Un proyecto gemelo a la acería avilesina

Ensidesa propuso en 1962 acabar con Doñana construyendo una fábrica de acero entre Trebujena y Sanlúcar

"En la desembocadura del Guadalquivir se producen todas las condiciones que satisfacen adecuadamente las exigencias", determina el redactor del informe encargado por el INI en Avilés

Reproducción del alzado de la factoría siderúrgica del sur de España. | INI

Reproducción del alzado de la factoría siderúrgica del sur de España. | INI / Saúl Fernández

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Las marismas del Guadalquivir, cuando todavía no eran ni parque nacional, ni Patrimonio de la Humanidad, estuvieron en el punto de mira de la Empresa Nacional Siderúrgica (Ensidesa) que planteó su drenado para poder construir allí una fábrica que atendiera las necesidades de acero de España en aquellos años primeros del Desarrollismo. Actualmente, la Junta de Andalucía tiene reservado para esas mismas marismas un futuro denunciado por el Gobierno de España, la Comisión Europea y la Unesco.

El gobierno autonómico que preside el popular Juanma Moreno Bonilla, con el apoyo de Vox, defiende una ley de regadíos que, aseguran sus opositores, va a consumir esas marismas y generar una pertinaz sequía. Este proyecto se suma al de una macrourbanización en la localidad de Trebujena. Justo ahí es donde Ensidesa había planeado levantar su fábrica hermana.

El Instituto Nacional de Industria (INI) encargó a un ingeniero de la siderúrgica avilesina un estudio de prospección sobre el sector del acero español. Lo terminó en 1962. Y en él señala las carencias que ha encontrado. Estas carencias, vaticina, devendrán en un porvenir corto si no se actúa pronto para solucionarlas.

Resulta significativa la fecha del informe del INI al que tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA porque el primer horno alto avilesino se encendió en 1957, o sea, en menos de seis años, la fábrica de Avilés se había quedado corta. De hecho, confirma el autor anónimo del informe: "... para el año 1970, el consumo es superior a la producción, habiéndose antes agotado toda posibilidad de exportación". O sea, corre prisa crecer. ¿Cómo? "No hay más remedio que pensar en montar otra nueva planta siderúrgica que permita, durante un período razonable de tiempo, dar satisfacción a la demanda de los consumidores, y para ello se hace indispensable que, a lo más tardar para el año 1969, debería esta planta estar en condiciones de funcionar, lo que requiere que cuatro años antes pueda iniciarse la construcción, que a su vez hace necesario un período de estudio que no debe ser inferior a dos años, para construir la Empresa que haya dar cima a esta labor".

Y apunta una ubicación ideal: "En la desembocadura del Gualdalquivir se producen todas las condiciones que satisfacen adecuadamente estas exigencias". Y continúa: "Bajo un punto de vista geográfico, el puerto que allí se estableciera, habría de quedar situado en magníficas condiciones para la importación de minerales africanos, de América del Sur y del Norte y del Oriente". Y a todo esto destaca la circunstancia de que los yacimientos importantes de "mineral español radican al sur de Extremadura, en la provincia de Almería y en el litoral mediterráneo".

El informe de la invasión siderúrgica del actual parque de Doñana se titula "Bases para la instalación de una planta siderúrgica en la zona sur de España". En él se recoge que "los consumos en España abastecidos por la industria nacional o por importaciones, habrán de seguir un ritmo creciente, que conjugado con las posibilidades de producción, nos puede ofrecer una perspectiva de los que ha de suceder en el mercado siderúrgico". Para dar respuesta a esta circunstancia hay que ampliar la producción de acero.

"Salvo la planta que la Empresa Nacional Siderúrgica, S. A. tiene en funcionamiento en Avilés, las demás instalaciones siderúrgicas españolas no son susceptibles de ampliaciones substanciales que les permita producir en condiciones económicas y de competencia con el extranjero, porque fueron concebidas con capacidades reducidas, en épocas ya remotas, y esta condición no las hace demasiado aptas para que las ampliaciones den satisfacción a las exigencias de una moderna racionalización del trabajo", continúa el informe.

"El consumo real en España pasó de un millón de toneladas de acero en 1953 (la misma cifra que en 1929) a 11,7 millones en 1974, creciendo a una tasa anual aproximada del 12,5 por 100", señalan los profesores de la Universidad de Alicante Pablo Díaz Morlán, Antonio Escudero Gutiérrez y Miguel Ángel Sáez en el artículo "¿Proyecto faraónico o chivo expiatorio? La IV Planta Siderúrgica Integral de Sagunto (1966-1977 )" publicado por "Investigaciones de Historia Económica".

El autor del informe del INI lleva la ampliación de la producción siderúrgica española en forma de empresa a las marismas del Guadalquivir: "La nueva planta que se precisa construir debe ser concebida del modo más racional posible, aceptando para ella las soluciones más modernas que en la práctica haya sancionado, situándola de manera que los factores geográficos, políticos, de facilidad de abastecimiento de materias primas y evacuación de productos, y su facilidad de construcción, se produzcan del modo más favorable".

Para el autor del informe "no son demasiados los lugares que se pueden encontrar y que de modo aceptable dan satisfacción a tantas condiciones, pero si se tiene en cuenta la gran disparidad del reparto de la riqueza en España, que hace aconsejable equilibrar la de sus regiones, interesa de modo acuciante la elevación del nivel en los índices más pequeños; son varias las construcciones que están en estas condiciones, pero prescindiendo de las que no ocupan litoral, indispensable para una industria de este tipo, se reduce la cuestión al examen de las posibilidades de aquellas comprendidas entre la frontera portuguesa y la región valenciana". Es preciso litoral y el apoyo político que consiga hacer torear los problemas territoriales.

Pero no solo. "La precisión de contar con un caudal de agua dulce, que para una industria de esta envergadura ha de ser como mínimo del orden de 6 metros cúbicos por segundo para una producción de 3 millones de toneladas, de acero, reduce las zonas de una manera tan definida, que puede decirse señala de modo preciso la ubicación". O sea, es preciso litoral, agua dulce y terreno sin fin. El resultado claro es Doñana.

¿Tiene algún remilgo ambiental el autor del informe? Ninguno. El parque nacional de Doñana es de 1969 (estamos en 1962). En 1989 se creó el parque natural. La Unesco, en 1994, declaró Doñana Patrimonio de la Humanidad por "la gran variedad de sus biotopos: lagunas, marismas, matorrales, monte bajo mediterráneo y dunas móviles y fijas", señala propia Unesco antes de añadir que "es el hábitat de cinco especies de aves en peligro de extinción, posee una de las mayores poblaciones de garzas de la región mediterránea". Las novedades legislativas de la Junta de Andalucía han llevado a la organización a advertir sobre la posibilidad de revertir la declaración.

La nueva fábrica que propugna construir el autor del informe "Bases para la instalación de una planta siderúrgica en la zona sur de España" en las marismas del Guadalquivir debería de haber sido la cuarta de la españolas. Sin embargo, no sucedió así.

Los profesores de la Universidad de Alicante Pablo Díaz Morlán, Antonio Escudero Gutiérrez y Miguel Ángel Sáez en su artículo "¿Proyecto faraónico o chivo expiatorio? La IV Planta Siderúrgica Integral de Sagunto (1966-1977 )" explican: "Las tres siderurgias integrales españolas estaban a punto de convertirse en dos por la absorción de Uninsa por Ensidesa, de tal forma que ambas factorías asturianas, en Veriña y Avilés, serían de titularidad pública a partir de 1972 y su capacidad rondaría los 2,5 y 3,5 millones de toneladas, respectivamente, cuando hubieran terminado sus planes de ampliación hacia 1974. Las instalaciones de Altos Hornos de Vizcaya, por su parte, se hallaban desperdigadas por la geografía vizcaína y valenciana y alcanzaban una producción de 2,2 millones". La cuarta factoría siderúrgica al final fue la de Sagunto. Y fue también la primera en caer. Al principio del Felipismo. Cuatro años después de la redacción del informe de Ensidesa echaron a andar unos refundados Altos Hornos del Mediterráneo. El proyecto de drenar las marismas terminó en agua de borrajas, pese a que el planteamiento que defendía el autor anónimo del documento parecía tener fundados argumentos: la ubicación a pie de muelle de importación y con agua dulce sin cuento y terrenos a espuertas.

"Los planes en avanzado desarrollo de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, con su sistema de pantanos en este río y en sus afluentes y los planes del río Guadalete, aseguran la dotación de agua muy superior a la indicada", apunta. "La superficie del terreno en la zona marismeña de la desembocadura del Guadalquivir es horizontal y prácticamente ilimitada y por otra parte corresponde a tierras que, desde el punto de vista agrícola, son las más inferiores de la marisma".

O sea, que Doñana tiene todo y más para empezar a hacer el acero que precisa el país de manera inmediata (el anónimo autor asegura que la capacidad de fábrica terminará en 1970, o sea, ocho años después de cuando está escribiendo su informe). Escribe: "A todas estas condiciones se une de manera importante, la decisión derivada de una serie de razones políticas y económicas, de estudiar a fondo un ambicioso proyecto para facilitar la navegación del Guadalquivir, sobre la base de construir un canal para navegación, sensiblemente paralelo al río, abastecido con agua dulce, con nivel constante, independiente del antiguo cauce, al que en lo sucesivo habría que corresponder el papel de drenar las zonas de marismas y hacer frente a las grandes avenidas que se producen periódicamente en el río".

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