Antonio Tabernero | Fotógrafo, comisario de la exposición «Vielba 1921-1992», en el Niemeyer

"Si no hubiera existido Gerardo Vielba, la fotografía de nuestro país sería distinta"

"Es difícil decir qué define la Escuela de Madrid, siempre se ha dicho que seguían la estética neorrealista italiana, pero no pasaba con todos"

Antonio Tabernero, ayer, en el foyer del Centro Niemeyer. | María Fuentes

Antonio Tabernero, ayer, en el foyer del Centro Niemeyer. | María Fuentes / Saúl Fernández

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El fotógrafo Antonio Tabernero (Madrid, 1952) se ha encargado de organizar la exposición "Vielba 1921-1992", que se inauguró ayer en el "foyer" del Centro Niemeyer y que estará colgada en Avilés hasta el próximo 2 de julio. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA tras una visita comentada a la muestra, en la cafetería del complejo de la ría.

–Gerardo Vielba, me lo acaba de decir, es el maestro de los fotógrafos modernos.

–Si no hubiera existido Vielba, la fotografía de nuestro país sería de otra forma. No es que lo diga yo, lo dice Mónica Carabias, que es una historiadora. Sin Vielba, la fotografía sería otra cosa. Vielba era muy generoso y repartía enseñanzas con todos, fueran próximos a él, lejanos, con otras tendencias. Es igual: él ayudaba a todo el mundo. Dice Cristina García Rodero que Vielba estaba marcado como los potros y su marca era fotografía, fotografía, fotografía; pedagogía, pedagogía, pedagogía.

–¿Y explotaba esa figura de maestro?

–No. Vielba ha estado en la sombra hasta ahora. Han brillado todos los de su alrededor y no él.

–O sea, que no se daba ninguna importancia.

–Ninguna. Era humilde completamente.

–¿Por qué empezó a fotografiar?

–Conociendo mucho de pintura, teniendo muchos amigos pintores y pudiendo haberse dedicado a pintar, sin embargo, le llamó la atención el poder que tiene la fotografía; se dio cuenta de esa cosa que te lleva a sitios impensados. Te lleva, por ejemplo, al inicio de la escritura. A mí las fotos de Vielba –las de Cualladó también– me llevan a estadios de nuestra propia cultura. Si tenemos algo verdaderamente profundo es el lenguaje. ¿Cómo se formó esto? En un momento dado, a una sombra hubo de poner un sonido. Todas estas fotografías me llevan a esos principios del lenguaje, de tratar de captar lo real.

–¿Y cómo empieza Vielba?

–Se compra una cámara para fotografiar a sus hijas, pero tenía un afán artístico. Todos los sábados iba al museo del Prado. Comentaba que era el único niño, que iba todos los sábados y que no veía a más niños. A esto se suma la circunstancia de que era un lector voraz, que era algo que había heredado de su padre. Sabía mucho, mucho de todo.

–Es el primero de la Escuela de Madrid. ¿Qué tiene esa Escuela?

–Es difícil decir qué les define como escuela. Siempre se ha dicho que seguían la estética neorrealista italiana, sin embargo, Cualladó no es tan neorrealista, él es más "nouvelle vague", esto lo tengo clarísimo. Los fotógrafos de esta escuela están renovando la fotografía española, que está muy atrasada y se ha quedado en José Ortiz Echagüe: contraluces de los años cincuenta, fotos ñoñas. En un momento determinado Ramón Masats pasa por Madrid, se hace socio de la Real Sociedad Fotográfica y les enseña fotos a los Vielba, Cualladó, Paco Gómez, Fernando Gordillo… Eso les reactivó y supieron hacer cosas que superaron a los de Almería y hasta el mismo Masats. Todos estos de Madrid tienen algo de Vielba.

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