Entrevista |

"Trabajar en la Royal Shakespeare me hizo sentir como Gasol cuando llegó a la NBA", dice David Luque

"Con Declan Donellan volvemos en ‘La vida es sueño’ a la esencia más básica de la labor de actor y eso siempre es necesario", señala el actor

El actor David Luque, en una imagen promocional.

El actor David Luque, en una imagen promocional. / Saúl Fernández

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El actor David Luque (Madrid, 1972) es Clotaldo en "La vida es sueño" que llega mañana viernes (20.00 horas) al auditorio del Niemeyer, la primera incursión del director británico Declan Donellan en la literatura española y con actores españoles. Pero, además, es Segismundo en otra versión del clásico de Calderón que estrenó el año pasado, la de Pablo Viar. Y siendo todo esto, también trabajó en la Royal Shakespeare de Londres, una de las compañías más prestigiosas del mundo. Y en Suiza. Y en Alemania.

–Está a la vez en dos "La vida es sueño".

–(Risas) Me la sé de memoria. La de Viar la estrenamos en el festival de Almagro. Y ésta, la de Declan Donellan, en Gerona. Tenemos muchas ganas ya de estar en Avilés.

–¿Cómo se apaña?

–Mira. El próximo día 9 hago de Segismundo en el teatro Rojas, en Toledo. Y el día 15 estrenamos en La Comedia este montaje que llevamos a Avilés. "La vida es sueño" es un texto fascinante que, además, me lo sé de veras. En la de Viar también hago de Basilio. Disfruto de tan maravilloso placer.

–¿Cómo es trabajar con Donellan?

–Escucha de una manera muy acertada. Se preocupa mucho del abecé de la interpretación, que a veces se nos olvida. Con Declan Donellan volvemos a la esencia más básica de la labor de actor y eso siempre es necesario. Además, es sorprendente cómo lee la obra, cómo se enfrenta al texto. Que seamos todos españoles y él inglés no supuso problema. Trabajamos con Juan Ollero, un director que también es intérprete.

–Cuénteme esto del abecé.

–Se preocupa de algo tan sencillo como volver a preguntarnos qué le pasa al actor y al público cuando están en el teatro. A eso es a lo que me estoy refiriendo.

–¿Cómo llegó al montaje?

–Hice unas pruebas en Madrid. Resulta que yo he trabajado varias veces con Dan Jemmett, que fue ayudante de dirección de Donellan. Con él hice "El burlador de Sevilla" y "Nekrassov", de Sartre. Hice esas dos pruebas y se decidió por mí.

–Ha trabajado por media Europa, no es muy común.

–Arriba de los Pirineos, sin embargo, sí. Llegué a la Royal Shakespeare porque me vieron actuar en Alemania. Me dijeron que fuera a Londres a hacer una prueba y así lo hice. Imagino que, al final, refrendé la primera impresión que tuvieron de mí y por eso me cogieron.

–¿Y qué hacía en Alemania?

–Trabajé con Elena Mendoza, que fue premio Nacional de composición de ópera. Hicimos "Der fall Babel" en el Festival de Schwetzingen, muy cerca de Frankfurt. Resulta que la escenógrafa de aquella ópera también estaba en la Royal Shakespeare.

–Estar allí debió de ser algo parecido a estar en el cielo de los actores.

–Así es. Me sentí muy afortunado, como Gasol cuando llegó a la NBA. Es una maravilla los medios materiales de que disponen. Si hubiera voluntad, Almagro podría ser nuestro Stratford-upon-Avon.

–Ser actor, en esas latitudes, parece que se celebra más que en éstas.

–Estuve ocho meses en la Royal y me sentí cuidado como nunca. Los actores tienen mucha consideración social. Todos los días veía a chavales visitando el teatro. En una ocasión el Príncipe Carlos, cuando todavía era heredero, inauguró una exposición de vestuario antiguo de la compañía. Imagínate que la Princesa de Asturias hiciera lo mismo acudiendo a una muestra de la Compañía de Teatro Clásico.

–¿Es distinto interpretar en español que en inglés?

–La parte de analizar el texto y desentrañarlo es igual.

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