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Woody, Scarlett, Pe y Avilés

El neoyorquino cerró hace quince años en el casco histórico y en el faro el rodaje asturiano de "Vicky Cristina Barcelona"

La calle de San Francisco y el faro de avilés, listos para el amor. | Sobre estas líneas, Scarlett Johansson y Woody Allen, en el en torno de la iglesia de San Nicolás de Bari cuya campa se convirtió por unas horas en la terraza romántica. A la derecha, arriba, Javier Bardem se acerca a Rebecca Hall y a Scarlett Johansson, que están sentadas en la calle Galiana, una escena que contempla el director de cine. A la derecha, abajo, el director artístico de «Vicky Cristina Barcelona», el francés Alaine Bainée junto al director de fotografía, Javier Aguirresarobe caminan hacia el faro de Avilés. | Ricardo Solís / Mara Villamuza

Javier Bardem en la película "Vicky Cristina Barcelona", uno de los títulos más aplaudidos de Woody Allen, se llama Juan Antonio. Es un pintor que se mueve por los ambientes bohemios de Barcelona como un Damien Hirst cualquiera. En la inauguración de una exposición conoce a Vicky (Rebecca Hall) y a Cristina (Scarlett Johansson) y los tres se van de Barcelona. Da igual cómo realicen el viaje, da igual para qué. El caso es que los tres se plantan en Asturias. Y todo es una fiesta. Hace quince años por estas fechas, a comienzos de agosto de 2007, Avilés fue el último escenario de lo que entonces se llamaba "Woody Allen Spanish Project", o sea, el proyecto español del neoyorquino más universal (con el permiso de Martin Scorsese).

Woody, Scarlett, Pe y Avilés

Aquellos días veraniegos de hace tres lustros todavía eran los de rosas, aplausos y olas al aún no dramaturgo Natalio Grueso, el primer director del Centro Niemeyer. El expresidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, lo remarcó a los periodistas que cubrieron el rodaje de las tres secuencias avilesinas que filmó Allen: la de la campa de San Nicolás de Bari que, por arte de la magia de Alain Bainée, el director artístico de la película, se convirtió en una terraza en la que Juan Antonio (Bardem) se descubría ante Rebecca Hall (Vicky). Las otras dos secuencias fueron en la columnata central del Jardín Francés (allí, Juan Quesada tocó por lo Isaac Albéniz) y en la calle de Galiana: Juan Antonio sacaba del antiguo Don Floro (clásico de la hostelería avilesina entre los clásicos) unas cañas que se metían para dentro las dos americanas alucinadas por el "glamour" bohemio de Bardem.

Woody, Scarlett, Pe y Avilés

Tres secuencias como tres soles que, al final, se quedaron en dos planos. Las cañas del Don Floro no salen en la peli y de lo otro, de lo de la iglesia, un suspiro. A Avilés tampoco se la nombra, pero ahí está: en la película que le dio su primer Oscar a Penélope Cruz, el filme que hizo reverdecer la relación verdadera de la de Alcobendas con Bardem: un título señero que paralizó durante unas pocas horas el caso histórico avilesino, que puso muy contentos a los responsables políticos de aquellos entonces porque empezó a materializar todo lo que el equipo de Grueso planeaba.

Aquel mismo año dorado fue también el del estreno internacional de "El sueño de Casandra" (en la Casa de Cultura). Y eso que todavía no había Niemeyer y su primer director tenía buena prensa.

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