria, impera la ley del más grande.
Tampoco ha sido un obstáculo para Gerardo González, que celebra el final redondo de su viaje a la cuna de los Himalayas, donde la montaña propicia el recogimiento espiritual del que tanto hacen gala los nepalíes.
