"Queremos centrarnos en el restaurante", sostiene la titular de la restauración del Niemeyer

El negocio de la torre-mirador continuará en las mismas manos que hasta ahora y mantendrá el catering para eventos del centro

Panorámica del complejo cultural, con la torre a la izquierda. | E.P.

Panorámica del complejo cultural, con la torre a la izquierda. | E.P.

C. J. / M. M.

Avilés

"Este puede ser nuestro año gastronómico, queremos centrarnos en el restaurante", subraya la concesionaria del servicio de restauración el Centro Niemeyer, que desde el año 2022 aglutinaba los espacios de la torre y la cafetería que da a la plaza del complejo cultural.

La comisión ejecutiva de la Fundación Niemeyer se reunió este viernes para abordar el planteamiento trasladado por la propia concesionaria de separar ambos espacios para que otra empresa pasara a llevar únicamente el servicio de cafetería.

Las fuentes consultadas señalaron que existe ya un acuerdo para ceder la gestión del negocio que da a la plaza, con una oferta que superará con creces "la de un bar sin más".

El restaurante de la torre continuará en las mismas manos que hasta ahora, que también mantendrá el servicio de catering que prestaba para eventos en el Centro Niemeyer.

El concurso para la gestión de la torre del Niemeyer y de la cafetería se resolvió en abril de 2022. Aunque salió de manera conjunta a licitación, y funcionaba como una unidad, el contrato en realidad se dividía en dos. Por un lado, la cafetería, con un valor de medio millón de euros en cinco años. Se señalaba además en los pliegos de las cláusulas que abriría 300 días al año y que el horario sería "como mínimo" de 14.30 a 16.30 horas y, por la tarde, de 20.30 a 23.30 horas.

Al desgajar la cafetería del servicio de restauración que se ofrece en la Torre, con unos niveles de calidad óptimos, cada una de las estancias funcionarán ahora de manera separada.

El conjunto de la torre mirador, proyectado como el resto de elementos del complejo cultural por el arquitecto Oscar Niemeyer en 2011, es la única obra del brasileño en España y de las pocas que hay en Europa. Entrar en la sala del restaurante impresiona. Elevado a 13 metros de altura, las vistas de "este platillo" se extienden desde la ría de Avilés, al ‘skyline’ de su casco histórico o el puerto que se abre al Cantábrico. "Por el día parece que estás en un cuadro en continuo movimiento; por la noche, la oscuridad y el silencio te hacen flotar, es mágico", cuentan sus gestores.

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