Los tres tenores de la cultura avilesina

El trabajo que emprendieron Antonio Ripoll, Ramón Rodríguez y Chema Martínez hace cuarenta años se convirtió en los cimientos del presente

Antonio Ripoll, Ramón Rodríguez y Chema Martínez | Ricardo Solís / María Fuentes

Antonio Ripoll, Ramón Rodríguez y Chema Martínez | Ricardo Solís / María Fuentes

S. F.

José Martínez apunta desde México: "Al llegar en 1979 al Ayuntamiento se apostó decididamente por la cultura. De la Casa de Cultura anterior decidimos que Antonio Ripoll, bibliotecario, siguiese al frente de la misma –a pesar de varios que se propusieron para el cargo– y aprovechamos que había un grupo informal de colaboradores –Alberto del Río y Ramón Rodríguez– para organizar un equipo por áreas: Del Río, en el departamento de cine y televisión principalmente; Ramón Rodríguez, en Artes Plásticas con José Manuel Feito, en Cerámica; Chema Martínez, en Música y, yo mismo, en teatro". Martínez ahora es periodista. En 1979, el vicealcalde del socialista Manuel Ponga Santamarta; en todo caso, uno de los responsables del reverdecer cultural del Avilés de la Transición.

La ciudad no venía del páramo –el abogado José Ramón Cuevas, que había sido presidente de la Sociedad de Amigos del Arte de Avilés, y la catedrática de Ciencias Naturales Esther Carreño habían puesto en marcha la Casa de Cultura de la calle Jovellanos, el germen de la actual, de la de Álvarez Acebal–, pero el primer gobierno democrático de la ciudad se había propuesto atender bien las necesidades culturales de un Avilés que, ya en los años veinte y treinta del siglo pasado –al calor de José Francés, el crítico de arte más importante de España– había empezado a acoger las primeras exposiciones de arte asturiano del siglo XX. Así que sí, el pueblo inquieto que despertaba de la modorra del franquismo, con la reconversión industrial muy lejos de cualquier punto de mira todavía, se desperezó para transformarse. Y aquella fiesta de hace cuatro décadas sigue manteniendo –así así– la fiesta cultural del momento presente.

Aquel sexteto original, por aquello de que el tiempo pasa y no perdona, ha devenido en un trío de tenores tan notable como el formado por Antonio Ripoll –actual programador de teatro del teatro Palacio Valdés–; Ramón Rodríguez –que este jueves presentó su último libro de cuentos y de recuerdos "Horizonte y camino" (Nieva, 2023)– y Chema Martínez –que es el organista titular de la iglesia nueva de Sabugo–.

José Martínez, el muñidor de todo aquello, planteó cómo recuperar el aliento de la cultura y con qué piezas hacerlo. Dice: "Nada más que Ripoll era empleado municipal como bibliotecario. Los demás fueron contratados en diversos tiempos y circunstancias. Alberto del Río como organizador y coordinador de todos; Chema Martínez, era el director de la Escuela de Música; a Ramón Rodríguez se le contrató cuando se hizo la Escuela de Cerámica, como director de la misma".

Ramón Rodríguez. | María Fuentes

Ramón Rodríguez. | María Fuentes / MARIA FUENTES

Esto sucedió cuando José Manuel Feito se bajó del proyecto. Lo explicó el párroco eterno de Miranda en sus memorias –"Hecho y dicho" (Impronta, 2021)–: "Desde un principio planteé al Ayuntamiento cómo veía yo el museo y su importancia, el de la Escuela [de Cerámica] vino después. Todo el desarrollo de esta fase final de la cerámica xagó en Avilés fue largo y complicado. Hubo que habilitar un edificio, instalar dentro el museo, su planificación y dependencias, su funcionamiento. Cuando ya estaba casi todo me dijeron que tenía que habilitarse también un local para la escuela y que tenía que compartir la dirección con otro director. No me pareció bien porque él tenía sus ideas y otros planes. Se inclinaba más a hacer cerámica moderna". (p.159).

Como las cosas en palacio van despacio, hasta que José Martínez puso en marcha eso que le habían encargado sus compañeros socialistas, pasaron los años, tantos como para que Martínez hubiera dejado la política, pero le dio tiempo a encender la mecha de lo que tenía que haber sido la cultura en Avilés de estos últimos cuarenta años, los mismos que tiene la Escuela de Cerámica, los que superó la Semana de Música Religiosa que se había inventado Chema Martínez y que se murió por la pandemia y por la falta de aliento y la ausencia de presupuesto.

Así quedaron, delimitadas, las áreas que había que explotar: Artes Plásticas, Música, Audiovisuales y Cine, Teatro. Del Río fue el primer coordinador, pero cuando se creó la Fundación de Cultura se precisaba un director de plantilla. Ese era Antonio Ripoll, que era funcionario del Estado, después del Principado y, al final, tras unas oposiciones, quedó transferido al Ayuntamiento, a la Fundación de Cultura. Pero esto sucedió ya a finales de los ochenta –la nueva Casa es de 1989–.

Chema Martínez. | Ricardo Solís

Antonio Ripoll. | Ricardo Solís

Chema Martínez, que había sido el encargado de programar música en el último piso de la Casa de Cultura de la calle Jovellanos, se encargó de dirigir, primero, la Escuela de Música de Avilés y, después de muchos años (con pérdida de expediente incluido), del Conservatorio reglado, que nació oficialmente en enero de 2000.

Los ya cuatro –autodescartado José Manuel Feito y Martínez fuera de la política– gobernaron sus áreas de manera autónoma. Cada uno de ellos sacaba sus correspondientes "Papeles" con apellido: Música, Plástica... Hubo un encuentro en el que el Ayuntamiento reunió a los protagonistas de esta fiesta. Los proveedores de servicios (Chema Martínez era profesor de Lengua en el Menéndez Pidal; Ramón Rodríguez, profesor en el colegio Estilo y en el Carreño Miranda; Del Río, trabajador del departamento de Comunicación de Ensidesa) tenían que formar parte de la nómina municipal. El único que lo era es Ripoll y, por tanto, había asumido la coordinación primera.

Ramón Rodríguez. | María Fuentes

Chema Martínez. | Ricardo Solís

La primera idea fue igualar a todos con la categoría de técnicos de cultura. Pero fue una idea que se daba de bruces con la circunstancia de que sólo dos de ellos tenía título superior. Había que hacer oposiciones. Y así es como reempieza la nueva vida de la Casa de Cultura: Ripoll como director, el responsable de la publicaciones. Unos solos "Papeles" para todo Avilés: Biblioteca, Música, Arte, Teatro... Mariví Monteserín, entonces concejala de Cultura, avaló la reorganización.

La dirección de Ripoll no significó, sin embargo, que cada director de área tuviera que reportarle el resultado de su trabajo. "Trabajaban de manera autónoma y yo no me metía en sus áreas", reconoce Ripoll. Lo que sí sucedió es que el mundo se fue llevando a cada uno de los protagonistas por caminos singulares: Rodríguez compatibilizó la Escuela de Cerámica con el CMAE, Martínez se metió de lleno en el Conservatorio, y Ripoll compartió la dirección de la Casa de Cultura y el teatro Palacio Valdés. Hasta 2012.

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