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La inquieta funcionaria de Alcaldía

Mayte Revuelta de Guzmán culmina 33 años de carrera municipal, los últimos once como secretaria de las socialistas Pilar Varela y Mariví Monteserín

Mayte Revuelta, a las puertas del Ayuntamiento de Avilés. | Mara Villamuza

Aquel ya lejano 1988, el año del secuestro de Emiliano Revilla y de los Juegos Olímpicos de Seúl, se incorporó a la plantilla del Ayuntamiento de Avilés Mayte Revuelta de Guzmán Martín, una madrileña afincada en Avilés que ha dedicado 33 años de su carrera profesional al servicio público. El pasado verano cerró su vida laboral como funcionaria en la Casa Consistorial en los que se ganó el respeto y la confianza del gobierno local. Esta mujer discreta, prudente, puntillosa y entregada ha sido la secretaria de las alcaldesas de la ciudad, la guardiana de los secretos de Pilar Varela y Mariví Monteserín. Su despedida fue el pasado verano y dejó como recuerdo a sus compañeros un marcapáginas que lleva impresos los pilares que guiaron su profesión, su consejo para quienes continúan al pie del cañón. Dice así: “Eficacia, eficiencia, efectividad y profesionalidad”.

La niña Mayte, la mediana de tres hermanos, llegó a Avilés en 1964, dos años después de que su padre se mudara a la ciudad de Ensidesa para montar con un socio una empresa de pintura de brocha gorda. Hizo la Comunión en Madrid y cumplió los 8 años en Avilés. Estudió en las academias San José y Campoamor. “No fui al colegio oficial. Soy de la época en que se hacía el servicio social para sacar el carné de conducir y esas cosas”, cuenta. La llegada al instituto para cursar tercero de Bachiller, en el actual Colegio Palacio Valdés, le rompió los esquemas. Suspendió cuatro asignaturas. Pero al año siguiente se puso las pilas: “Saqué las cuatro de tercero, el curso y la reválida”.

Se formó después en máquina de taquigrafía y en 1972, con 16 años recién cumplidos, comenzó a trabajar en Oviedo, en la Constructora los Álamos. El 5 de enero de 1980 recibió la carta de despido, un auténtico regalo de Reyes. Y es que por aquel entonces, Mayte ya se había casado, estaba embarazada de su hijo Daniel Rogel (padre del niño de sus ojos, su nieto Enol) y le venía rondando la idea de hacer un parón en su carrera profesional para la crianza del retoño que estaba en camino. La indemnización le vino como anillo al dedo.

Ocho años después la llamaron del Ayuntamiento de Avilés para cubrir una baja de maternidad tras haber aprobado una oposición en la que no sacó plaza. Pero no tardó en conseguirla. La logró en enero del 89, el inicio de su carrera como funcionaria. Lo de la plaza fija que la mayoría ve como un premio de lotería la llegó a agobiar: “Lo de un trabajo para toda la vida no me acababa de convencer. Siempre he sido más bien inquieta y aquello me asustaba un pelín. Así que pensaba, si consigo entrar en una guardería, me voy para allá”. Porque los niños son una de sus pasiones y siempre estuvo entre sus objetivos su enseñanza y cuidado.

Pasó por una retahíla de puestos y los enumera de carrerilla: Secretaría, Festejos, vuelta a Secretaría, Sección industrial y alumbrado público, vuelta a Secretaría, Consumo y Servicios Técnicos... Apenas un año después de su desembarco en la Alcaldía, Pilar Varela abrió concurso para su secretaría y avisó a Mayte de la convocatoria, que acabó sacando la plaza.

Aquello sorprendió en el Ayuntamiento. Ese puesto se suele reservar para cargos de confianza y la funcionaria, además, había estado afiliada a Comisiones Obreras. Llegó a abanderar, de hecho, un asunto judicial para la actualización del pago de un complemento de destino que ella veía ilegal. “Lo llevamos al juzgado y ganamos. Hubo gente que cobró un millón de pesetas (unos 6.000 euros), nos pagaron un montón de atrasos. Tuvieron que negociar con los trabajadores la forma de pago porque era un dineral”, relata.

El primer encargo que le hizo Varela fue trabajar para el entonces director general del Ayuntamiento, José Manuel del Arco. “Fue el mejor jefe que he tenido en mi vida. Me hizo trabajar... Vivía aquí, daba igual que fuese domingo, que festivo que Nochebuena. Es un currante tal que te involucra, te lleva”, sostiene. La secretaría de Varela la empezó a ejercer en julio de 2011 y poco después estalló el conflicto del Centro Niemeyer. “El 7 de septiembre de 2011 se abre la veda del Niemeyer, empieza el conflicto con el Principado y así estuvimos esos cuatro años, con sobresaltos constantemente. Aquello fue una tensión a diario”, reconoce.

Con la llegada de Mariví Monteserín su destino volvió a ser una incógnita. Pero la actual Alcaldesa la mantuvo en el puesto. Mayte es, de hecho, la única funcionaria que ha ocupado ese despacho anejo al de Alcaldía. “Cambiaron las personas con las que trabajaba [por el equipo de gobierno socialista] y esto te lleva a cambiar el trabajo. Creo que me gané la confianza de los concejales del PSOE. Mi trabajo siempre prevaleció por encima de todo”, asegura.

Discreta y currante, en su agenda de jubilada es complicado encontrar hueco. Ya como funcionaria no le daban las horas del día para tanta afición. Ahora tiene tiempo de sobra para el ocio. Ha retomado el patinaje (“Ya patinaba de niña, es mi deporte”), es una de las habituales de las Aulas Populares, alumna de la Factoría Cultural, baila, actúa y también practica marcha nórdica. Por el Ayuntamiento va muy poco, lo justo para vigilar las orquídeas de la concejala de Festejos Yolanda Alonso. Porque Revuelta de Guzmán era también la jardinera de la planta de Alcaldía. Está empeñada en recorrer los colegios de la ciudad contando cuentos y es tal la inquietud de esta madrileña que ha hecho vida en Avilés que no descarta que el deseo se vuelva realidad más pronto que tarde tras su broche a un funcionariado sobre ruedas.

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