Entrevista |

"El órgano tiene una filosofía peculiar, hay que comprenderlo más allá de las notas"

"La cultura occidental tiene otra forma de entender la música que siempre me ha atraído más, igual que el baile y la danza clásica"

Izumi Kando, sentada al órgano de la parroquia de San Pedro de Soto del Barco. | Ricardo Solís

Izumi Kando, sentada al órgano de la parroquia de San Pedro de Soto del Barco. | Ricardo Solís / Christian García

Christian García

La organista japonesa Izumi Kando (Osaka, 1961) se encuentra desde el jueves participando como profesora en el Curso de Música de Verano de Soto del Barco. Kando, que desde 1992 ocupa el puesto de organista titular de la Iglesia luterana alemana de Barcelona, acumula una destacada carrera artística a sus espaldas. Su llegada ha sido noticia de interés para reputados músicos asturianos, que han decidido acudir a la capital del concejo y compartir conocimientos con ella. Durante el curso, que finaliza hoy, Kando también participó en un concierto en la parroquia de San Pedro que hizo las delicias a los asistentes.

–¿En qué momento inició su andadura musical?

–Comencé a tocar el piano a los 3 años, aproximadamente. Cuando tenía 15 o 16 años, me interesé por el órgano, y di el paso a iniciarme con él en la iglesia.

–¿Tuvo influencias musicales?

–Mi familia siempre ha estado muy vinculada a la música. Mi madre lo era, tocaba música tradicional japonesa, en su caso el koto. A partir de ahí, de ver su vínculo con la música, estar diariamente rodeada de estímulos musicales, comencé a interesarme por aprender a tocar instrumentos, aunque en mi caso lo hice con el piano.

–¿Tocaba junto a su madre?

–Yo no he tocado música japonesa. Siempre he estado más atraída por la cultura occidental, por otra forma de entender la música. También me han atraído otras ramas artísticas, estoy muy interesada en el baile, la danza clásica.

–¿Cómo surgió su interés por el órgano?

–Tiene algo especial y diferente a otros instrumentos. Tiene una filosofía y un misterio peculiar. Aporta información nueva, me enseña una cultura muy diferente a la de mi país. Tocar en la iglesia me generó mucho interés por la música litúrgica. En ese momento comencé a prestar atención al órgano, y como no había mucha gente, fui profundizando en él.

–¿Y cómo fue el cambio?

–En la adolescencia siempre buscas nuevos estímulos, otras filosofías, elementos que te sean innovadores, de otros ámbitos. Para nosotros, el mundo occidental es misterioso. La música europea, la religión cristiana, es muy minoritaria allí.

–¿Cómo fue formarse en Japón como organista?

–En Japón hay muchos auditorios. Entre los años 80 y 90 se introdujeron en gran cantidad los órganos. Al entrar en la Universidad para estudiar Música, pude formarme profesionalmente como concertista y poco después me convertí en la organista titular de mi ciudad.

–El órgano está muy vinculado a la religión, pero es muy importante en el cine.

–Está presente grandes bandas sonoras de ciencia ficción, o de terror. En Japón hay poca vinculación a la religión occidental, por lo que el órgano no está atado a ello.

–En el Curso de Verano también está presente Sebastián Muñoz, como alumno.

–Él es practicante de construcción de órganos. Aparte de ello, está muy interesado en tocar y en poder expresarse mediante la música, lo disfruta. Él estudia cómo interpretar el órgano. El órgano no es para músicos jóvenes, es para profesionales. Otros alumnos que tengo son musicólogos, concertistas.

–Ambos han venido a formarse expresamente con usted.

–Con ellos intercambiamos archivos y nos explicamos nuestra interpretación del órgano, de las obras que vamos a reproducir. Es un aprendizaje muy rico. Si vienen músicos jóvenes, de iniciación, hay que partir de cero, dar mucha teoría. Se debe comenzar desde el principio, explicar qué es el órgano, las diferencias con el piano. Implica muchos conocimientos, mucha experiencia.

–Su alumno les trasladó un minucioso informe sobre su análisis de la obra de Johann Sebastian Bach.

–El órgano es un instrumento muy complicado. Bach es la base de aprendizaje para los organistas. Dentro de las obras de Bach, hay mucha significación. Para tocarlas, el organista tiene que comprender qué contiene más allá de las notas, de los movimientos de manos que hay que realizar. La liturgia tiene versos, tiene palabras, y hay que descubrir lo que oculta.

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