"Aquí nos despedimos. Muchas gracias por todo y esperamos vernos pronto". Faltaban dos minutos para las ocho en punto de la tarde cuando por los altavoces de Zara se escuchó el mensaje de despedida. La respuesta fue un aplauso de la clientela que aún estaba en el interior del local. Fuera les esperaba la despedida de compañeras de otras marcas pertenecientes también a Inditex, familiares y clientes «de toda la vida».
Hubo muchos aplausos, largos y calurosos, y también muchas lágrimas. «Esta ciudad no será igual sin vosotras. Gracias», rezaba en la pancarta colocada para la despedida.
La verja metálica de seguridad que cubre el acceso al local empieza a bajar. Pero no es un día más. Esta vez supone el cierre definitivo de Zara en Avilés. Era la tienda número 26 de todas las que tiene la marca de moda en el mundo, lo que indica que era una de las más antiguas. Se había implantado en la ciudad hace 41 años, y 25 en el gran bajo que ocupó hasta ayer en la céntrica calle José Cueto.
La plantilla, integrada por 18 «compañeras», volverá el lunes «a recoger», y el martes ya lo harán en sus nuevos destinos de Oviedo y Gijón.
La marcha de Zara de Avilés responde a la nueva estrategia de Inditex, la gran marca de moda que engloba los negocios del sector textil de Amancio Ortega. En 2020, el año de la pandemia, la compañía decidió reducir en 1.200 sus establecimientos en todo el mundo. Emprendió entonces un proceso de cambio en sus establecimientos a pie de calle que pasaba por cerrar los más pequeños, como el de Avilés, y abrir superficies comerciales de mayor dimensión, como el que inaugurará en Parque Principado.
Esta decisión ha supuesto la clausura en todo el país de entre 250 y 300 tiendas de sus ocho marcas de ropa, y la apertura en otros lugares de nuevos establecimientos más grandes, con más espacio de almacén para dar respuesta a las compras por internet.
El cierre de Zara en Avilés ha sido un golpe para el comercio avilesino. Ubicada en el centro de la ciudad, esta tienda era un polo de atracción en sí misma.
«Es una verdadera pena», repetían muchas de las personas congregadas en la calle. «Avilés se está quedando sin nada. A esta tienda venían de muchos sitios, de Luanco, de Piedras, de Soto del Barco, de Muros... y de la que estaban aquí ya compraban en otros comercios. Cierra el comercio, los domingos no hay tampoco dónde tomar un café... Y nadie hace nada. Estoy muy disgustada», decía Victoria Eugenia Busto apoyada en su bastón mientras veía bajar la verja.