Halyna Kruk (Leópolis, Ucrania, 1974) lee en ucraniano y los ojos de quienes la escuchan se marchan a la pared donde la organización de la segunda edición del Festival Fifty Fifty lanza la traducción de sus versos. Lee "Madre" y conmueve a la sala. La guerra se ha convertido en el tema central de sus poemas más tristes, tan tristes como estos: "Te lo suplico: oh Dios, no lo pongas al frente, / por favor, que no le lluevan cohetes, oh Dios, / Ni siquiera sé cómo luce uno, / Hijo mío, no puedo imaginar la guerra ni siquiera para mí".
La presencia en Avilés de Kruk, lo explicó ella misma antes de la lectura de sus poemas, tenía un sentido fundamental: "Ayudar a conocer la cultura ucraniana". Y es que se da la circunstancia de que, por muchos siglos, la creación artística de su país ha estado sojuzgada por el Imperio Ruso de tal modo que se identifican como rusos escritores que en realidad son ucranianos (Nikolai Gógol, Vassili Grossman).
Explicó también que la convivencia entre los artistas rusos y ucranianos no existe, "Todos teníamos amigos al otro lado de la frontera, pero cuando comenzó la invasión ninguno de ellos se manifestó en contra.Decían que la guerra era la guerra y el arte, el arte", se lamentó. Kruk, que también es vicepresidenta del Pen Club de Ucrania, confirmó que los escritores ucranianos que escribían en ruso –los dos idiomas tienen uso generalizado en todo el país– han pasado al ucraniano. Los puentes, en el arte, también han sido quemados. Kruk recibió el aplauso y la admiración de cuantos se reunieron para escucharla.
Esto sucedió por la tarde. Unas horas antes, el auditorio de la Casa de Cultura se llenó de familias que asistieron al concierto Jazz for Children. Melodías aptas para que los más pequeños celebren el movimiento y la sala se convierta en una verdadera fiesta. Y es que el jazz, que a veces da gravedad, las más de las ocasiones resuelve la alegría.
El concierto de despedida de la segunda edición lo protagonizó Carlos Sarduy que, en formato trío, llenó el teatro de la Factoría Cultural con su música cubana de tanta alegría como la que había sonado unas horas antes.
Han sido cuatro días en que los versos y las notas de música han convivido como si nada, los autores españoles y los internacionales. Durante cuatro días, los poemas no han sido de arte menor.