El apelativo que se retirará (para siempre) de un emblemático rincón avilesino

La fotografiada efigie de Eugenia Vallejo mantendrá el nombre original de la niña, como ya hace el Museo del Prado con las obras de arte de Juan Carreño Miranda

Un grupo de turistas toma fotografías ante la estatua de Favila en la calle Carreño Miranda.  | MARA VILLAMUZA

Un grupo de turistas toma fotografías ante la estatua de Favila en la calle Carreño Miranda. | MARA VILLAMUZA

I. García

Avilés

Víctor Cageao es el coordinador de conservación del Museo del Prado y el pasado abril visitó Avilés con motivo de la muestra del retrato "Eugenia Martínez Vallejo, vestida", de Juan Carreño de Miranda, en el Centro Niemeyer. En una entrevista con este periódico, Cageao dejó claro que el Museo del Prado no utiliza la denominación de "La Monstrua" para identificar a esa mujer que el artista local Favila convirtió en estatua a mediados de los años noventa en la calle Carreño Miranda de Sabugo. Ahora, Favila quiere retirar ese apelativo. El coordinador de conservación del Prado detalló entonces que la negativa para seguir usando esa denominación es por "evitar los términos que prejuzgan a las personas". Ante esas explicaciones de hace meses, Favila dejó claro que "hay que quitar el nombre de ‘La Monstrua’" de la base de la estatua, que se ha convertido con el paso del tiempo en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, a juzgar por el número de fotografías que los visitantes se hacen en la confluencia entre las calles Carreño Miranda y La Estación, en Sabugo. Esa creación de Favila es una donación que la constructora Ayala hizo al Ayuntamiento de Avilés en 1997 como también se detalla en la base de la obra de arte.

"Retiraré este nombre en pocas semanas, muy pronto, si lo dice El Prado...", apunta el artista, quien tendrá primero que "pastar" para quitar la veta de la piedra y eliminar las letras que lucen acompañando al nombre real de Eugenia Martínez Vallejo. Tras la eliminación de ese grabado, el objetivo de Favila es que apenas se aprecie el apelativo que durante casi treinta años luce en la base de la estatua que popularmente es conocida como "La Monstrua" pierda su nombre, de acuerdo a las tesis defendidas por el Museo del Prado. "La cuestión es no herir sensibilidades", apuntó el multidisciplinar artista.

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