Poco antes de las cinco de tarde de ayer una decena de agentes de Unidad de Seguridad Ciudadana de la comandancia de Gijón de la Guardia Civil subió corriendo hasta el segundo piso del número 20 de la calle Castillo de Gauzón de Piedras Blancas (Castrillón) cargando con un ariete y gritando "vamos, vamos, vamos" –según contaron testigos presenciales–. En esa casa, dos horas antes se había atrincherado un vecino de 41 años con un cuchillo, según la Benemérita. Pocos minutos después, estos mismos testigos escucharon un golpe seco "que retumbó" e, inmediatamente, un lío de voces que llegaba hasta la calle. Cuando los agentes redujeron al hombre "alterado psíquicamente", en palabras de la Guardia Civil, al único que se escuchó hablar fue al causante del operativo policial que sembró la alarma en la capital castrillonense. "Tengo dignidad, quiero bajar sin esposas", dijo el hombre, según señalan los mismos testigos consultados. Finalmente, el hombre entró en la ambulancia que le estaba esperando en el portal y que le condujo al Hospital San Agustín.
Todo lo que terminó bien había empezado de manera confusa. Una de las amigas más íntimas del hombre detenido explicó que el causante del disturbio y su padre estaban comiendo "cuando se rompió un plato". Hubo un tira y afloja y como consecuencia de él, el hombre de 41 años comenzó a sangrar. Esa sangre salpicó a su padre, y el padre salió de casa con la camisa manchada. A pocos metros del portal está el centro de salud de Piedras Blancas y allí fue atendido. No tenía nada. Sin embargo, su hijo quedó en casa, dice la Guardia Civil que con un cuchillo. Esto, el hecho de que estuviera armado, precisó del servicio de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia (Usecic). Y su presencia, causó gran expectación entre el vecindario.
La Policía Local se encargó de cortar el tráfico entre la calle Nalón y el parque Adolfo Suárez. Una ambulancia aguardaba en la misma calle. Los médicos y equipos sanitarios del centro de salud acudieron al lugar del incidente. Y poco a poco, en tanto en cuanto los guardias desviaban a los peatones, la expectación aumentaba. Un grupo de niñas intentó pasar por el jardín, pero les dijeron que no, que por ahí no se podía. "Que tenemos que dar la vuelta", dijo la que lideraba al grupo. Los periodistas fueron llegando y los rumores de lo que pudiera estar sucediendo en aquella casa se hacían una bola. Sólo fue una discusión familiar, pero mientras se dilucidaba y no, la zona se llenó de guardias civiles, policías locales y auxiliares.
Todos los testimonios recogidos por este periódico coinciden en que la familia que protagonizó el suceso de ayer a media tarde en Piedras Blancas –muy conocida en la zona– ha sufrido en los últimos meses algunos episodios "desgraciados" que implicaron a algunos de sus miembros, pero que eso no había encendido ninguna discusión "más alta que otra". Y mucho menos "un episodio como este". Tras el traslado del hombre, los grupos de curiosos se disiparon.