Rito, besos y boda para el Puchero en Avilés, que ya tiene novios: "Nos hace mucha ilusión"

Abel Cáceres, de Avilés, y Mihaela Olteanu, natural de Rumanía y residente desde hace más de veinte años en Gijón, son los novios que este año protagonizarán el popular Rito del Beso enmarcado en las fiestas del Puchero que organiza la asociación de vecinos "El Marapico" de Villalegre . Será el próximo 10 de junio a mediodía, como manda la tradición.

La pareja lleva tres años de relación. Pero hay más: su participación en el Rito del Beso será un ensayo de la boda que celebrarán una semana después, el día 21. Y así lo deja claro su invitación para el enlace, con una imagen tomada por una hija de Abel Cáceres, Carlota, a los pies del crucero de La Luz donde se desarrollará el Rito del Beso. Contraerán matrimonio civil, en el Ayuntamiento de Avilés, y lo celebrarán en Gijón.

Los enamorados decidieron participar en el Rito del Beso por varias razones. "Yo llevo quince años colaborando con las asociación de vecinos, diez en la junta directiva y los últimos cinco echando una mano de forma desinteresada. Siempre me hizo ilusión participar en el Rito. La presidenta de la asociación de vecinos de El Marapico (Patricia Leyva) es muy amiga nuestra y nos animamos. Pese a nuestra edad (49 años el novio, 46 la novia) nos hace muchísima ilusión", explica Abel Cáceres.

La última pareja en participar en este Rito que atrae a decenas de personas a La Luz fue la formada por Noelia Galán y Sergio Fernández el año pasado. Entonces se regalaron setenta besos en La Luz y, todos, bañados por una fina cortina de lluvia. La pareja treintañera también tenía previsto casarse tras participar ene l Rito del Beso, en su caso un mes después.

El Rito del Beso se celebra de forma ininterrumpida desde 1989 (menos el año 2020, por la pandemia). Cada año congrega a numerosos romeros en la misa de campaña y posterior acto que tiene lugar a los pies del crucero anejo a la iglesia de La Luz. Es la escenificación de la leyenda más romántica del barrio, que data del siglo XVI y que, cuentan, tiene su origen en la historia de un amor imposible: la de una plebeya y el conde de Lluera. La historia de Abel Cáceres y Mihaela Olteanu avecina un final feliz. Suenan, y a no mucho tardar, campanas de boda.