Ana Fernández Iglesias es responsable del Circular Economy and Resources for Sustainability (CERES) del Centro Global de I+D de ArcelorMittal y profesora asociada de la Universidad de Oviedo. Colabora habitualmente con el Parque Científico y Tecnológico Avilés Isla de la Innovación, donde comparte sus conocimientos sobre la economía circular.

–Es mentora de la Fundación Ellen MacArthur, ¿cómo recibió que le concedieran el premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2022?

–Fue muy gracioso, me llamó gente para felicitarme porque saben que siempre pongo a la Fundación como referencia. Creo que es un reconocimiento muy merecido. La Fundación ha hecho un trabajo de impulso de la economía circular muy importante, es uno de los agentes responsables de que la legislación europea vaya por delante de otras economías mundiales.

–¿Este reconocimiento supone un respaldo a las acciones que se están llevando a cabo desde la Fundación?

–Claro que sí. El trabajo de investigación, difusión y concienciación que hacen es enorme, pero creo que aún no se conoce en profundidad. Su web y sus publicaciones son referencia mundial de este tema sin duda. Además, se aseguran de intentar atacar todos los frentes: desde los plásticos a las ciudades, pasando por la alimentación o la legislación. Y sin olvidar la educación. Es muy significativo que el Premio Princesa sea el de Cooperación Internacional. La economía circular es aplicable a todos los sectores y ese trabajo de identificar caminos y prácticas para circularizar cada aspecto del puzzle es pionero. Y era muy necesario.

–¿Cuál es el objetivo del PERTE de Economía Circular aprobado en marzo?

–Básicamente, busca acelerar esa transición a un modelo económico más circular. El objetivo es abandonar el modelo lineal producir-consumir-tirar en el que nos hemos acomodado. La problemática de los residuos como los plásticos de un solo uso o el residuo textil debido a la moda rápida es algo preocupante, pero la economía circular va más allá: busca también aumentar nuestra resiliencia, dejar de depender tanto de otros países para importar materias primas. Lo que nos está pasando ahora con la energía, podría suceder con muchas otras materias primas que damos por sentado.

–¿Qué sectores son los que están más avanzados y cuáles tienen que acelerar su transición hacia la economía circular?

–Te puedo dar la visión que tengo desde mi área de investigación, que abarca las industrias de la siderurgia y la minería. La primera está muy cerca de un modelo circular: el acero es reciclable prácticamente de manera infinita. Además, reutiliza internamente o en otras industrias un porcentaje altísimo de sus subproductos (casi un 97%). Y todo lo que reutilizamos evita que tengamos que extraer más materias primas vírgenes. La minería, sin embargo, está muy lejos de esas cifras. Tradicionalmente los residuos mineros se han enviado a vertederos y no se ha planteado reutilizarlos excepto en casos muy concretos. Necesitamos mucho esfuerzo e innovación para conseguir mejorar esa situación.

–En Avilés, una ciudad industrial, ¿cómo están las cosas?

–Asturias es una región muy industrial y las empresas tradicionales tienen en muchos casos los deberes hechos. A veces también están limitadas por la legislación, que complica la reutilización de los residuos para otros usos. La nueva Ley de Residuos también busca revertir esa situación, dando un impulso a la economía circular a través de la revisión de los procedimientos de subproducto y fin de condición de residuo.

– ¿Qué deberes tienen pendientes tanto las empresas como la administración y los consumidores para que podamos hablar de un cambio real?

–Es una pregunta que se plantea mucho en los foros de economía circular, ¿quién tiene que dar el primer paso? Y la respuesta es que todos a la vez, quizá por eso es tan complejo. En mi opinión la administración tiene el rol importantísimo de dinamizar, habilitar y facilitar esos cambios. El caso comentado antes de la Ley de Residuos, por ejemplo. Luego cada empresa conoce su modelo de negocio y sus residuos: yo creo que la gran mayoría ya está muy concienciada para buscar alternativas al modelo lineal. Los consumidores tenemos que cambiar un poco el chip, considerar que quizá podemos ser "usuarios" en lugar de "propietarios" de las cosas, de ahí que estén floreciendo modelos de "pago por servicio" o "pago por uso". Pero lo más importante es también ser críticos con lo que nos intentan vender: al carro de la circularidad se están subiendo muchas empresas que no cambian su modelo de negocio, simplemente lo maquillan un poco. Que un envase de plástico sea reciclable no quiere decir que esa empresa sea más circular… y sin embargo el término se ve en cada vez más campañas de marketing. Hay que reflexionar caso por caso, pero si por ejemplo estableces un sistema de recogida de envases para su reutilización o permites rellenarlos en las propias tiendas, estás haciendo un esfuerzo por cerrar el círculo de ese material.

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