La historia de la recuperación del cáncer de Sergio Peris Mencheta (la cuenta el mismo): “El teatro me sacaba los dolores”

El director de "14.4", que programa en el Niemeyer en marzo, confiesa que montar la historia de cómo Ahmed Yanoussi cruzó el Estrecho, le "sacaba de los dolores y de todo" lo que tenía que ver con la convalencia de su cáncer

La historia de la recuperación del cáncer de Sergio Peris Mencheta (la cuenta el mismo): “El teatro me sacaba los dolores”

Amor Domínguez

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Avilés

Sergio Peris-Mencheta (1975) se dio de hostias con Roberto Álamo bajo una "Lluvia constante" (la de Keith Huff). En agosto de 2014, en el teatro Palacio Valdés. Y, encima, bajo las órdenes de David Serrano, que estrenó el otro día "Un tranvía llamado Deseo" en Avilés. Peris-Mencheta, que atiende la llamada de LA NUEVA ESPAÑA, también menciona su Marco Antonio en el Centro Niemeyer –el de Paco Azorín, el de Mario Gas– sólo unos meses antes de su policía duro bajo la lluvia: "El mal que hacen los hombres les sobrevive; el bien suele quedar sepultado con sus huesos". Todo esto fue antes de entrar en la sustancia: el teatro que cura. Y es que el director de escena madrileño se recupera de una leucemia, de un trasplante y de infinidad de efectos secundarios: "A pesar de ser un año duro, también puedo decir que es el más importante de mi vida", confirma.

El próximo 21 de marzo el Niemeyer ha programado una de sus últimas obras: "14.4", la historia de Ahmed Yanoussi, un migrante marroquí que salta el Estrecho de Gibraltar –los 14,4 kilómetros de la historia del soliloquio– y que montó por Zoom, colgado del gotero muchos días, en una habitación de un hospital City of Hope de Los Ángeles, el sitio en que empezó la recuperación de un cáncer que le puso a este y al otro lado de las puertas del cielo.

Montar "14.4", cuenta, le ayudó a sobrellevar la enfermedad. "Más que eso", apostilla al otro lado de la línea telefónica. "Yo en un principio pensaba: ‘Bueno, pues mira, si tengo algo, por lo menos es la obra de teatro. Hagámosla’".

Y la hizo.

Y notó que le "sacaba de los dolores y de todo". Lo resume con una metáfora televisiva: "Hacer teatro me cambiaba de canal".

Cuenta que el rato que estaba ensayando estaba "a tope, estaba como si no me pasara nada". Pero sí le pasaba: "En cuanto terminaba el ensayo, volvía, me metía en la cama, si no lo estaba ya, porque muchos ensayos los hice desde el hospital mismo. Enchufado a todos los apechusques".

¿Y ahora cómo está?

"Estoy lidiando ahí con los efectos secundarios de todo un poco: tanto de la enfermedad injerto contra huésped, que es la enfermedad de todos los trasplantados, que es que las células nuevas no terminan de aceptar el cuerpo o el nuevo paisaje. Entonces, pues, estoy medicado para ir acostumbrándolas poco a poco. Esto lleva su tiempo. Y luego está la propia medicación, que también tiene efectos secundarios, porque estoy inmunodeprimido. Y, por último, los efectos secundarios de la radiación y de la quimio que tuve en su día. Muchas veces ni los médicos saben a qué se debe de las tres razones lo que me está pasando", cuenta.

Peris-Mencheta ha estado unas semanas en España –esta conversación, la que está manteniendo con LA NUEVA ESPAÑA, es justo cuando está preparando su vuelta a California, que es donde están los médicos que descubrieron su cáncer y los que empezaron a tratarlo–. "Ahora marcho a Estados Unidos un mes porque me tiene que ver mi médico y bueno. Estaremos ahí un mes y luego ya me vuelvo otra vez para acá, para España: es bastante probable que ya nos reinstalemos aquí", explica y, después, añade: "Por lo menos en el corto-medio plazo nuestra idea es volver aquí, vaya, porque además en diciembre empiezo a ensayar otra obra, en este caso para el Centro Dramático Nacional".

El director, en Estados Unidos, ha sido, sobre todo, actor. Fue "El Oso" en la serie "Snowfall" sobre el tráfico de drogas en Los Ángeles en los ochenta, el malo de la última de "Rambo"... "La enfermedad me ha dado la perspectiva para haber entendido que, bueno, que he quemado una etapa de mi vida, ¿no?". Y añade: "Trabajar en Estados Unidos como he venido trabajando yo, no es algo fácil, no es una cosa que puedas enganchar un proyecto tras otro, ¿no? Y menos cuando me ha pillado la enfermedad y me ha pillado la huelga de Hollywood, o sea, que llevo como dos años sin trabajar allá".

Lo que tiene claro Peris-Mencheta, eso sí, es que, cuando hace teatro no trabaja: "Yo pagaría por hacer teatro. Por eso no gano un duro haciéndolo teatro: yo pierdo dinero", se justifica. "Viviendo en Estados Unidos, solamente en los viajes de vuelta… tener una casa en Madrid y estar viviendo en Madrid mientras mi familia está en otro país, pues te sale lo comido por lo servido. Y luego que yo nací en el teatro universitario, poniendo mi propio dinero para todos los montajes".

De todo eso van los futuros proyectos en los que se ha metido Peris-Mencheta, pese a la enfermedad y a todas sus consecuencias. "Hemos hecho un documental porque era tan bestia el cambio entre la parte justo antes de empezar el ensayo y la de después... Me encontraba hecho una mierda y a los cinco minutos estaba subiéndome por las paredes con el gotero y dando indicaciones y tal".

Ahora anda él y la actriz Marta Solaz -son marido y mujer- grabando esta recuperación: "Es una fase bastante dura, porque se avanza en dientes de sierra y porque unos días de repente remontas, remontas, remontas, y al día siguiente estás como hace dos días, pero se nota la progresión, la evolución, se nota casi te diría que mes a mes".

Y un día, "de repente, dices, coño, siempre aparecen cosas nuevas, nuevas esfinges a las que enfrentarse, pero suele durar... Lo normal es que duren una semana, un par de semanas como mucho, y a lo siguiente. Y luego aparece otra cosa, y otra cosa, y mucho de aceptar. Y en este período, desde que me trasplantaron, hace ocho, ya casi nueve meses, he estado escribiendo el libro. La enfermedad ha sido el período más prolífico creativamente de mi vida, aparte de los castings que he hecho y de las preparaciones de los siguientes montajes".

"El documental es sobre cómo lo creativo ayuda a lo curativo, y el libro es más autobiográfico. El libro va a pescar un poco más en mis razones, no otorgándole a la enfermedad un componente genético, aunque a priori podría parecer que lo tiene, porque mi padre falleció de leucemia y mi abuelo también. Pero resulta que no. Si no es genético, es epigenético. Y ahí es donde me he puesto a investigar y me ha salido un libro, que es más una investigación en el recuerdo, y más allá del recuerdo, en mis ancestros, en cosas que tienen que ver con los dos lados de la familia, que tienen mucho peso. Tanto mi hermano como yo vamos bien cargados de responsabilidad. Y cómo eso ha podido afectar también, en cierto modo, a haber contraído una enfermedad casi de manera psicosomática, porque ya te digo que a nivel genético me hicieron un estudio y no es genético".

Lo de que no es genético viene de una analítica genética que se hicieron él y Marta Solaz. Fue precisamente ahí, en el City of Hope: "Un sitio donde la gente va para eso también, porque tienen un departamento de genética muy potente. Nos convencieron, aunque yo no las tenía todas conmigo, para hacer una y que me dijeran lo que ya suponía, que como mi padre y mi abuelo murieron de leucemia, yo la había heredado. Claro, y el día después de hacerme la analítica, perdón, de hacerme el trasplante, llegaron los resultados, tardaron tres meses o algo así. Y bueno, pues Marta –yo estaba medio somnoliento– me dijo que no era hereditario, o sea que mis hijos estaban libres de... Y bueno, fue una gran alegría, una sorpresa. Y entonces, claro, te cambia totalmente el lugar en el que crees que estás y por qué estás. Y entonces ahí empezó a plantearse la idea de investigar, de remover un poquito el pasado y ver por qué puede ser, y encontrarme un poquito frente a frente con mi niño herido".

Videoconferencia

"Parece que me he venido entrenando para ensayar por videoconferencia. No sólo en la pandemia. Parte de ‘La cocina’ la dirigí con vídeos de Whatsapp. Todavía no había Zoom ni estaba esto tan de moda. Con ‘Castelvines y Monteses’ fue durísimo, por lo que nos pasó con uno de los actores, que nos dejó plantados a una semana del estreno y conmigo ya en Los Ángeles grabando. Eso sí fue duro. Y bueno, lo sobrellevamos como pudimos y nos lo adaptamos a lo que había pasado. Con todo ese lío yo pensaba en qué se le podía ocurrir a Lope de Vega para seguir la función y me metía hasta dentro, evidentemente, vía remota; bueno, tratando de sostener la nave desde la distancia. Luego vino ‘Ladies Football Club’. Estuve rodando en Tailandia y en Londres. Eso me lo organicé mejor. Y repetí con ‘Cielos’ porque por entonces fue cuando ingresé en el hospital, aquí en Madrid, la primera vez, cuando ya me detectaron una complicación en la médula ósea, una mielodisplasia, que es el paso previo a la leucemia. Y ahí también tuve que estar un poco en la distancia algunos días ensayando. O sea que prácticamente podemos decir que nos entrenamos sobre todo el equipo para trabajar en la distancia", admite.

Ahmed

"‘14.4’ es un acuerdo de almas al que llegué con Ahmed Younoussi en 2009, que es cuando le conocí. Y le dije, si alguna vez tú te formas como actor y te conviertes en actor, yo te ayudaré a contar tu historia sobre un escenario", sigue Peris-Mencheta al otro lado del teléfono. "Bueno, él tenía, no sé, 18 años. Me tomó un poco por el pito el sereno, pero su tutor no. Su tutor era un chico de mi edad que falleció hace unos años de cáncer, un tío encantador, de hecho, la obra está dedicada a él".

Así que Peris-Mencheta cumplió su palabra: "Durante estos años, que se han pasado unos cuantos, pues hemos estado teniendo conatos de que sí, de que no. Lo intenté escribir, pero no sé, me costó sobre todo la parte más del relato. Y hasta que hablé con Juan Diego Botto y me encerré con él después de ‘Una noche sin luna’ y le dije: ‘Mira tío, este es el momento de hacerlo y tírate a ser tú’". Y Botto ayudó a cerrar el drama: "La obra tenía una estructura, yo tenía clarísimamente la puesta en escena en la cabeza, pero me faltaba el relato. Y ahí este señor es un hacha".

"14.4" al final "se ha escrito a seis manos": las de Peris-Mencheta, las de Botto y las de Ahmed porque "evidentemente es su historia". Y aclara más todavía: "Yo le metí mano y le di estructura y le metí muchos momentos así muy poéticos y tal. Y luego el relato, lo que es la estructura principal, es la obra que le ha aportado Juan Diego".

Confiesa Peris-Mencheta que nota su no presencia "en carne y hueso" en el proceso creativo. "Noto que no he estado", recalca. "Vi la función el otro día por primera vez: en vivo y en directo. Se nota mucho, pero la acepto como es, porque es que es como ha salido. Ha sido parida así. Yo noto que no he estado: que no he estado tocando la escenografía, tocando al actor habida cuenta además de que Ahmed es la segunda vez que subo un escenario en toda su vida. La primera era en una obra muy pequeñita que se hizo en Madrid. Y esta era la segunda vez. Y, bueno, pues lógicamente, Ahmed me hubiera necesitado más. Pero entre la opción de no hacerla o de hacerla como ha venido nos de cidimos por hacerla como ha venido".

Que era la buena porque así empezó la cura. n

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