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Jubiloso reencuentro con San Pedro en Avilés

Una multitud siguió el regreso a las calles de la procesión del Martes Santo, que estrenó sermón en la plaza de Camposagrado entre aplausos

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EN IMÁGENES: Jubiloso reencuentro con San Pedro en Avilés Mara Villamuza

A menos de una hora del comienzo de la procesión del Martes Santo, la que protagoniza la Cofradía del Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol, el pronóstico del tiempo hacía temer lo peor. Probabilidad de lluvia: 90%. La amenaza de precipitaciones no es una “rara avis” para los “sanpedrinos”. Dicen que el Martes Santo suele llover y que cada gota es como una lágrima de San Pedro, que negó a Cristo tres veces y llora cada año en esa misma fecha. “El martes que no llueve, es que Pedro está dormido”, comentaba ante la capilla de Rivero un veterano cofrade poco antes del inicio de la procesión. Ayer, en el regreso a las calles de la hermandad rojiblanca tras el parón del covid, solo unas tímidas gotas salpicaron el raso de los capuchones en el inicio de la marcha. El cielo se abrió e iluminó los pasos de San Pedro y Jesús atado a la columna para dar paso a una procesión multitudinaria en la Semana Santa de Avilés.

Tras la Cruz de Guía y el guión con el emblema de la hermandad procesionó ayer por primera vez el pequeño Martín de Lorenzo Majado de la mano de su madre Elena. “Tiene cinco años, por el covid no ha podido salir hasta hoy”, explica la progenitora. Los más pequeños tienen protagonismo en la procesión de San Pedro desde los orígenes de la Cofradía, cuando los pasos partían de la capilla de Rivero a las cinco de la tarde. Este horario tempranero conllevaba que la mayoría de los cofrades que acompañaban a las imágenes en procesión eran niños, puesto que los adultos se encontraban trabajando. Fue este el motivo por el que esta hermandad recibió el nombre de “Cofradía de los Rapacinos”, y aún hoy es importante el número de cofrades infantiles que integran sus filas.

Los pasos de San Pedro y Jesús atado a la columna, en Camposagrado. MARA VILLAMUZA

Con tan solo tres años procesionó por primera vez Verónica Prieto, hoy treintañera, y su padre debutó en 1962, cuando tenía cinco. Ahora llevan juntos el paso de San Pedro. “Con 18 años lo cargué por primera vez a hombros. Estoy muy emocionada por poder volver a salir tras el parón de estos dos últimos años”, comentaba la joven, que fue en promesa y que también es cofrade de mantilla de La Soledad.

La de ayer fue una de las procesiones más multitudinarias de Martes Santo que se recuerdan en Avilés. Avilesinos y visitantes tomaron el recorrido y llenaron Rivero, El Parche, La Ferrería y la plaza de Camposagrado. Y es que este Martes Santo hubo cambio de guión. El sermón tuvo esta vez como escenario el balcón de la antigua Escuela de Cerámica, hoy sede de la Sala del Cómic. Un gran aplauso se llevaron los “sanpedrinos” cuando los tambores de su banda dejaron de sonar para dar la palabra al párroco de San Francisco Javier de la Tenderina y Consiliario de la Hermandad de los Estudiantes, Alberto Reigada Campoamor, quien tuvo un recuerdo en “honor a aquellos que empezaron esta Semana Santa” y que saludó a la multitud al estilo franciscano: “Paz y bien”.

La procesión se reorganizó tras el sermón, pasando a ir el paso de Jesús atado a la columna en primer lugar y la imagen de San Pedro detrás, simbolizando como llora tras haberle negado. Así emprendió la procesión ruta de vuelta hacia la capilla de Rivero por las calles de San Bernardo, La Ferrería y la plaza de España. Esta Cofradía, que cuenta actualmente con 152 cofrades (un tercio mujeres), volverá procesionar el Viernes Santo y el Sábado de Resurrección, cuando estrenará andilla. Atrás deja un Martes Santo para la historia.

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