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El pantano del Ebro también baña Avilés

La comarca del Campoo conmemora el llenado del embalse del Ebro, que trajo a Las Arobias la fábrica de vidrio plano de Saint-Gobain

Nacha Rodríguez, en la orilla del pantano del Ebro.

Nacha Rodríguez atiende al teléfono y se reafirma: "Nací en Avilés, pero me quedo con Arija". No trabajó en Cristalería. Sí que lo hicieron, en cambio, su padre –Emiliano– y dos de sus hermanas –Nati y Begoña–. Son cuatro. "Nati y yo ya nacimos allí". "Allí" es aquí, es Asturias porque Nacha Rodríguez ahora está en Arija, en la raya entre las provincias de Burgos y de Cantabria. Allí, en 1905, la multinacional Saint-Gobain levantó su primera sociedad radicada en la península (había arena, carbón y una línea ferroviaria para sacar la producción: el de La Robla). Los franceses llamaron a la empresa Cristalería Española. Y allí se quedó hasta 1953, cuando el agua del pantano del Ebro –un pequeño mar en medio de Castilla– la cubrió. Ayer, con motivo del 75º aniversario del inicio del llenado de la presa, se recordó esa efeméride con varios actos institucionales.

Para cuando la presa comenzó a llenarse, los arijanos ya llevaban unos años distribuyéndose por Asturias, Tarragona, Zaragoza... Dejaron la comarca del Campoo, pero la comarca no les dejó a ellos. Allí está Arija, pero también Santa Gadea, Pedrosa, Herbosa, Arnedo... De todos aquellos pueblos eran los trabajadores de la fábrica de vidrio plano... A pie, los kilómetros entre casa y el trabajo se hacían más largos. "El otro día iba en bici con un amigo y empezamos a comentar cómo debía de ser salir al camino en pleno invierno. Entonces eran mucho más crudos que ahora", cuenta Adrián Gómez, otro avilesino de la comarca del Campoo (de Pedrosa). Cuarenta años en mantenimiento de parabrisas. "Ahora estoy jubilado", apunta, también por teléfono. Ni él, ni Nacha Rodríguez, ni ninguna de las familias que cambió la orilla del pantano por la de la ría, ha olvidado sus raíces. "Vine a Arija en abril y no me vuelvo a Avilés hasta noviembre", promete la antigua administrativa de la gasolinera Egocheaga.

Adrián Gómez, en Pedrosa.

La Comisión Campurriana para la Historia del Pantano del Ebro organizó ayer –en Arija, pero también en Arroyo, en Cantabria– una serie de actos para recordar y homenajear a los afectados por la construcción del embalse. Y también a los presos políticos que trabajaron en la construcción de la infraestructura forzados por el régimen franquista. En esta fiesta estuvo invitado también el Ayuntamiento de Avilés, que a mediados de los años 50 estaba abandonando su deje comercial para convertirse en la comarca más industrial de España en base a cuatro producciones aluminio, vidrio, cinc y acero.

Emiliano Rodríguez, el padre de Nacha, pero también de Nati, Carmela y Begoña, fue uno de los afectados por el embalse. "Cambió su puesto en Arija por el de Avilés". Todo igual. Les tocó casa en el barrio de Cristalería –Jardín de Cantos–. "Mi casa de Avilés está pegada a los salesianos. Allí nací y allí vivo", cuenta Nacha Rodríguez, enamorada de la comarca campurriana. Del pantano. De las regatas que acoge. Del puente... "Siempre veníamos para aquí cuando mi padre tenía vacaciones", explica. Así es normal que se forjen las huellas indelebles que son síntoma común para todos los arijanos desperdigados por España. Muchos de ellos, además, en Avilés.

Adrián Gómez, el padre de Adrián Gómez, se casó con María Clara Fernández. "Ya es centenaria", reconoce su hijo, el extrabajador. Fue pintor en Arija y lo siguió siendo cuando la familia cogió los bártulos para Avilés. "Mi abuelo y mis tíos habían trabajado en Arija. Cuando lo del pantano, mi abuelo había muerto, pero en Avilés se vinieron todos. Tengo primos en Sekurit, en Glass...", cuenta el extrabajador avilesino que vivió en el Grupo 14, que entró en la fábrica en 1978 y allí estuvo hasta 2015. Pero ahora está en Pedrosa.

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