Reconocimiento a una larga trayectoria profesional
El popular barquillero y castañero de Avilés no piensa en jubilarse: "Estaré hasta que el cuerpo aguante"
Guillermo Pelayo ha sido galardonado por la Sociedad Económica de Amigos del País, un reconocimiento que que recibe "con muchísima emoción"

Mara Villamuza
Hace frío y ya es de noche, pero Guillermo Pelayo no para de atender a su clientela. "Espera un minuto, que tengo que darle el cambio a una señora", señala. Está a punto de cumplir 65 años, aunque cualquiera lo diría. Está más activo que nunca. Por todo el trabajo que lleva realizando durante estos años, en los que se ha convertido en un icono de las calles de Avilés y de la playa de Salinas, la Sociedad Económica de Amigos del País ha decidido condecorarle con su "Galardón anual" a la empresa avilesina, algo que reconoce recibir "con muchísima emoción".
"Era lo último que me esperaba. Había venido de Luarca y, al llegar a Avilés, fui a picar unas castañas, para asarlas. Entonces me llamaron. Estoy súper contento", confiesa Pelayo. La anterior entidad que recibió el premio fue el Aeropuerto de Asturias, algo que le alegra especialmente. "Ahora se puede decir que los barquillos van en avión", bromea.

Barquillos "de altos vuelos" / Mara Villamuza
Tras pasar una buena campaña navideña, ahora lamenta que "cuando pasan los Reyes, Avilés se acaba". "El viernes, de hecho, será el último día que venda castañas. Diciembre fue muy bueno, pero ahora, cuando a las ocho cierra el comercio, todo se apaga", explica el barquillero, que cuenta que siente muy de cerca el cariño de los vecinos de "su Avilés". "Ya he visto pasar a muchas generaciones por aquí. Piensa que empecé con 10 años repartiendo barquillos. Alguno que yo conocí de joven ya es abuelo, y ahora viene con los nietos", apunta.
Lo que tiene claro es que, aunque por su edad podría jubilarse, no está en sus planos colgar el bombo. "Me quitan de vender barquillos y yo me muero. Lo tengo clarísimo. Voy a estar hasta que el cuerpo aguante. Sin mi gente me muero. Lo mío es esto", declara tajantemente Pelayo, que destaca que su trabajo le ha permitido pagar "dos carreras a mis hijos, para que no sean autónomos, que es muy sacrificado". De ello habló con Alfredo Canteli, alcalde de Oviedo, cuando decidió llamarle para que vendiese su preciado manjar por las fiestas de San Mateo. "Me pidió que fuese a su despacho, porque me quería conocer, y fue encantador. Se interesó mucho por mi historia. El trato fue exquisito, tanto del Ayuntamiento como de la gente de Oviedo", subraya el avilesino que, eso sí, asegura que nunca se moverá de su ciudad. "Fue una experiencia guapa, pero yo soy de Avilés, de la calle Rivero y de Salinas. De aquí no me saca nadie", enfatiza. "Eso sí, si me ficha Florentino Pérez...", bromea antes de volver al tajo. Ahora sus barquillos gozan de un premio más para presumir.
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