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Vaquero ve en el cristianismo, el humanismo y la democracia “valores irrenunciables”

El exdirector general de LA NUEVA ESPAÑA, cofrade de honor del Carmen “por su labor como periodista en defensa de la verdad y la libertad de información”

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José Manuel Vaquero ofrece el pregón de las fiestas del Carmen en la iglesia de Salinas

“Como católicos consecuentes con nuestros valores deberíamos esforzarnos en hallar un camino de esperanza a los problemas de hoy”. Para llevar a cabo esta misión José Manuel Vaquero, que fue director general de LA NUEVA ESPAÑA, propuso ayer que “en vez de desanimarnos, tenemos que buscar soluciones con nuestros valores irrenunciables que son el cristianismo, el humanismo y la democracia liberal”. Todo esto lo dijo ayer durante la lectura del pregón de las celebraciones de Nuestra Señora del Carmen, la patrona de Salinas. El cura de Salinas, Agustín González Morera, subrayó precisamente estas últimas palabras de Vaquero cuando le tocó despedir la ceremonia. “Esos valores son clave para nuestro porvenir”, dijo.

Cuando Vaquero terminó la lectura de su pregón, Juan García, el hermano mayor de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, leyó el acta que certifica el nombramiento del pregonero como cofrade honor del Carmen. La “labor como periodista en defensa de la verdad y la libertad de información en Asturias y sus amor y devoción a la virgen del Carmen” fueron los motivos que adujeron los responsables de la celebración de la patrona de Salinas para el nombramiento.

Vaquero, en su pregón, analizó la actualidad internacional, se centró en el estallido de la guerra de Ucrania, habló del negocio de la comunicación y terminó señalando sus vínculos personales con Salinas. “Llevo más de un cuarto de siglo disfrutando del verano en Salinas. He recorrido muchas veces su maravillosa playa, entre La Peñona y San Juan, he disfrutado de inolvidables y encendidas despedidas del sol en un horizonte cantábrico mágico, he podido dormir plácidamente con el arrullo del mar”. Y recalcó: “Mi familia, mis amigos. Todos somos felices aquí”.

Destacó en su intervención a los componentes de la Cofradía del Carmen que sirvieron ayer anfitriones: “Estos jóvenes que quieren formar parte de una iglesia a la altura de su tiempo, defensora sin complejos de los valores cristianos, más comprometida con las necesidades reales de la sociedad y con los más débiles, son el gran tesoro que desde Salinas alumbra un mañana prometedor”.

También analizó la veneración que tiene Salinas por el Carmen: “Viene de lejos. En el siglo XVII Salinas apenas tenía media docena de habitantes, pero la llegada a Arnao en 1853 de la Real Compañía Asturiana de Minas atrajo a nuevos pobladores y supuso el descubrimiento de una de sus joyas más valiosas: una playa excepcional en Asturias por su belleza, llanura y extensión, al lado de dunas y pinares en un paraje natural difícil de igualar”. Y añadió: “Los vecinos de Salinas pelearon con un empeño encomiable primero por tener una parroquia propia y después, por lograr la declaración de la Virgen del Carmen como su patrona. Los dos objetivos han sido plenamente logrados por una comunidad muy viva y de un envidiable dinamismo, que afronta con coraje la dureza de los momentos que nos toca vivir”.

José Manuel Vaquero fue muy crítico con la situación política actual, pero lo hizo, según explicó, para “ayudar a recordar a la patrona de Salinas en medio de la tormenta”. En este sentido dijo, por ejemplo, que “un exceso de optimismo nos había conducido al fin de la historia y a la victoria de la democracia liberal, pero la historia ha vuelto con sus implacables consecuencias”. Achacó a Occidente “cierta arrogancia al despreciar a un imperio derrotado” [por Rusia]. Aseguró, de hecho, que también “le faltó humildad, previsión y también ejemplaridad”. Y añadió: “Pero está claro que el único culpable de la criminal agresión a Ucrania es el gobierno dictatorial de Rusia que nos ha puesto al borde de una nueva guerra mundial”. Aseguró que Occidente pregona enfrentarse de manera decidida con el agresor “mientras le financiamos la invasión comprándole, directa o indirectamente, gas y petróleo”.

José Manuel Vaquero ofrece el pregón de las fiestas del Carmen en la iglesia de Salinas María Fuentes

El pregón de José Manuel Vaquero

Para mí esto es un gran honor, pero confieso en primer lugar que me impresiona estar aquí, sin mérito alguno, en esta iglesia tan querida por mí, para anunciar la próxima celebración de la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de esta parroquia desde el año pasado.

En 2021 tuve el privilegio de asistir a los brillantes actos de celebración de aquella memorable conquista.

Estábamos entonces vislumbrando la luz al final del túnel de una pandemia que nos parecía un castigo difícil de superar por el reguero de muerte y de pobreza que seguía a su paso.

Y no podíamos adivinar que ya se estaban fraguando otras calamidades como el regreso de la atroz guerra convencional o la aparición de un envenenado galimatías sobre el cambio climático, sucesos ambos oscurecidos por una babélica política informativa.

En medio de tanta confusión buscamos, una vez más, la luz de nuestra “Stella Maris”.

La devoción a la Virgen del Carmen que se palpa aquí con tanto fervor viene de lejos. En el siglo XVII Salinas apenas tenía media docena de habitantes, pero la llegada a Arnao en 1853 de la Real Compañía Asturiana de Minas atrajo a nuevos pobladores y supuso el descubrimiento de una de sus joyas más valiosas: una playa excepcional en Asturias por su belleza, llanura y extensión, al lado de dunas y pinares en un paraje natural difícil de igualar.

Los vecinos de Salinas pelearon con un empeño encomiable primero por tener una parroquia propia y después, por lograr la declaración de la Virgen del Carmen como su patrona. Los dos objetivos han sido plenamente alcanzados por una comunidad muy viva y de un envidiable dinamismo.

Divagaré un poco sobre algunos aspectos relevantes de la actualidad, más cercanos de lo que pensamos, y espero que mi particular visión de la realidad resulte compatible con la fiesta que vamos a celebrar.

Un exceso de optimismo nos había conducido al fin de la historia y a la victoria de la democracia liberal. Pero la historia ha vuelto con sus implacables consecuencias.

Cierta arrogancia al despreciar a un imperio derrotado, que tiene la desgracia de no haber conocido la libertad, unida a la desidia de ignorar la gravedad de los zarpazos que venía dando con total impunidad, nos condujo a un amargo despertar.

A lo que llamamos Occidente le ha faltado humildad, previsión y también ejemplaridad porque tampoco está para dar muchas lecciones morales. Pero está claro que el único culpable de la criminal agresión a Ucrania es el gobierno dictatorial de Rusia que nos ha puesto al borde de una nueva guerra mundial.

Hace días pude ver a un grupo de jóvenes discapacitados ucranianos que se asustaban aquí, en un local de acogida asturiano, por el ruido del vuelo de una avioneta que identificaban con los bombardeos sufridos en su país. Aquellos infelices, lejos de su tierra y de sus familias, aunque cuidados con mucho cariño, nos descubren el tamaño de nuestra indiferencia ante el dolor inmerecido de tantos hermanos nuestros.

La gran pregunta ahora es qué podemos hacer por ayudar a los ucranianos cuyo único delito es aspirar a ser libres mientras nosotros sufrimos una inflación desbocada y el empobrecimiento general.

Ciertamente, los europeos y sus socios, cada día más divididos entre quienes buscan un acuerdo para poner fin al conflicto y quienes prefieren seguir alimentándolo de forma contenida hasta el final, no estamos a la altura de las graves circunstancias concurrentes.

La respuesta no es sencilla. Esta guerra tiene una solución muy difícil porque la fuerza disuasoria del armamento nuclear casi imposibilita que haya un vencedor. Lo más probable, por tanto, es que un armisticio acabe con una Ucrania dividida, sin que la justicia penal internacional tome medidas contra los responsables de la agresión y con el comienzo de una nueva versión de guerra fría que frenará el proyecto de globalización, dará un vuelco a Europa, aunque no sabemos cómo, y modificará las relaciones de poder entre Estados Unidos y China con Taiwán en el punto de mira.

Por lo que se refiere a España ya estamos sufriendo, adicionalmente, las imprevistas consecuencias del pulso entre Estados Unidos y Rusia a través de las presiones de sus respectivos socios en el norte de África, Marruecos y Argelia, sobre la debilidad de nuestro Gobierno.

Quedarán atrás decenas de miles de fallecidos, millones de desplazados, ciudades destruidas y retratadas nuestras enormes contradicciones.

Porque pregonamos enfrentarnos al agresor de forma decidida mientras le financiamos la invasión comprándole, directa o indirectamente, gas y petróleo, y presumimos de poner freno al cambio climático, pero volvemos a recurrir, con más intensidad aún, a los combustibles fósiles para tratar de reducir nuestra dependencia energética de Rusia situando de paso a las empresas petroleras en el máximo de beneficios y revaluando el rublo hasta el nivel anterior a la invasión.

Existen tantas sombras sobre lo que está ocurriendo a pesar de la supuesta visión de la guerra en directo que al ciudadano le resulta imposible ejercer su derecho fundamental a estar informado para crear una opinión propia y tomar sus decisiones con libertad y buen criterio.

El negocio mediático ya no está en las noticias objetivas sino en la captación de los datos de los usuarios para ponerlos a disposición del mejor postor con fines comerciales o políticos o sencillamente en la fabricación masiva de mentiras…

La supuesta información es gratis porque el producto somos nosotros al regalar nuestra intimidad.

No estamos ante un problema nuevo, reiteradamente denunciado, pero lo cierto es que el 85 por ciento de la población mundial reside hoy en países en los que la libertad de expresión se ha visto reducida en los últimos cinco años.

Y esa fiebre no remite. Ahora mismo un nuevo movimiento inquisidor, conocido como cultura de la cancelación, viene a toda velocidad de las universidades de Estados Unidos para tratar de obligarnos a pensar según sus convicciones, mediante la condena de lo que considera políticamente incorrecto con derribos de estatuas, condena de artistas, expulsión de académicos y periodistas, libros prohibidos y hasta suicidios de profesores injustamente denunciados por alumnos vengativos.

Ni siquiera contamos, como debiéramos, con el apoyo de los partidos políticos que nos representan, pues supeditan sus programas a los resultados de las encuestas para halagar a la gente con el engaño, en vez de atreverse a decir honradamente la verdad por muy impopular que resulte.

Pero no podemos claudicar. En vez de desanimarnos, tenemos que buscar soluciones con nuestros valores irrenunciables, que son el cristianismo, el humanismo y la democracia liberal.

Quizá se vivía una situación, más dura aún, cuando el profeta Elías subía una y otra vez en el siglo IV antes de Cristo al Monte Carmelo, el jardín de Israel, a ofrecer sacrificios al Dios de Abraham para que pusiera fin a una larga y letal sequía hasta que en la séptima ascensión pudo ver una nube que por fin traía el agua tan ansiada, un milagro en cuyo homenaje los peregrinos acabaron levantando allí en el siglo XII un pequeño oratorio como advocación a esta Virgen del Carmen.

Como católicos consecuentes con nuestros valores deberíamos esforzarnos en hallar un camino de esperanza a los problemas de hoy como el que le descubrió la Virgen del Carmen a Simón Stock, superior general de la orden carmelita, al aparecérsele el 16 de julio de 1251, y entregarle el escapulario liberador de la condena a quien muera con él.

El escapulario, cuya ayuda implora Rafael Alberti en cuanto su barca sin timón comienza a caracolear: "Que tú me salvarás, oh marinera/ Virgen del Carmen, cuando la escollera/ parta la frente en dos de mi navío", confía el gran poeta gaditano de la generación del 27 en uno de sus tres sonetos dedicados a la Virgen del Carmen.

Pero no sería útil ocultar que la iglesia tampoco vive su mejor momento. El descenso de los indicadores de vitalidad católica, la crisis del clero y la disminución de la asistencia a misa como consecuencia en buena medida de que la fe religiosa ya no forma parte de la herencia que se transmite a las nuevas generaciones son algunas de las causas expuestas por Andrea Riccardi en su reciente libro "La Iglesia arde". Por no hablar del penoso papel partidista en esta guerra del patriarca ortodoxo de Moscú.

Tan diferente de los numerosos pronunciamientos, siempre en clave conciliadora, del Papa Francisco, polémicos en ocasiones y en una línea muy discutida a la que se aproximan Kissinger, Macron, Habermas o aquí más cerca, Pedro de Silva.

Hay que propiciar una buena paz, sin concesiones a los responsables de tan bárbara agresión.

Casi la cuadratura del círculo. Para eso tiene que estar la diplomacia. Para encontrar una paz justa que ya se retrasa demasiado.

El cristianismo ha vivido a lo largo de la historia momentos de oscuridad. Pero sabemos que la luz siempre vuelve. La esperanza posible tiene que venir de la fe, pero también de las obras de los creyentes como las que surgen con tanta fuerza en esta parroquia.

Aquella semilla que sembraron Javier Aguirre, Jenaro Alas o Teodora Carvajal al impulsar la primera capilla de Salinas se encarna hoy en la prometedora Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, alentada en 2018 principalmente por una juventud entusiasta y con ímpetu renovador que ha encontrado en el actual párroco, Agustín González Morera, un promotor y catalizador magnífico.

La cofradía que cuenta ya con más de 500 miembros, entregados en cuerpo y alma a trabajar todo el curso para rendir el homenaje anual su patrona, a la vez que fomenta el culto a la virgen, forma a los cofrades, practica la caridad con los más necesitados llevándoles alimentos y libros, colabora con Cáritas y organiza campamentos de verano con la fundación "Soñar despierto" para que los niños de los centros de acogida puedan disfrutar de sus vacaciones en Salinas.

Estos jóvenes que quieren formar parte de una Iglesia a la altura de su tiempo, defensora sin complejos de los valores cristianos, más comprometida con las necesidades reales de la sociedad y con los más débiles, son el gran tesoro que desde Salinas alumbra un mañana prometedor.

Llevo más de un cuarto de siglo disfrutando del verano en Salinas. He recorrido muchas veces su maravillosa playa, entre la Peñona y San Juan, he disfrutado de inolvidables y encendidas despedidas de sol en un horizonte cantábrico mágico, he podido dormir plácidamente con el arrullo del mar. Mi familia, mis amigos. Todos somos felices aquí.

Advertía Rafael Sánchez Ferlosio que la cultura española no recuerda, pero que anda loca por conmemorar. Gracias a vosotros, la conmemoración que nos reunirá aquí el 16 de julio, llevando de nuevo la Virgen al mar, hará brillar el recuerdo de quien en bellas palabras de Calderón de la Barca está en los cielos ensalzada y es en la tierra, preferida.

En el siglo XIII el monje Simón Stock comenzó a llamar a María "Flor del Carmelo" y "Stella Maris", la estrella del mar. Ayudar a recordar a la patrona de Salinas, en medio de la tormenta, es lo que en su homenaje he intentado traer hoy aquí para que guíe e ilumine nuestras vidas hacia un mundo mejor y más justo.

Muchas gracias

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