Llanto sin consuelo entre los cofrades de Avilés: la lluvia suspende la procesión de la Soledad, que dejó a la Virgen bajo la carpa de la Merced tras un fuerte aguacero

La procesión del Santo Entierro, la tarde de Viernes Santo, desbordó las calles del centro de la ciudad

C. J.

Avilés

Nunca llueve a gusto de todos pero lo de este Viernes Santo fue el disgusto mayúsculo para los miembros Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz. la hermandad fundada en 1953 era la protagonista de la procesión nocturna, la de La Soledad. Tenían que sacar a las 21.30 horas de Santo Tomás de Cantorbery dos pasos: el del "Lignum Crucis", que porta la astilla de la Cruz de Cristo, y el de Nuestra Señora de la Soledad, que esperaba bajo palio su salida en la plaza de la Merced. Cuando estaban a punto de cruzar delante de la parroquia que es sede de esta cofradía un fuerte aguacero frustró los planes de los cofrades, que tuvieron que dar marcha atrás y regresar hacia la Merced. Ya con la Virgen a cubierto se anunciaba que "debido a las condiciones mteorológicas" resultaba imposible realizar el recorrido procesional. Las lágrimas hicieron acto de presencia entre los integrantes de la banda de tambores y varios cofrades veteranos que acompañaban a la Virgen mientras se guarecían de la lluvia.

Más suerte tuvieron, unas horas antes, los de la Cofradía del Santo Entierro. Tras el acto solemne del desenclavo en la campa de San Nicolás se procedió a dar salida a la procesión, que sacó a las calles avilesinas los pasos de Jesús atado a la columna (Cofradía Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol), Jesús Nazareno (Cofradía Nuestro Padre Jesús de Galiana), el Santísimo Cristo de la Agonía (Cofradía Nuestro Padre Jesús de la Esperanza), San Juan Evangelista (Cofradía de San Juan Evangelista, la de los "sanjuaninos"), Jesús Yacente (Hermandad del Santo Entierro y Nuestra Señora del Gran Dolor) mientras que la Virgen de la Dolorosa (Cofradía Nuestra Señora de los Dolores) quedó bajo los soportales de la calle San Francisco por la amenaza de lluvia.

De entre las muchas escenas que componen la Semana Santa de Avilés en estos días, el espectacular “baile” de San Juan es uno de los rituales que acapara más miradas y genera expectación y admiración a partes iguales. También lo hizo este Viernes Santo: resultaron aclamados en la subida a la Cámara, tras la reverencia a la Dolorosa, ante la iglesia de San Nicolás y, en general, durante todo el recorrido procesional por las calles de la villa, que en algunos puntos mostraban una imagen desbordante.

Esa misma jornada, el tenor avilesino Emilio Menéndez fue el encargado de cantar el emocionante "La Muerte no es el final" con el que se dio inicio a un recrrido procesional de cerca de tres horas por las calles de la villa.

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