El relevo familiar apuntala el comercio local en Soto del Barco
Marco Antonio López pasa el testigo del estanco a su sobrina Gracia, cuarta generación en el negocio: "Lo echaré de menos"

Marco Antonio López Valdés, con Gracia López, en el negocio. | M. R. / Mariola Riera

Seriedad, servicio total y amabilidad. Es el consejo que da Marco Antonio López Valdés para regentar con éxito un comercio. Y va a resultar que es una buena receta, porque el suyo, el estanco de Soto del Barco, va camino de celebrar 120 años en activo. Fue en 1905 cuando sus abuelos María Cuervo y Julio Valdés abrieron en el barrio de Llago un establecimiento de tabaco y venta al por mayor de toda clase de artículos (ultramarinos, juguetes, droguería, piensos, campo...), que completaron con el servicio de cantina.
Un negocio que su hija Marina y el marido de ésta, Marco López, regentaron posteriormente hasta ceder el testigo a su hijo Marco Antonio, quien hace 40 años se puso al frente, primero en el local original de Llago y desde 2003 en uno en la avenida del Campo que anteriormente había ocupado otro referente del comercio sotobarquense, la recordada Librería Marisa.
La licencia de estanco se ha mantenido en la familia durante más de un siglo. Y ahora toca nuevo relevo, lo que supone la entrada de la cuarta generación. Gracia Álvarez López se pone al frente del comercio porque su tío se jubila a los 68 años.
López Valdés retrasó algo su retiro porque no quería que se perdiera la licencia del estanco en Soto. "Hace unos meses, hablando con mi sobrina, surgió la posibilidad de que ella se quedara con ella y al final así lo decidió", explica feliz el comerciante por lograr mantener la actividad no solo en su pueblo sino también en la familia.
Estos días se deja caer por la tienda para ayudar a la nueva estanquera. "Lo voy a echar mucho de menos, pero es lo que toca", admite Marco Antonio López. "Me voy contento y satisfecho por toda la trayectoria. Y sobre todo muy agradecido a todos los clientes de este concejo y de los alrededores. Todo el mundo ha sido muy atento y fiel: hostelería, estaciones de servicio, vecinos... La gente siempre ha estado ahí y yo siempre he tratado de cumplir".
Ese espíritu de cumplir es el que quiere transmitir a su sobrina y al futuro marido (se casa el próximo 26 de agosto) de esta, Juan Menéndez, quien estará con ella detrás del mostrador. Siempre ha sido difícil irse del comercio de Marco Antonio y del de sus padres –conocido como Casa Marina Julio, en referencia a su madre y a su abuelo– sin aquello que se iba a buscar: si no lo tenían, ofrecían alternativa, que casi siempre servía y, si no, lo conseguían en breve tiempo. "Eso es fundamental, dar siempre un buen servicio, tratar de que el cliente siempre se vaya de aquí satisfecho y con aquello que venía a buscar", aconseja López. En 40 años muchas cosas han cambiado en el comercio en general y la venta de tabacos en particular.
"Al principio era en Pravia donde nos suministrábamos los estancos de la zona, había un almacén al que teníamos que ir un día determinado. Luego pasó a Oviedo, donde sigue". Al contrario de lo que se pueda pensar de que se fuma ahora menos que hace décadas, la venta de tabaco se mantiene, asegura el estanquero. "Lo que sí es cierto es que se ha modificado mucho, diversificado. Ahora hay más marcas, más opciones. Nos tenemos que adaptar a los gustos de la gente, a la demanda".
Adaptarse es lo que ha hecho Marco Antonio López en sus 40 años de actividad. Desde niño aprendió de sus abuelos y sus padres las claves de la atención al público, creció detrás del mostrador y vio cómo las antiguas libretas de anotar las compras fueron sustituidas por las cajas registradoras, las calculadoras... Hasta que llegó la revolución de internet y también muchas más normas y exigencias, además de facilidades y mejoras. El comercio local tuvo una mala época años atrás con la irrupción de los supermercados, las grandes superficies de las ciudades que se llevaron muchos clientes gracias a las mejoras de las comunicaciones por carretera. "Pero si uno se sabe adaptar y encontrar el hueco vacío, se sigue adelante". Marco Antonio López lo dice y lo demuestra con hechos.
Ahora, con el trabajo cumplido, se dispone a ayudar a su sobrina Gracia, "feliz y contenta" de seguir con el negocio de su tío, y también a disfrutar de una de sus grandes pasiones: el campo.
El comerciante cría caballos y es un gran experto en ganadería. Por supuesto, matiza, tendrá además más tiempo para dedicar a su familia. No tiene excusa, ya que su mujer, María José Díaz, otra histórica del comercio del concejo, se jubiló ya el pasado enero tras regentar durante más de 40 años Modas Nikol en San Juan de la Arena. Juntos ahora se disponen a descansar, viajar algo y disfrutar, por supuesto, de sus dos nietos, Gabi y Marco, de 6 y 2 años.
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