El gran escaparate regional de las artes plásticas atesora en sus fondos una veintena larga de creadores avilesinos que, desde sus primeros años, lograron hacerse un hueco, incluso, con exposiciones individuales. Es el caso de Nicolás Soria, Ignacio Bernardo, Ramón Rodríguez y Juan Carreño de Miranda. Su obra y la de otros 24 avilesinos más se exhibe de las salas 20 a 27 del Museo de Bellas Artes de Asturias. Hay esculturas, fotografías, pinturas, dibujos, instalaciones contemporáneas... que comparten su origen en los creadores de la Villa del Adelantado. Un tesoro que conforma en sí mismo otra pequeña pinacoteca dentro del Bellas Artes.
Hace apenas unos días, el director del Museo, Alfonso Palacio, planteó una sorpresa para los avilesinos, utilizando como 'gancho' la presentación del libro de Juan Carlos De la Madrid, "Avilés, una historia de mil años". La sorpresa fue anunciar la posibilidad de que en 2024 o 2025 la ciudad pudiera acoger una exposición de obras de los 28 artistas avilesinos que están guardadas en la gran pinacoteca regional, considerada como una de las grandes instituciones museísticas del país.
Algunos de esos trabajos se pueden encontrar en las exposiciones permanentes del Museo y son de autores tan diversos, en su arte y en el tiempo, como Alfredo Aguado, Chechu Álava, Diana Álvarez, Octavio Bellmunt y Traver, Ramón Caso de los Cobos y de las Alas Pumariño, Charo Cimas, Soledad Córdoba, Carlos Coronas, Trinidad Fernández, o Benjamín Menéndez, entre otros.
Alfonso Palacio señaló que la "matrona" de esa gran exposición podría ser el libro de Juan Carlos De la Madrid, que calificó de "maravilloso y obra sin par" y destacó que "no hay una obra similar de ninguna de las grandes ciudades de Asturias".
Ese trabajo único y singular de otro avilesino sirve de contexto para la propuesta lanzada por Palacio de reunir en la ciudad las obras de sus creadores señeros guardadas en el Bellas Artes, a donde llegaron bien en sucesivas campañas de adquisiciones del centro museístico o bien a través de depósitos de instituciones y particulares.
En sus más de cuatro primeras décadas de vida (se inauguró en 1980), la gran pinacoteca asturiana acogió exposiciones individuales de cuatro avilesinos de cuna y otros tantos de adopción (Vicente Pastor, Ricardo Mojardín, Francisco Fernández y José Ferrero).
Lo que se plantea en la gran exposición que ahora ofrece a la ciudad Alfonso Palacio es que los vecinos de Avilés puedan disfrutar en casa de las diferentes corrientes artísticas que exploraron sus ciudadanos más adelantados en las artes plásticas.
La carencia de una pinacoteca local avilesina la explica Juan Carlos de la Madrid en "Avilés, una historia de mil años". Fue el joven diputado Manuel Pedregal Fernández, hijo de José Manuel Pedregal Fernández, de quien heredó los valores de la Institución Libre de Enseñanza, el primero en mostrar su empeño "para que Avilés tuviera un museo".
Y abunda De la Madrid en su libro que fue tras una reunión con personal y profesorado de Artes y Oficios, en el otoño de 1934, cuando Pedregal plasmó esa idea. La revolución del 34 la dejó aparcada algún tiempo hasta que, al año siguiente, José María Malgor, jurista y grafómano, hacía público idéntico objetivo que el anunciado por Pedregal.
"Su proyecto se articulaba en torno a la exposición de la colección diplomática municipal, con el fuero y los documentos medievales como sección de honor", recuerda De La Madrid. Tampoco se llevó a la práctica. Al Avilés de la guerra civil no le quedó tiempo para museos.
Hubo que esperar a la llegada de Ensidesa para que los dirigentes políticos locales tomaran conciencia de la importancia de preservar la identidad de la ciudad. En 1962, recoge el libro "Avilés, una historia de mil años", se planteó por primera vez la posibilidad de hacer un Museo de Avilés en el edificio conocido como casa de Pedro Menéndez, en la plaza de Camposagrado. Se encargó un inventario de objetos artísticos y de valor histórico en manos de particulares y se apeló a la colaboración popular.
Después de diversos avatares, en 1983 lo que se instaló allí fue la Escuela de Cerámica (hoy en Factoría Cultural), con el pintor Ramón Rodríguez al frente durante muchos años.
El Museo de Avilés con el que soñaba el joven Pedregal no quedó lejos de allí. Fue instalado finalmente en la zona soportalada de la calle La Ferrería, donde abrió sus puertas en el año 2013, bajo el diseño de los doctores Vidal y Juan Carlos de la Madrid. Era el primer museo público sobre la historia de la ciudad. "Los museos siempre han sido un espacio de representación, primero del poder y luego del conocimiento", recuerda Juan Carlos de la Madrid y en el Museo de la Historia Urbana, en cuyo desarrollo expositivo participó él mismo, lo que se pretendía era servir de representación de una comunidad: Avilés. La obra de los creadores locales quedó, por fortuna, a salvo en las salas del Museo de Bellas Artes de Asturias.
Con la exposición que se ofrece ahora a la ciudad, lo que Alfonso Palacio trata de ensalzar es el importante legado artístico que ha quedado plasmado a través de la obra de los 28 avilesinos presente en las salas del Museo.
Así, de entre las 106 obras recogidas, la colección más numerosa es la de Luis Bayón, cuyo verdadero nombre es Luis González Iglesias, (Avilés, 1894– Barcelona, 1945). Suyas son 34 obras de la pinacoteca regional. Le siguen, por numerosas las colecciones de las familias Soria (con 18 obras presentes) y Pérez Espolita (9).
Algunos de ellos son de los primeros presentes en el Museo. De Nicolás Soria se presentó una gran muestra antológica con 72 obras, además de fotografías y objetos personales en el año 1983. Le siguió el escultor Ignacio Bernardo, en el mismo ejercicio, con su primera individual en la sala de exposiciones temporales del Museo ovetense.
Al año siguiente, Ramón Rodríguez colgó treinta de obras de la serie "Kiss me, baby". A Juan Carreño de Miranda (Avilés, 1614-Madrid, 1685), una de las figuras principales del panorama pictórico cortesano de la segunda mitad del siglo XVII, se dedicaría la exposición del Bellas Artes entre octubre y noviembre de 1985 coincidiendo con el tricentenario de su muerte.
El quinto de los nacidos avilesinos que pasó por las salas del Museo fue Carlos Suárez, en 2016, con cuatro obras presentes, igual que Carlos Coronas y Ramón Rodríguez. La presencia femenina es más escasa, aunque no por ello simbólica. Siete de los 28 artistas presentes en el Museo asturiano son mujeres: Ana del Puente, Chechu Álava, Charo Cimas, María Galán, Rebeca Menéndez, Soledad Córdoba y Trinidad Fernández, con dos obras cada una salvo María Galán, con cuatro.
Habida cuenta de la riqueza de los creadores avilesinos a lo largo de la historia, el ofrecimiento que llega a la ciudad de la mano del director del Museo de Bellas Artes de Asturias no puede más que aplaudido y recogido como un guante para que, a quienes corresponda, le dé forma al proyecto artístico más ambicioso para la ciudad en mucho tiempo.