Las posibilidades pesqueras de cara al otoño

La flota ha dejado 1,6 millones de kilos de bonito sin pescar en la mar este verano

La costera de atún blanco del norte ha ido de más a menos y los pescadores se centran ya en otras especies, sobre todo la merluza

Una pasada descarga de bonitos en el muelle pesquero de Avilés. | Ricardo Solís

Una pasada descarga de bonitos en el muelle pesquero de Avilés. | Ricardo Solís / F. L. J.Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

La costera de bonito de 2022 se caracterizó por ser "larga"; las dos inmediatamente anteriores, por ser demasiado "cortas"; y la del año en curso, por ser "rara". Tan rara, según cuentan los pescadores, que nadie recuerda haberla dado por finalizada –que a efectos prácticos es lo que ha ocurrido– dejando sin pescar 1,6 millones de kilos de túnidos. Esa es la cantidad de bonito que, según el contador oficial que indica la cuota de capturas autorizadas por Europa (un total de 18,6 millones de kilos), aún podría ser pescada. Pero no serán los asturianos los que lo hagan, porque desde primeros de octubre hasta los más optimistas han colgado los aparejos. La reina de las costeras del verano ya se dio por finiquitada de forma generalizada a mediados de septiembre, y según los profesionales "no quedará para la historia".

La costera del bonito empezó muy temprano. La rula de Avilés, que presume de subastar el "campanu" del mar, estrenó la temporada el pasado 22 de mayo fijando el precio récord de 370 euros el kilo para el contenido de la primera tina de bonitos pescados con anzuelo (cacea) en aguas próximas a las islas Azores por el barco "Gaztelugatxe Doniene", cuyo patrón y armador es Íñigo Oronoz. El sector se las prometía felices con bonitos tan madrugadores y, efectivamente, el ritmo de capturas de junio fue satisfactorio por calidad y cantidad. La cosa se torció en julio y no mejoró en agosto. El pescado se alejó de la costa y el tamaño medio de las capturas empezó a ser menor. Lo primero implica un mayor gasto de combustible de los barcos –con el consiguiente coste– y lo segundo, menor valoración comercial del pescado por los agentes comerciales. O sea, más gastos y menos ingresos. Así es fácil entender que los pescadores no finalizaron la costera precisamente contentos.

A falta de computar las descargas del mes de septiembre, la rula de Avilés comercializó este verano 1,14 millones de kilos de bonito; y la de Gijón, 1,45 millones. El precio medio pagado en la lonja avilesina por kilo de bonito fue de unos 3,50 euros, si bien debe tenerse presente que el menor o mayor tamaño de los ejemplares condiciona notablemente el precio de los lotes.

A falta de bonito, los pescadores asturianos de las diferentes artes (arrastre, cerco, palangre y otras) definen estos días sus estrategias para poder acabar el año "salvando los muebles". Las especies de interés comercial que se capturan en aguas de Asturias tienen en este momento amplios márgenes de cuota sin gastar (en algunos casos superiores al 50 por ciento); más bien el problema es que se trata de pesquerías impropias para esta época otoñal o que, directamente, escasea el recurso, como ocurre con el besugo y el pixín. La merluza se perfila como el comodín que gastarán muchos pescadores en otoño. Según el tipo de arte, el porcentaje de cupo disponible de la especie fluctúa entre el 83 y el 13 por ciento.

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Personal científico y técnico del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) trabaja en una campaña de investigación (Descarsel) que tiene como objetivo determinar la selectividad de diferentes artes de arrastre, probar dispositivos de exclusión de cetáceos, aplicar sistemas de observación electrónica e inteligencia artificial para la caracterización automática de especies descartadas y estudiar la supervivencia de las mismas, especialmente de rayas y tiburones. Para ello, se han realizado pescas experimentales en determinadas zonas del caladero Cantábrico-Noroeste para obtener información técnica sobre la selectividad de los diferentes diseños de artes, usando diferentes configuraciones de red y estrategias de pesca, así como sistemas que facilitan el escape de las capturas accidentales de especies protegidas como los cetáceos. A través de cámaras submarinas, el personal científico obtendrá información del funcionamiento de los artes de pesca y del comportamiento de las especies en diferentes profundidades y situaciones pesqueras.

Se espera que los resultados de esta campaña, aún en elaboración, sirvan para ampliar el conocimiento de la selectividad pesquera de los dispositivos testados e introducir mejoras y modificaciones que permitan avanzar en las estrategias de reducción de descartes en las pesquerías de arrastre.

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