La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Marcelino Álvarez González | Empresario asturmexicano y dueño del Café Colón

“Además de los apartamentos, en el Colón quiero montar la mejor sidrería de Asturias”

“Cada vez que venía a Avilés pensaba: ¿cómo puede estar así este edificio tan emblemático? Siempre quise invertir en mi tierra”

Marcelino Álvarez González, ayer, ante el Café Colón. | Ricardo Solís

Tras la compra del centenario Café Colón se encuentra el inversor asturmexicano Marcelino Álvarez González (Avilés, 1962), un “avilesino de toda la vida”, del Polígono de La Magdalena, que ha hecho fortuna al otro lado del Atlántico y que sigue muy vinculado a su ciudad natal, en la que conserva familia y amigos. Estudió en el Colegio de Los Agustinos y el San Fernando y vivió la época del “Febos, del “Discovery”, de la bulliciosa calle Galiana. “Íbamos a las discotecas a las seis de la tarde y a las nueve teníamos que estar en casa. Pasé aquí mi infancia completa, fue muy feliz”, recuerda con cierta nostalgia. Hace cuarenta años, cuando tenía 20, se convirtió en emigrante. En México pasó de asalariado a empresario. Ahora es propietario de gasolineras y hoteles. Divorciado desde hace 18 años, tiene pareja en Asturias, y en cada vuelta a casa reúne a toda su familia en torno a mesa y mantel. Tiene un hijo, Marcelino Álvarez Vega, su socio en el proyecto del Café Colón.

–¿Por qué emigró?

–Me fui a México porque aquí el trabajo no abundaba. Solo tenías la vida solucionada si estabas en Ensidesa. Un tío de un primo mío vivía en México y fue para allá. Pasé muchas dificultades, pero luego el tiempo me premió. Empecé a trabajar en restaurantes, en hotelería, en gasolineras y luego pensé que si era bueno para trabajar para los demás, también sería bueno para trabajar para mí mismo. Decidí independizarme y con el apoyo de mis papás (Marcelino y Elisa) pude poner mi primera gasolinera en México DF. Y con tan buena suerte que mis expatrones fueron mis socios en ese primer negocio. A partir de ahí mi vida consistió en trabajar de sol a sol, de seis de la mañana a doce de la noche todos los días, sin vacaciones, hasta pagar las deudas. Fue duro, pero fuimos creciendo. En México tengo gasolineras y hoteles, a eso me dedico.

–¿La del Colón es su primera inversión en Asturias?

–Lo que tengo aquí son viviendas. Hace ya años quise jugar a la inversión aquí en España y puse una gasolinera en Toro, en la carretera general de Salamanca. Pero la gente con la que trabajaba no fue cómo esperaba y tomé la decisión de vender. No fue muy bien, la verdad.

–¿Por qué invierte ahora en Avilés?

–De niño venía con mis padres muy seguido al Café Colón. Cada vez que venía a Avilés y lo veía cerrado pensaba: ¿cómo es posible que un edificio tan emblemático como este esté cerrado y lleno de basura? Pero comprarlo lo veía como algo imposible. Justamente en enero, que vine a pasar las navidades con la familia, pasé junto al Colón con mi amigo Carlos Antuña y le dije: Carlos, este edificio me interesa, quiero invertir en Avilés. Lo investigamos, dimos con la gente adecuada y nos pusimos a trabajar para hacer la operación. Tengo bonitos recuerdos de aquí, de este parque (el del Muelle), donde estaban los Alsas, la parada de camiones... Íbamos a Casa Lin, a Casa Alvarín, a La Tataguya.

–¿Costó cerrar la operación?

–Costó porque al ser el edificio propiedad de un banco y venir yo de fuera, el tema de investigaciones es muy fuerte. Costó la autorización, pero finalmente se pudo realizar con éxito.

–¿Y cuánto costó el Colón?

–(Ríe) Ese tema mejor dejarlo. Sabemos lo que costó pero no lo que costará reabrirlo. Por fuera se ve bonito pero por dentro está en ruinas, apuntalado, no tiene nada. Es hasta peligroso entrar. Queda mucho trabajo por delante.

–Se habilitarán apartamentos turísticos, pero sopesa dar uso hostelero al bajo y el entre suelo, donde está la terraza, las zonas que ocupó el emblemático Café Colón. ¿Qué planes tiene?

–Estamos con el proyecto y calculamos que se pueden hacer unos treinta apartamentos turísticos y abajo, en lo que era el Café Colón, quiero algo muy emblemático, una sidrería. Creo que quedaría muy bien por la zona, por donde está ubicado el edificio y pretendo que conserve cierto aire del antiguo Café Colón, aunque lamentablemente en su interior ya que no quede nada de aquella época. Quiero montar la mejor sidrería no de Avilés, sino de toda Asturias.

–¿Y la terraza también será parte de la sidrería?

–La terraza se va a conservar, es la parte más bonita y emblemática del edificio, se va a rehabilitar tanto la terraza como la fachada. Por dentro será todo nuevo. A ver cómo las administraciones nos pueden ayudar para poder avanzar con la inversión porque quedan muchos trámites que pasar.

–¿Cuándo estima que los avilesinos podrán ver el Colón abierto?

–Queda mucho trabajo por hacer. Primero dependeremos de los permisos, del Ayuntamiento, de Patrimonio (el edificio está catalogado y tiene protección integral). La actuación por dentro será integral, llevará tiempo. Si todo va bien, yo creo que nos puede llevar dos años, dos años y medio. Lo más complejo es lo que viene ahora, toda la tramitación, pero también la parte más bonita.

–¿Sopesa más inversiones en Avilés? ¿Tiene echado el ojo a algo más?

–De momento no, pero sí tengo intención de seguir invirtiendo en mi tierra y pasar más tiempo acá. Para mí sería ideal pasar seis u ocho meses al año en Asturias. Aquí se vive muy bien. Avilés se ha vuelto una ciudad muy bonita, turística, con zonas peatonales, calles preciosas y muy tranquilas, Galiana, Rivero... Y hay muy buena gente en Avilés. Tengo grandes amigos, Carlos Antuña, Carlos Astorga, Raúl Fernández...

–Viene cada año a Avilés. ¿Cómo ve la evolución de la ciudad con el paso de los años?

–Cuando me fui era un lugar oscuro por el tema de la industria, pero gracias a ella vivía mucha gente. Aquella fue una época de oro para el trabajo. Pero la ría estaba contaminada, el cielo siempre era gris. La gente que he traído de México y de otras partes de España siempre se va encantada con Avilés.

–¿Algún otro deseo?

–No, únicamente que espero recuperar el Colón como se merece, dejar algo para mi ciudad, que los avilesinos puedan recuperar ese lugar tan mítico de Avilés. Creo que mis padres, que fallecieron hace pocos años, estarían muy orgullosos de esto.

Compartir el artículo

stats