La diosa Fama baja del cielo y se hace teatrera

El Niemeyer atrapa a más de novecientos escolares de toda Asturias en un pase especial con preguntas "Vive Molière"

Saúl Fernández

Saúl Fernández

La actriz Laura Ferrer fue la primera en hablar. Es normal. Hace de diosa Fama en "Vive Molière", la comedia de Álvaro Tato que programó ayer –dos veces– el Centro Niemeyer, en Avilés. La primera vez, una exitosísima "matinée" con más de 900 escolares entregados al espectáculo; la segunda, la incluida en el ciclo Escena Avilés, la de por la noche, la primera del año.

Y fue la primera en hablar porque la reconocieron desde el patio de butaca. "¿Estuviste en el pase matutino de ‘El animal de Hungría’?", preguntó. Y cuando la respuesta desde la platea fue afirmativa ella ofreció la información necesaria. "¿Os acordáis que dije que aquella era mi última función? Pues era por esto".

Y "esto" fue la fiesta que montaron el director de escena Yayo Cáceres y el poeta Álvaro Tato que tienen dos encarnaduras dramáticas: una bajo los influjos de Ron Lalá y la otra, la de ayer, la de Ay Teatro, la compañía que tienen con Emilia Yagüe, con la que montaron el año pasado –el del cuarto centenario del nacimiento del comediógrafo– el montaje con el que los 900 escolares que se juntaron por la mañana en el Niemeyer se rompieron las manos a aplaudir. Y a reír. A costa de la divina Fama, pero también del Misántropo, del avaro, de don Juan y de todas las criaturas que Molière llevó de su mente a las tablas y, desde allí, al universo entero.

Como se vio bien cuando comenzó el turno de palabras tras la función: "Habéis sido un gran público", confirmaron la propia Laura Ferrer y sus compañeros sobre la escena: Marta Estal, Juan de Vera, Kevin de la Rosa, Mario Portillo y Amalia Portes. Cinco actores para incontables personajes. Circunstancia esta que llamó la atención de los escolares preguntadores del final de la función.

Eso y hasta qué significa el cartel de "Vive Molière" (que tiene una bombilla cubierta por una peluca a lo Jean-Baptiste Poquelin, que fue el nombre de pila del autor de "El enfermo imaginario", por ejemplo.

La iniciativa de llevar escolares al teatro que lleva a cabo el Niemeyer desde hace algo menos de un año está llena de éxitos: "El Golem", de Juan Mayorga y Alfredo Sanzol; "El animal de Hungría", de Lope de Vega y Ernesto Arias y, últimamente, "La vida es sueño" de Calderón y Declan Donnellan.

La fundación del Niemeyer propone a las compañías incluidas en el ciclo Escena Avilés la posibilidad de realizar una función especial para alumnos de 3.º de ESO y primero de de Bachiller. Esta oferta la publicitan en el portal de la Consejería de Educación y son los centros escolares los que responden a la invitación (la entrada es gratuita para los escolares y profesores, pero el instituto se encarga de la intendencia para el traslado al Niemeyer).

Los que estuvieron ayer viendo la comedia de Tato y Cáceres fueron alumnos de los institutos avilesinos Número 5, La Magdalena, Carreño Miranda y Menéndez Pidal. Además, estuvieron en la platea los del IES Carmen y Severo Ochoa, de Luarca; César Rodríguez, de Grao; el Batán, de Mieres; del Selgas de Cudillero y del Virgen de Covadonga, del Entrego. Además, participaron varios alumnos de la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD). Así que sí, hubo entre el público aprendices de actores: de Bachillerato de Artes Escénicas y también del centro superior gijonés.

De ahí las muchas preguntas sobre la formación del elenco, sobre los consejos para subirse sobre la escena. "Con un tobogán y dos sillas habéis hecho algo maravilloso", se escuchó en el Niemeyer. Y la diosa Fama y sus criados se emocionaron más que los espectadores

Suscríbete para seguir leyendo