Los mayores, a todo confort en Salinas: finalizan las obras de una emblemática residencia del pueblo

"Ha sido una obra complicada", detallan los dueños de la residencia Virgen del Coral, que gana una veintena de plazas con su ampliación

Personal de la residencia Virgen del Coral, en el nuevo patio. | LUISMA MURIAS

Personal de la residencia Virgen del Coral, en el nuevo patio. | LUISMA MURIAS

Noé Menéndez

Noé Menéndez

Salinas

La residencia Virgen del Coral abre desde hoy un nuevo capítulo en su historia. No es para menos. Este complejo estrena su ampliación, 20 nuevas plazas repartidas en tres plantas y dos edificios diferentes, comunicados entre ellos. Respetando espacios singulares de los que fue el hotel Esperanza, de principios del siglo pasado, y un impresionante magnolio que corona el nuevo patio, Juan y Pedro Corrales revisan los últimos detalles antes de recibir a más usuarios. "Ha sido una obra complicada", explica Juan, que festeja que en menos de un año han podido acabar todos los trabajos. "Es lo que más contentos nos ha dejado", asegura.

La residencia Virgen del Coral vio la luz de en 2018, cuando los hermanos Corrales decidieron restaurar el antiguo hotel Esperanza. Desde entonces no ha dejado de funcionar. Hasta ahora contaban con 51 plazas y, para poder ofrecer más servicios de calidad, los dueños decidieron adquirir los terrenos contiguos. "Ahora podemos tener con nosotros a 20 personas más. Hemos creado 16 plazas individuales y cuatro plazas dobles", detallan.

La ampliación se hizo en los dos edificios contiguos. "En uno los trabajos se centraron en restaurar todo, porque era una casa antigua. En este hicimos los salones y comedores, apostando por espacios amplios y muy iluminados. En el nuevo es donde están todas las habitaciones y el comedor, que cuenta con capacidad para 20 personas", detalla Corrales. Una de las peculiaridades del edificio restaurado son los suelos, que se mantienen iguales que a principios del siglo XX. Además, al salir de los salones, se puede contemplar una enorme terraza, de 350 metros cuadrados, equipada con sillas y bancos para que los usuarios puedan tomar el sol durante el verano. También cuenta con un pequeño huerto urbano. "Hemos intentado plantar algo, pero estamos esperando que llegue la gente nueva para que lo haga más curioso", bromean los propietarios.

Las habitaciones cuentan con mucho espacio para los usuarios. Todas tienen, cerca del cabecero, un llamador para ponerse en contacto con la recepción, televisión y con camas articuladas, para ayudar a los mayores. Los baños son adaptados y con los menos obstáculos posibles.

Para festejo de sus dueños, las obras apenas duraron un año. "Empezamos a finales de marzo del año pasado y para enero ya teníamos terminadas la mayoría de los trabajos, faltaban los detalles", explica Corrales, quien apenas cuenta ya con plazas libres a pesar de la ampliación. "La lista de espera supera el número de camas nuevas que vamos a tener. Nos tendremos que poner en contacto con los interesados, pero confiamos en que todo vaya bien", declara.

Una de las peculiaridades que marca la diferencia en esta residencia es el trato a los familiares de los usuarios. "Aquí no hay horarios para las visitas, dentro de una normalidad. La gente puede venir de visita cuando quiera, e irse igual. No tenemos horarios estrictos", explica Corrales, quien destaca la tranquilidad de la localidad de Salinas. "Según la dependencia de los usuarios algunos pueden salir a pasear e ir a ver la playa. Eso es algo que aprecian mucho", subraya.

Juan y Pedro confían en el éxito de esta ampliación y tienen un mensaje bonito para su hermana Rocío, que por motivos personales no puede estar presente estos días. "Siempre hemos ido los tres de la mano. Esta obra ha sido un guiño para ella, es el alma de todo esto", finalizan los hermanos. Ahora la residencia Virgen del Coral afronta un nuevo futuro.

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