Un emblemático negocio avilesino

De vender pollos asados a celebrar sus bodas de oro: la curiosa historia de un restaurante con solera de Avilés que hoy está de cumpleaños

"Nunca pensé en llegar tan lejos", asegura Justo García, propietario del Yumay, restaurante que celebra su 50 º aniversario

Justo García y Lola Sánchez, ayer

Justo García y Lola Sánchez, ayer / Miki López

Noé Menéndez

Noé Menéndez

Villalegre

El móvil no le para de sonar a Justo García, propietario del restaurante Yumay. No todos los días se celebran unas bodas de oro. Y es que este negocio emblemático de Avilés sopla hoy las velas de su 50 cumpleaños. A pesar de su veteranía, goza de un estado de salud envidiable. "Nunca pensé que íbamos a llegar tan lejos, aunque si le digo la verdad, no era algo en lo que pensase", señala el hostelero, que está preparando su jubilación. "Tenemos algún interesado en el restaurante, porque por edad ya podríamos retirarnos. No tengo el mal del hostelero, seré un buen jubilado", bromea el avilesino mientras última los detalles de la cena de hoy.

Todo comenzó en 1975. "Mis padres y mis hermanos mayores estaban buscando bajos comerciales porque querían abrir un bar. Se pensó en Casa Cabo, en Avilés, pero estaba muy deteriorado por dentro. Por eso acabaron aquí", explica Justo, que en aquellos años era un adolescente que, aunque no tenía edad para trabajar, ya colaboraba en el negocio familiar en todo lo que pudiese. La idea era crear una cervecería, algo que en la época era una novedad "y casi imposible que funcionase", por lo que tocó reinventarse. Por ello, decidieron apostar por la compra de una máquina de asar pollos. Dieron en el clave. "Fue una gran novedad, porque en Asturias había muy pocas máquinas así. Dimos un gran boom", destaca.

Durante estos años el Yumay ha vivido varios lavados de cara. Uno de ellos, la reforma que vivieron en el 2007, que fue uno de los momentos que más destaca Justo. "Hubo mucho trabajo detrás, muchos dolores de cabeza, y ver todo eso acabado… Esos días fueron gloriosos, era un éxito arrollador. Todos los días llenábamos el restaurante", detalla el avilesino, que también guarda gran recuerdo de las celebraciones que se han hecho en el restaurante durante todos estos años. "Una de las mejores fue cuando nombramos a Tony Fidalgo y a Quini ‘Cofrades de honor de los Gastrónomos del Yumay’. En 15 minutos llenamos el aforo, los teléfonos se volvieron locos", comenta el hostelero. También hubo momentos malos, "pero de eso vale más no acordarse".

Durante estos cincuenta años Justo ha vivido en primera persona los cambios que ha sufrido la hostelería y Avilés en general. "Lo que más noto es que en aquellos años sabías lo que ganabas, los negocios eran más rentables. Si echabas horas veías que la cosa iba para arriba. Ahora es todo lo contrario", detalla el avilesino, que cree que también se ha perdido la cercanía con el vecindario. "Antes había más unidad. Yo me sabía el nombre de todos los que vivían en la zona. Aquí teníamos teléfono e íbamos por las casas pasando el recado", afirma.

Ahora, tras medio siglo al pie del cañón, en el Yumay se preparan para la jubilación. El hijo de Justo y Lola Sánchez, la artífice de los manjares que se sirve en el restaurante, ha decidido no seguir con el negocio, labrando su propio camino, por lo que el local está en venta. "Tenemos algún interesado, estamos en negociaciones", confiesa el avilesino, que asegura que será "un buen jubilado". "No tengo el síndrome del hostelero, seguro que disfrutaré de esa nueva vida", sentencia Justo. Antes tocará como se merece las bodas de oro.

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