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Un mercado sin fronteras

Gallegos y argentinos copan la decena de stands que participan en el festival Sol Celta en Hermanos Orbón

José Manuel Rodil con sus navajas y cuchillos. María Fuentes

Los puestos del Sol Celta tienen mayoritariamente acento argentino o gallego. También hay excepciones como la artesana costarricense Yamileth Jiménez, los extremenos que ofrecen embutidos y quesos o el argelino-madrileño Toufik Aissaui que vende patatas fritas. Los asturianos ofrecen tecnología fibra y móvil como el avilesino Félix Fernández, cuchillos y navajas como José Manuel Rodil y bisutería, que es cosa de la gijonesa Nuria Mon. Esta semana son todos “celtas” en la plaza Hermanos Orbón y todos confían en que “se noten las ganas de salir”, como afirma el pulpero Javier Ferreiro. Lihue Soto Melo es argentino, su nombre de pila es mapuche y desborda imaginación con alambres. Construye figuras de mil formas junto a su amigo Gabriel Martín, que talla madera y crea rompecabezas. Ambos toman mate.

Un mercado sin fronteras

Al otro lado de la plaza, Nuria Mon vende bisutería fina y a su lado, Mónica Luna, ofrece “energía”. Su puesto cuenta con numerosos minerales como cuarzos y jaspes en diferentes formas “y todos transmiten energía”. Claudia Pérez vende pan y postres, algunos dulces. El pan viaja desde Lugo cada dos días.

Un mercado sin fronteras

Panchi Cons también es gallega y vende una pomada hecha con ceras de abejas y quince distintos tipos de plantas que lo mismo vale para un dolor muscular que para un eczema. Gustavo Alberto Martín es artesano y argentino, afincado en Oviedo. Trabaja la madera y la resina, hace bisutería con piñas y con todo lo que se ponga por delante. Roberto Cerdeira también es gaucho, y lo suyo es el dulce. Utiliza frutos secos y frutas deshidratadas y las baña de chocolate. A su lado, la costarricense reutiliza materiales para hacer bisutería, entre otros elementos. Joaquín Morejón y Berta Pacheco venden infinidad de productos extremeños, desde quesos hasta embutidos. Hacen garrapiñadas y son fieles al Sol Celta desde hace años.

Tras una vuelta a la plaza Hermanos Orbón y aún sin abrir los hinchables para que los niños salten con Bob Esponja, los puestos confían en que “todo se anime” en los días venideros y los avilesinos degusten pulpo, compren navajas, bisutería, adquieran una línea móvil y comprueben que los celtas son como los de Bilbao, que nacen donde quieren, bien sea en Argentina, Avilés, Costa Rica o Galicia y que derriban fronteras.

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