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José María Murias deja su función sacerdotal en Llaranes y pasa a la jubilación plena

El sacerdote, aquejado de problemas de salud, cierra una etapa de 26 años de servicio pastoral marcada por la promoción de la solidaridad

José María Murias pasea junto a la iglesia de Llaranes. Mara Villamuza

José María Murias (Trabada, Villayón - 1946) ha dejado de tener funciones sacerdotales en la parroquia de Santa Bárbara de Llaranes, donde hasta hace unos días ejercía como sacerdote adscrito; esto es, ejercía las funciones (Cáritas, catequesis...) que le delegaba el párroco Segundo Fernández, quien relevó en septiembre de 2019 a Murias al frente de la iglesia del barrio construido por Ensidesa.

Las razones que llevan a José María Murias a colgar definitivamente la sotana –si bien conserva sine die la condición de sacerdote– tienen que ver con su renqueante salud y su corazón enfermo, dolencias que ya antes de su sustitución como párroco de Llaranes le obligaron a retirarse cuatro meses por convalecencia de una compleja operación quirúrgica. En el Arzobispado de Oviedo se ha entendido que la edad y la salud de Murias aconsejan que tenga el mayor descanso posible y en la próxima comunicación de cambios organizativos de la diócesis asturiana se dará cuenta del retiro definitivo del sacerdote.

El paso atrás de Murias posiblemente allane la continuidad de Segundo Fernández como párroco de Llaranes (que forma unidad pastoral con El Pozón), pues en medios eclesiásticos sostienen que el párroco titular estaba quejoso "por verse imposibilitado para hacer nada ante el poder que mantenía el sacerdote adscrito". De hecho, Segundo Fernández llegó a anunciar este año en al menos dos ocasiones a los feligreses que su marcha a otro destino estaba próxima, una salida que no llegó a concretarse pero que generó disgusto en ámbitos parroquiales que valoran el trabajo que realiza el párroco y no desean que se vaya.

A José María Murias González le ordenó sacerdote cuando tenía 24 años recién cumplidos el ex arzobispo de Oviedo recientemente fallecido Gabino Díaz Merchán y su periplo como pastor de la Iglesia le llevó por Somiedo, San Nicolás de Bari (Avilés), Molleda (Corvera) y ya de nuevo en Avilés, Villalegre y, en 1996, a Llaranes, donde pasó a ser conocido como el "cura solidario". En Llaranes Murias se propuso tejer una red colaborativa que hoy, debidamente tupida, da cobertura a varias iniciativas basadas en la cooperación vecinal, la más conocida la Semana Solidaria de Llaranes, cuyo objetivo es concienciar de la injusticia social en Centroamérica y recaudar fondos con los que apoyar proyectos de desarrollo en comunidades indígenas.

La declaración del estado de alarma por la epidemia de covid en marzo de 2020 impidió la celebración del acto popular que había preparado la parroquia de Llaranes para festejar los 50 años de ejercicio sacerdotal de José María Murias, quien no obstante goza del cariño y el aprecio de cientos de feligreses que valoran su forma de entender la vida cristiana y la fe católica.

Pero del mismo modo que se granjeó el aprecio popular por defender la llamada Doctrina Social de la Iglesia y la renovación del clero en aspectos, entre otros, como el fin del celibato sacerdotal, en sectores ultraconservadores del clero ganó detractores y fue objeto de crítica. Ajeno a las ampollas que levantaba su forma de entender la pastoral, Murias siempre ha apoyado las causas de renovación eclesial en las que cree y que comparte, por ejemplo, con su amigo y activista social Jorge Martínez Rodríguez, otro cura asturiano –secularizado– que en marzo presentó en Avilés su libro "La ilusión de un mundo mejor y una Iglesia diferente".

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