El funeral del cura Ceferino Fernández certifica "su gran humanidad": fue un "referente histórico" del sacerdocio

Los que acuden a la despedida del expárroco de Illas destacan "el mucho amor que repartió" entre todos los que le rodearon

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Oviedo

Ceferino Fernández, que falleció el jueves en la Casa Sacerdotal de Oviedo, se llevó del mundo sólo una parte del amor que desperdigó en los 86 años que anduvo por la tierra. El Arzobispo, que presidió el funeral, destacó "la gran humanidad" del antiguo sacerdote de Illas, de Somiedo, de Ventanielles y de los poblados chabolistas de Hormigueras y El Arroyo en Madrid.

Le llamaron "referente histórico" del sacerdocio. Lo hizo José María Murias, que fue párroco en Llaranes muchos años y ayer estuvo en la iglesia de La Natividad del barrio ovetense de Guillén Lafuerza, el escenario de los primeros servicios sacerdotales de "un paisano que se fue del mundo lleno de amor", se escuchó en los círculos que se formaron. Pese a ello, dejó también una gran sonrisa entre quienes le conocieron.

Y fueron muchos. Su funeral sirvió para que su familia recogiera parte de ese cariño que le dejaron a deber todos esos con los se cruzó: en Oviedo, en Noreña, en Somiedo. Y en Illas, donde se jubiló. De allí, precisamente, llegó a Oviedo un autobús y 42 personas con una tristeza que desbordaba el vaso de la vida y, a la vez, generaba un amor inabarcable.

El funeral de Ceferino Fernández certifica "su gran humanidad"

Junto a estas líneas, el arzobispo Jesús Sanz seguido del féretro de Ceferino Fernández. / Juan Plaza

Los primeros chavales a los que a principios de los años sesenta instruyó Fernández –en los soportales de los colegios de parvulitos del barrio de Guillén Lafuerza, precisamente– hace años que pintan canas, pero todos recordaron los primeros pasos de la Juventud Obrero Cristiana en el barrio del que Fernández quiso despedirse en su último minuto en el mundo.

"No estamos aquí simplemente como en un encuentro de plañideras, estamos aquí para dar fe del triunfo de la resurrección", señaló Sanz, que recordó que Fernández le había mandado llamar a su cuarto. "Llegué de Madrid y fui a su habitación: me quería pedir perdón. ‘¿Perdón de qué? No hay perdón, si no hay ofensa’, le dije", explicó el Arzobispo. "Cuando un sacerdote fallece, se cierra un cofre de secretos", añadió antes de mencionar la doble paternidad de Fernández: "la del sacerdocio y la familiar". Y es que el cura que se fue del mundo por la misma puerta por la que había entrado –en el Rancho, en el borde mismo de Oviedo–fue padre de cuatro niños que decidió adoptar cuando los padres de ellos habían muerto. "Descansa en paz, Ceferino, y que la Santina te proteja", destacó.

Y después, los restos mortales de Ceferino volvieron al coche que le llevó a Valduno, en Las Regueras, porque allí están Dionisio y Visitación, sus padres, y también don Cipriano, el cura al que acusaron de haber quemado el templo, "cuando los responsables habían sido otros", admitió el propio cura en los últimos minutos de su despedida.

Los vecinos de La Callezuela tienen previsto ofrecerle un último funeral. Será este mediodía (13.00 horas).

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