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Un informe forense determina que San Isidro "no era tan anciano" como dice la tradición

Los custodios del cuerpo incorrupto del patrón de los madrileños reclaman "una protección especial" para los restos mortales del labrador

Ana Patricia Moya Rueda, el obispo Juan Antonio Martínez Camino y el profesor Juan Velarde, ayer. | María Fuentes

La conclusiones "preliminares" del estudio forense que realizó un equipo de la Escuela de Medicina Legal y Forense de la Universidad Complutense liderado por la doctora Ana Patricia Moya Rueda, determinan que el cuerpo incorrupto que se venera en la colegiata de San Isidro, en Madrid, corresponden a un varón de entre 21 y 46 años, es decir, "no eran tan anciano" como se presumía hasta ahora.

Y es que los hagiógrafos del patrón de los madrileños –no de la de diócesis, esa consideración le corresponde a la Virgen de la Almudena– llegaron a calcular que el labrador había frisado en los noventa años.

Luis Manuel Velasco, el presidente de la Real Congregación de San Isidro de Madrid, quitó importancia al dato que desveló ayer en primicia la doctora Moya en el transcurso de la segunda jornada del seminario "En el centenario de San Isidro: religión y sociedad" incluido en los cursos de La Granda de este año. "Hay que tener en cuenta qué se consideraba anciano en la época en que vivió el santo", aseguró. La edad se determinó porque los forenses no han detectado calcificaciones a la altura de las costillas "ni signos degenerativos en el resto del esqueleto".

Los años que tenía la persona cuyo cuerpo estudiaron y que se venera en Madrid como santa desde hace novecientos años es el dato más sobresaliente de un estudio cuyas conclusiones definitivas está previsto que se desvelen este próximo otoño en Madrid. Pero no es el único dato destacado del estudio forense dirigido por la doctora Moya.

"Recibimos a comienzos de año, a la vuelta de Navidad, el encargo de estudiar los restos mortales", señaló Moya. "Fue un encargo muy secreto", agregó. Tanto que cuando la mayor parte de las observaciones se realizaron en el camarín que la colegiata de San Isidro reserva al patrón de los agricultores españoles.

"Una habitación de algo así como veinte metros cuadrados". La única vez en que los restos salieron del templo fue los trasladaron a una de las clínicas de la empresa Quirón Salud. Allí le hicieron un escáner cuyos resultados fueron determinantes para las conclusiones a las que llegaron y que la doctora se guardó mucho de darlas como definitivas. "No tenemos inconveniente de que otras universidades españolas estudien los datos que hemos recogido", dijo la doctora Moya citando en este punto los centros de enseñanza superior de Granada y País Vasco.

Los restos mortales de Isidro fueron enterrados la primera vez –se movieron a lo largo de este casi milenio en diez ocasiones– en el cementerio de la iglesia de San Andrés de Madrid, entonces, en los arrabales de la población llamada Mayrit que pertenecía a la taifa (reino islámico) de Toledo.

Velasco explicó en su intervención –"Historia del cuerpo incorrupto de San Isidro"– que la tradición señala que muy cerca de la primera tumba "pasaba un arroyo" y añadió que esta circunstancia –el agua– causó sorpresa cuando se trasladaron los restos la primera vez, cuando cuarenta años después de haberle dado sepultura, se descubrió que seguía estando "incorrupto".

Otro dato señalado por el informe forense –con las limitaciones de no haber podido "dar la vuelta al cuerpo"– es que fue enterrado "de pie" y siguiendo los ritos mozárabes (Isidro no dejó de ser un cristiano en tierras musulmanas). La tradición –como recalcó Velasco– además señaló que fue enterrado en un camposanto católico.

Descubrió el equipo forense que los restos analizados tenían una moneda a la altura de la garganta. "Posiblemente del rey Alfonso VIII de León", dijo la doctora aunque sin mucha seguridad dado que el acercamiento a los restos venerados no fue el mejor de los posibles. Además destacó la altura de los restos mortales –más de 170 centímetros.

Luis Manuel Velasco reclamó en su intervención "una protección especial" para los restos venerados en la colegiata de San Isidro. "El templo es un Bien de Interés Cultural. En consecuencia lo que hay dentro también, pero es preciso que exista una protección oficial que impida tocarlo en el futuro", reclamó el presidente de los custodios de los restos del santo. "Y así evitaríamos lo que sufrieron los de Santa Teresa".

El primer laico elevado a los altares

San Isidro Labrador, agricultor al servicio de la familia Vargas, fue el primer santo laico. Hace cuatro siglos que fue elevado a los altares en una ceremonia en la que también fue santificada la primera Doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús. Este cuarto centenario es que se celebra este año en la provincia eclesiástica de Madrid.

De hecho cuantos se acerquen este año a la colegiata de San Isidro se beneficiarán de una indulgencia plenaria. Y es que este es Año Jubilar. Isidro, un hombre a caballo entre los siglos XI y XII, estuvo casado con San María de la Cabeza. Los dos son el primer matrimonio de santos cristianos, aunque la devoción por el patrón de los agricultores españoles –por orden del papa Juan XXIII– es anterior a la de su esposa.

Los dos santos fueron padres de san Illán –que no consta como santo en el calendario oficial de la Iglesia–. Uno de los primeros milagros del Labrador fue precisamente el haber salvado de su muerte a su hijo que había caído accidentalmente en uno de los pozos que su padre había construido. Luis Manuel Velasco, de la Congregación de San Isidro, calificó ayer al santo "como un hombre bueno y humilde, un simple pocero".

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