El temido "cupo cero" amenaza la pesquería del chicharro, otro pescado azul en crisis

La biomasa de jurel, como antes pasó con el bocarte y la sardina, da síntomas de agotamiento y la Unión Europea es favorable a la veda total

Barcos faenando al amanecer.

Barcos faenando al amanecer. / ANGEL GONZALEZ

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

El dicho popular "no hay dos sin tres" parece cumplirse, para preocupación de los pescadores asturianos, en relación a las pesquerías que tienen como objetivo los llamados "pescados azules" (aquellos con más alta proporción de grasa inserta entre los músculos). En 2005 se puso en marcha la veda del bocarte en el Cantábrico por la alarmante disminución de su biomasa, una década después hubo que restringir de forma importante la pesca de sardinas por el mismo motivo y, ahora, la alarma salta con el jurel, más conocido en Asturias por su nombre popular: chicharro.

Según el informe científico elaborado para orientar la toma de decisiones de cara a la ordenación de la pesquería de chicharro en 2023, la situación de la biomasa de reproductores está por debajo de la que se considera límite para garantizar la supervivencia del stock. Es más, los investigadores, aseguran que seguirá por debajo en 2024 aunque se imponga el cierre total de la pesquería o se plantee cualquier otro escenario restrictivo. Y sobre esa premisa, la recomendación que llega a la mesa del consejo de ministros europeos de pesca es el temido "cupo cero".

Para el presidente de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Asturias, Adolfo García Méndez, sería "grave" que se adopte el criterio de cero capturas: "Podemos entender que haya una reducción precautoria, pero pasar de poder pescar más de 70.000 toneladas desde el mar de Noruega hasta el Cantábrico [el acuerdo que tomaron los Veintisiete en 2021] a cero es demencial. Según los científicos, el recurso está en horas bajas y lo responsable es minimizar daños, pero la veda total sería un palo muy fuerte para los barcos que capturan esta especie".

Los barcos que usan artes de cerco tienen al chicharro como una especie prioritaria para la pesca dirigida (la que tiene por objetivo un pez concreto) y los de enmalle y arrastre realizan pescas accidentales de chicharro porque el mismo se entremezcla con sus capturas objetivo.

Los representantes del sector pesquero del Cantábrico –muy especialmente los de Galicia, una comunidad donde las capturas de chicharro generan una valor en tierra de 30 millones de euros– trasladaron semanas atrás a la Secretaría General de Pesca que "no es sostenible ni social ni económicamente para las flotas" adoptar un cupo cero de chicharro. Y expusieron lo ocurrido con la sardina, para la que llegó a proponerse un cierre de quince años y en apenas un lustro se ha recuperado el stock. El asturiano García Méndez trae a colación el caso de la merluza, que después de una década sumando recortes en aguas ibéricas, "resulta que estaba mal el modelo matemático de cálculo y ahora han tenido que abrir la mano aumentando un 70 por ciento las capturas".

El sector pesquero que aglutina a las flotas del Cantábrico aceptaría bajar la cifra autorizada de capturas de chicharro a 15.000 toneladas para 2023 y recomienda dedicar más esfuerzo a analizar "con detalle" el estado de la biomasa, prestando especial atención al hecho de que no necesariamente tiene que ser lo mismo su situación en aguas próximas a Noruega que en la costa del Cantábrico.

La dinámica comercial de la especie en las rulas de Asturias ofrece datos contradictorios: en los últimos cinco años, y pese a que supuestamente menguó la biomasa, ha aumentado la cifra de desembarcos.

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La propuesta inicial de Europa para las pesquerías en aguas ibéricas contempla un aumento del 10 por ciento en las posibilidades de pesca de la merluza sur (la que se captura en las aguas más cercanas a Asturias) tras una década de recortes debido a la recuperación de la especie constatada por el Consejo Internacional para la Exploración del Mar.

La merluza no es la única pesquería que podría verse beneficiada del acuerdo que tomen mañana o pasado –según se alarguen las negociaciones que comenzaron ayer de noche– los ministros de pesca de los Veintisiete. Bruselas ha puesto también sobre la mesa un aumento del 12 por ciento para la cuota del rape (pixín) y lo mismo para el gallo del Cantábrico, en su caso un 33 por ciento más.

El Gobierno de España, según ha adelantado el ministro Luis Planas, pedirá la revisión de la propuesta de la Comisión para los Totales Admisibles de Capturas (TAC) que plantean recortes para otras especies como el lenguado (-11 por ciento), la cigala del Cantábrico (-36 por ciento) o el abadejo (-10 por ciento) en el mar Atlántico, donde la flota española tiene intereses en 18 de las 26 poblaciones que son objeto de negociación estos días. España, con el apoyo de Francia y Portugal, plantea como novedad la necesidad de fijar, en determinadas especies pesqueras, cuotas plurianuales, de dos y hasta tres años, para «dotar de mayor estabilidad y capacidad de planificación a la actividad pesquera».

El objetivo de esta iniciativa, que se pondría en marcha bajo la presidencia española en el segundo semestre de 2023, es que el sector pesquero pueda planificar mejor su actividad empresarial, bajo el asesoramiento científico de carácter plurianual. «Si hacemos un esfuerzo colectivo podemos identificar esos stocks y avanzar. Será una muestra de que nos modernizamos, como Consejo, al mismo tiempo que modernizamos al sector», ha remarcado Planas.

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