José María López Menéndez "Marín", historia del fútbol en Miranda
En el falllecimiento de uno de los jugadores de la época dorada del club local que llevó el 10 a la espalda, como Pelé o Eusebio
Heros, es un caserío de la parroquia de Miranda. Está situado en la rasa que se asoma a la margen izquierda de la ría de Avilés. Son las tierras enmarcadas entre los cauces del río San Martín y el Tuluergo; con la Lleda, lugar en donde nació Carreño de Miranda a su derecha, y San Cristóbal y Gaxín a la izquierda. En tiempos pretéritos existió en el lugar, una capilla dedicada a Nuestra Señora de las Nieves, según atestigua el recordado don José Manuel Feito, y fue el lugar escogido para pasar sus últimos días por el hermano de Pedro Menéndez, por citar solo a algunas personas notables.
Pero además de ser lugar privilegiado por sus vistas, por la fertilidad de sus huertas, que adquirieron fama en la plaza de abastos de Avilés por la calidad de las verduras y hortalizas que en ellas se cultivaban, también ha sido Heros un lugar que ha dado excelentes jugadores de fútbol. De entre la pléyade nacidos en la localidad, destaca sobremanera la saga de "Ca’ la Fame" con los hermanos Eusebio, Marín, Juan Carlos, Pepín, y su primo Marcelino. Todos ellos conformaron, junto con Rafael, Manuel Ángel "Estrella", e Isaac [que, aunque nacido en Castrillón se afincó por su matrimonio con Leonor también en Heros] una época dorada del Miranda C.F. en la que más del 50% de los jugadores que el equipo alineaba cada domingo, eran nacidos o afincados en Heros.
Estamos hablando de finales de la segunda mitad de los años sesenta y de la década de los setenta del pasado siglo. ¿Quién en Miranda, que haya vivido en esa etapa, no recuerda alineaciones como la formada por Rafael [Heros] en la portería; Manuel Ángel [Heros], Juan Carlos [Heros], Marcelino [Heros], en la defensa; Eusebio [Heros] y García en la línea media; y Jose, Aquilino, Juanjo, Marín [Heros] y Trubia en el ataque?
Los que teníamos unos años menos que los que jugaban, no teníamos otra afición que el acudir cada domingo al campo de Santo Domingo a ver las actuaciones de nuestros ídolos. Yo acudía con Pepín, (José Francisco López Menéndez) el hermano de Marín, de Juan Carlos y de Eusebio, que pronto se incorporaría también al club. Nos acompañaba también José Manuel Busto Menéndez, hermano de Rafael y otros amigos del pueblo (Heros) y de Miranda. Porque Heros es Miranda, y en aquellos momentos, nuestra aportación al equipo era tan importante, que podíamos presumir de nuestro origen en la riera mirandina, y más, siendo parientes de los que jugaban o amigos y vecinos. Los domingos por la tarde en los que había partido en Miranda, la asistencia al Santo Domingo era el punto central del día de fiesta. Antes echábamos una partida al billar en el Bar de Santa Ana y después del partido íbamos hasta "Casa Benilde" en La Carriona a comer unos cacahuetes con un refresco o a "Casa Emilio", en Villanueva, en donde nos encantaba tomar unos mejillones en aceite. Cuando no había partido, el cine Patagonia, con dos películas en sesión continua, sustituía al deporte rey.
Pero de los muchos jugadores de Heros que nutrieron la plantilla del Miranda Club de Fútbol, y me atrevo a decir, de todos los jugadores que formaron parte del equipo xagó en su historia, (y arriesgo mucho porque empecé a ver jugar al Miranda en los años sesenta), no ha habido otro como Marín. Sí, José María López Menéndez. Él era al Miranda, el equivalente a lo que fue Messi al Barcelona, Ronaldo al Madrid o George Best al Manchester United. Marín era un fenómeno y si él hubiese querido, si hubiese habido un ojeador avezado y un entrenador con maestría que lo hubiese moldeado, no me cabe duda que hubiese llegado a jugar en un equipo grande. Marín había nacido en 1940, y su oficio fue el de electricista, profesión que desempeñó en "Electricidad Trexo" de Avilés y más tarde en Ensidesa hasta su jubilación. Empezó a jugar en el Miranda juvenil cuando contaba 16 años, en la temporada 1956-57, y permaneció activo como jugador hasta la temporada 78-79, es decir, durante 23 años, todos en el Miranda excepto dos temporadas en las que militó, una en el Carbayedo y otra en el Ensidesa. Tuvo ofertas para fichar por clubes de superior categoría, pero nunca quiso dejar Miranda. Esas dos temporadas que jugó fuera del pueblo, cediendo a las presiones para que franquease los límites de la parroquia xagó, fueron interminables para Marín, y enseguida volvió, para jugar donde quería y era feliz, en su pueblo.
Jugaba con el 10 a la espalda, como Pelé o Eusebio. Era de baja estatura, pero muy fuerte físicamente. Era un trabajador infatigable dentro del campo. Ayudaba en defensa, pasaba bien el balón, saltaba de cabeza de forma extraordinaria rematando balones inverosímiles, golpeaba la pelota igual de bien con ambos pies, era rápido y habilidoso. Con Marín en el campo nunca se daba un partido por perdido, porque podía marcar en cualquier momento. Eran legendarios sus recortes a los contrarios que, en muchas ocasiones, dejaba sentados en el campo. Marín era además un gran deportista y una gran persona, dentro y fuera del terreno de juego. Nunca hacía una entrada fea, no protestaba, ni tenía trifulcas con los árbitros o con los rivales. Un caballero del deporte.
Después de retirado como jugador, siguió ligado al Miranda, como entrenador, transmitiendo su saber a las nuevas generaciones. Fue también directivo del club y uno de los que fundó la Asociación de Veteranos. El equipo le hizo un homenaje en 2007. Se casó en el pueblo, como no podía ser de otra manera, con Palmira Pérez Rodríguez, y del matrimonio nacieron dos vástagos: José Carlos y Marcos, que también fueron jugadores del Miranda. Dejó tres nietos: Hugo, Lucas y Diana.
Marín fue un ídolo en Miranda, un referente. Su vida fue el pueblo de Miranda y el Miranda Club de Fútbol. Vivía en Heros, en la casa paterna, donde había nacido. Nunca quiso ir a otro lugar. Marín murió el pasado 28 de noviembre. En su recuerdo y honor, me atrevo a parafrasear la letra del "himno de los caídos" y decir de Marín: "Querer a su pueblo y al Miranda C.F. fue su destino, nunca quiso servir a otra bandera, nunca quiso andar otro camino, tampoco supo vivir de otra manera".
Descansa en paz, querido vecino. Vivirás mientras que los que te conocimos, te admiramos y te quisimos tengamos memoria.
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