La Huelgona de la memoria: Nori se reencuentra con Tina

En "Eduardo Arroyo-Una biografía pintada" destaca una decena de retratos de Constantina Pérez, una las líderes de la Huelgona: 63 años después, una de sus camaradas la recuerda en el Niemeyer

Marina Menéndez y Nori Álvarez Marrón, esta semana, en la cúpula del Niemeyer. | MIKI LÖPEZ

Marina Menéndez y Nori Álvarez Marrón, esta semana, en la cúpula del Niemeyer. | MIKI LÖPEZ

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Avilés

Hubo tres mujeres que, sobre todas, estuvieron al frente de la barricada de la Huelgona de la primavera de 1962: Anita Sirgo, Constantina Marrón y Tina Pérez. "Aunque, en realidad fuimos muchas más". Esta que habla también estuvo allí: en la cuenca del Nalón, formando piquetes para que los esquiroles no volvieran al tajo.

Esta mañana Nori Álvarez Marrón se ha acercado junto a Marina Menéndez, la hija de Florín Menéndez, a la cúpula del Niemeyer donde, hasta el próximo 4 de mayo, está colgada la exposición "Una biografía pintada", que es una retrospectiva de Eduardo Arroyo que incluye diez retratos de Tina Pérez transformada en un icono pop, en símbolo contra la represión.

Marisa Oropesa es la responsable de la exposición. Ella explicó que "Arroyo pintó unas veinte ‘Tinas’". Las que estos días están en Avilés son como la mitad, o sea, diez. Nori Álvarez Marrón y su amiga Marina Menéndez se detienen ante una de las más emblemáticas, tanto como para haber servido de imagen general de la emblemática exposición.

–Mira cómo llora -dice Álvarez Marrón.

–Esos ojos son una mezcla de tristeza y valentía –apostilla Menéndez.

Esa imagen de la que hablan las dos, explicó Oropesa en el momento de la inauguración, viene de una obra previa de Joan Miró. El catalán pintó en 1921 "Retrato de bailarina española" inspirado, a su vez, en una portada de la revista "Mundo Gráfico" con Conchita Pérez como protagonista.

Las dos mujeres se quedan embebidas en la sala que el Niemeyer ha destinado para los retratos de su camarada que, a su modo, empezó a realizar Arroyo en cuanto conoció la historia de la represión contra aquellas mujeres contribuyeron a sacar el conflicto de los pozos para llevarlo a las calles.

Marrón y Menéndez, que están en la cúpula a instancias de LA NUE VA ESPAÑA, insisten en "la expresión de los ojos" de cualquiera de los cuadros de la colección de "Tinas" que recoge la exposición .

-Parece que la estoy viendo venir–apunta la hija de Florín Menéndez que, silicótico, recibió los golpes oficiales para aligerar el encierro de la iglesia de San José, en Gijón. Allá por comienzos de los setenta.

Dos técnicos cuelgan una de las «Tinas» en la  exposición de Eduardo Arroyo.  | LUISMA MURIAS

Dos técnicos cuelgan una de las «Tinas» en la exposición de Eduardo Arroyo. | LUISMA MURIAS

Fue el profesor Jesús Menéndez Peláez el párroco anfitrión de aquellos mineros que volvieron a sacar sus malas condiciones laborales más allá de los centros de trabajo.

"Los cuadros que Eduardo Arroyo pintó sobre Tina se refieren a un momento determinado: a una de las múltiples detenciones de Anita Sirgo y de mi abuela, Tina Pérez, junto a otros compañeros y compañeras; detenciones por exigir la libertad de los presos y defender los derechos de los mineros en huelga. Las detuvieron y luego las torturaron salvajemente en los calabozos del cuartel de la Guardia Civil de Sama de Langreo", contó el día de la inauguración Tina Martín Bayón, una de las nietas de la líder comunista que murió después "rota, llena de llagas en 1965". Marrón apostilla: "El suyo fue el primer entierro civil de Asturias después de la Guerra" .

Lo recuerda ahora Nori Álvarez Marrón. "Las detuvieron, las pegaron, querían que dieran nombres. No lo hicieron. Y las cortaron el pelo".

Dice los nombres de los dos responsables: el capitán Caro y el cabo Pérez. Álvarez cuenta que el cabo Pérez no pudo ascender nunca: no pudo controlar a los hombres, "ni, después a las mujeres".

Nori Álvarez, cuando empezó todo aquello, cuando aquellas mujeres –su madre y sus camaradas y tantas más: "La Caravana", se acuerda ahora–decidieron apoyar a los mineros, ella era peluquera. "Tenía 17 años. Había que trabajar en algo", apunta. Una de las "Tinas" que exhibe la semiesfera del Niemeyer marca ese proceso de trasquilamiento al que la sometieron los guardias a los que habían encargado domar la rebeldía de aquellos mineros que querían ir a trabajar todos los días y volver enteros a cada al terminar el turno.

Nori Álvarez nació en Mieres en 1946, pero a ella, como a su madre y las otras mujeres, les tocó la Huelgona en el Nalón. "Estábamos en Lada", dice. "Una madrugada nos levantamos. Picábamos en la puerta de las compañeras, con palos de las banquetas de la cocina y con "sal y pimentón para defenderse" contra los esquiroles salimos a la calle: todos teníamos que estar en calle".

Lo consiguieron. "Llegó un momento en que las tiendas empezaron apuntar en la libreta lo que necesitábamos.Gracias a ellos pudimos mantener las reivindicaciones", cuenta Nori Álvarez.

Las detuvieron a todas, las llevaron a la Colonia del Fondón. "En frente estaba una de las fábricas. Desde allí seguíamos gritando esquiroles", cuenta Álvarez, ahora, delante de un café, después de echar la vista atrás. Aquellas mujeres y Tina Pérez ganaron la huelga.

–Es que teníamos razon –concluye Álvarez Marrón.

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