"El mejor argumento para moderar la temperatura a la que funciona el aire acondicionado lo da la factura de la luz que nos llega todos los meses". La frase la pronuncia la hostelera avilesina María José Modino, que precisamente encendió por vez primera este verano el aparato que refrigera su local. Lo hizo programándolo a 27 grados, si bien dentro del local había 28 y sensación de fresquito, más que nada porque en la calle el termómetro marcaba 33.

La empresaria detalla que "la factura de la luz de julio fue de más de 900 euros, y eso sin haber puesto el aire acondicionado; otros meses de veranos pasados era la mitad. No me imagino lo que podría pagar si tuviese el climatizador encendido todos los días". Y concluye que la nueva norma de control de la temperatura le fastidia más "por lo que tiene de invasiva de mis libertades" que por su impacto "en una región como Asturias donde, afortunadamente, las temperaturas medias son llevaderas".

En tiendas textiles de Avilés el comentario más repetido era que con 27 grados en el interior de los locales "la clientela no está por la labor de probarse ropa". Graci Rivas, empleada de uno de estos establecimientos, se hacía eco de la queja más repetida de las clientes: "Nos dicen que hace mucho calor dentro de la tienda y les respondemos que no podemos bajar más la temperatura". En una joyería, el propietario, Faustino Álvarez, se refresca bebiendo agua fría de una botella de la que no se separa y la empleada comenta a modo de anécdota el caso de dos señoras que vinieron a cambiar la pila de un reloj y se quedaron fuera del establecimiento porque les resultaba insoportable el calor del interior.

En tiendas de electrodomésticos, los ventiladores y demás aparatos portátiles de climatización han pasado a ocupar espacios destacados de los expositores, si acaso con la esperanza de que repunten sus ventas, si bien los responsables de dos de estos comercios especializados aseguran que, de momento, no se ha notado repercusión alguna debido al plan de ahorro energético del Gobierno. Eso sí, en uno de esos establecimientos un ventilador encendido colocado sobre el mostrador hacía más llevadera la jornada laboral al dependiente: "Es que el aire acondicionado está estropeado", comentó el trabajador.

En líneas generales, los comerciantes y hosteleros de Avilés acogieron con resignación la obligatoriedad de aplicar el Plan de choque de ahorro y gestión energética en climatización. También con cierta indiferencia, porque según señaló un portavoz de la Unión de Comerciantes de Avilés y Comarca (Ucayc) "son una minoría los bares y comercios urbanos que tienen sistemas de climatización; pensemos que estamos en Asturias y las temperaturas en verano no son tan extremas como en otras partes de España".

En un hotel de la calle La Fruta regularon los termostatos de los espacios comunes –el de las habitaciones no está afectado por el plan de ahorro del Gobierno– a los consabidos 27 grados y los empleados manifestaban que la situación era "llevadera". En líneas generales, y con más de 30 grados en la calle, la sensación térmica de 27 grados en los locales dotados de sistemas de climatización –que son los menos– resultaba agradable.

La Ucayc envió a sus asociados una circular informativa con ánimo de aclarar las dudas surgidas, que motivaron en días pasados un goteo de llamadas a la sede de la entidad. En esa circular se recalca que la obligatoriedad de limitar la temperatura de la climatización a 27 grados tiene excepciones, caso de las panaderías, peluquerías, cocinas y otros espacios donde por las características del trabajo se antepone la salud de los trabajadores al pretendido ahorro energético.