Noviembre de 2020, el alumnado de tres años de la Sagrada Familia entierra una caja de plástico decenas de objetos: mascarillas, una vacuna, juguetes de cuando eran bebés, fotos, un chupo, entre otros. Esa maleta también cuenta con un calendario. Treinta meses después, su maestra Belén Gómez González ayudada por los pequeños que ahora rondan entre los cinco y los seis años, desenterró esa maleta, esa cápsula del tiempo que ayer devolvió al centro a los peores momentos de la pandemia. La directora de la Sagrada Familia, Marisa Fernández, recuerda que la cápsula del tiempo fue enterrada pocos meses después de la vuelta al cole tras el confinamiento y marcados por las mascarillas, los grupos burbuja y la casi inexistencia del contacto físico. "Fue una época inolvidable, la época más dura para la enseñanza", indicó Fernández.
Mientras tanto, los pequeños que ayer redescubrieron los objetos que depositaron en una caja en noviembre de 2020 "vivieron una especie de día de los Reyes Magos" con sus recuperados objetos y fotos "que muchos ni se acordaban", resumió Gómez.
La idea de la cápsula del tiempo fue una propuesta del claustro del centro para, de alguna manera, aliviar aquellas tensas jornadas educativas con una pandemia floreciente "en la que los alumnos tuvieron un comportamiento ejemplar, muy por encima del de los adultos", remarcan las docentes sobre un tiempo en el que no existían los abrazos, aún nadie sabía nada de las vacunas anticovid y el contacto docente-alumno era limitado y todo regado con gel hidroalcohólico.
Por suerte, todo aquello pasó a la historia y todos esos recuerdos que los pequeños de tres años depositaron en una caja de plástico para enterrarla después junto al huerto escolar volvieron de nuevo a sus manos, dos años y medio después de esas duras jornadas de grupos burbuja.