Memorias | Senén Álvarez Fundador de la ingeniería Iturcemi
"Fui a la Universidad ya de mayor: todos los que tenía alrededor eran unos guajes, yo tenía 30 y ellos 18"
"Empecé siendo jefe del taller de instrumentación de Ensidesa, pero no me gustaba: había poca actividad y yo era más nervioso"

Senén Álvarez Fernández, en las oficinas de Iturcemi, en Avilés. / Luisma Murias
Senén Álvarez Fernández (Las Cuestas, Trubia, Oviedo, 1942) fundó junto a su socio –y excompañero de trabajo– José Luis López Martínez la empresa auxiliar de Arcelor Iturmo: fue en el año 2000. Álvarez ya se había prejubilado, pero decidió no parar.
Andando el tiempo, la compañía devino en Iturcemi: acaba de cumplir veinticinco años. Álvarez Fernández acude cada mañana a la sede central de una empresa que dirige con tiento José Luis López Álvarez, el hijo del otro fundador. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA en la sala Einstein de las oficinas de su compañía, en el Parque Empresarial del Principado (Avilés).
Nacimiento. "Me llamo Senén Álvarez Fernández. Nací el 16 de mayo de 1942 en un pueblo de Trubia que se llama Las Cuestas. Las Cuestas de Trubia".
Familia. "Mi padre, que se llamaba Luis Senén Álvarez, murió joven y trabajó en la fábrica. Y mi abuelo fue militar y trabajó en la fábrica también. El único de los dos que era militar era mi abuelo. Lo conocí de capitán. Se llamaba Luis Álvarez Fernández. A quien no conocí fue a mi padre. Murió cuando yo tenía cuatro años y medio. Se fue en una operación de úlcera de estómago. En Oviedo: en el hospital militar que había en Oviedo".
los abuelos. "Me criaron los abuelosporque mi madre, que se llamaba Carmen Pilar Fernández Morán, tiene que marchar para Bélgica. Yo me quedé en Las Cuestas, ella se fue a Bélgica a trabajar con mi hermana que es más joven que yo: con Etelvina. Mi abuelo, el capitán, estaba en la oficina. Creo que llevaba temas de Seguridad Social. Desde bien joven vi cómo se trabajaba en una empresa y me di cuenta de que ayuda a la cabeza".
La escuela. "Los primeros conocimientos los tuve en una escuela particular de un maestro que daba muchos palos. Se llamaba Pepe. La escuela no estaba en Las Cuestas, estaba al lado, en Camales. Me enseñó a escribir y a leer. Y las capitales del mundo. Era de dar muchos golpes. Y sabía a quién daba. Tenía dos secciones: una por la mañana y otra por la tarde. Entre unos y otros seríamos cincuenta o sesenta. Todos los padres querían que los hijos fuesen a esa escuela porque aprobaban después para la formación profesional de la fábrica de Trubia".

Senén Álvarez, en la escuela de Pepe, en Camales. / Archivo de Senén Álvarez
La fábrica de trubia. Allí, en la escuela de la fábrica de Trubia estudié la formación profesional, el FP, no sé cómo se llama. Salías preparado para trabajar: era un centro como lo que es en Avilés la escuela de Maestría de Ensidesa. De la escuela salí como oficial, pero la fábrica no me admitió. Entonces fui a trabajar precisamente aquí, vine a trabajar aquí a Ensidesa. A Ensidesa, a los hornos de fosa".
Ensidesa. "No era mal trabajo. Y además tuve mucha suerte. El primer día me dice el encargado: ‘¿Tú estudiaste en Trubia?’ Yo dije: ‘sí’. Dice: ‘Pues tengo una moto aquí que rompió la chaveta y yo no encuentro esa chaveta para comprar. ¿Por qué no me la haces tú?’ La chaveta es la fijación del eje con el piñón. Yo tenía 18 años y le dije: ‘No sé lo que puedo hacer’. Dice: ‘Dime lo que necesitas’. Y le dije la herramienta que necesitaba. Y él me dice: ‘Lo vas a hacer bien’. Al mediodía puse la chaveta y el señor no fue a casa a comer. Yo no comí. Yo quedé en la puerta esperando a ver si venía. Le vi y dije: ‘Bueno, esto funciona’. Y entonces el señor me dice: ‘Tú eres bueno, vas a estar aquí con el almacenista reparando las máquinas y eso’. Me buscó un trabajo bueno. En Ensidesa debí de estar un año. Entonces, un primo que tenía de jefe en Fábrica de Mieres me dijo: ‘Ven para aquí que vas a estar mejor’. Y eso, bueno, me animó y fui".
La Fábrica de Mieres. "Entonces todavía estaba en casa de los abuelos. Cuando estuve en Mieres, estaba de pensión por la semana e iba sábados y domingos a casa de los abuelos. Cuando estuve en Avilés, igual. Había una pensión aquí en Villalegre, en Villalegre no, en El Pozón. Iba los sábados y los domingos a Trubia a casa de los abuelos. Yo no conocía mucho. Tenía 18 años, no viví la vida de la ciudad. Había mucha gente, pero yo no viví esa vida: no entraba al bar, no me gustaba entrar al bar, no hacía nada. O sea, no… En la Fábrica de Mieres estuve de electricista. La fábrica estaba yendo a Pola de Lena. A la izquierda. Ahora hay un centro comercial. Y ahí estaba de electricista. Entonces llegan de Pamplona, de Potasas de Navarra, que necesitaban gente. Se ganaba bastante más".
Potasa. "Lo que hacían allí era la potasa: fertilizante para los campos. Y yo fui a Navarra, a Beriaín, a seis kilómetros de Pamplona o así. Siempre fui muy inquieto. Vinieron de Potasas de Navarra a Asturias para buscar trabajadores aquí a Asturias. ¿Por qué? Eso ya no sé. Vinieron aquí y yo fui. Estuve ahí en Pamplona cinco años".
Mili. "No fui a la mili por hijo de viuda. Me libré de eso, de ir a la mili".

La promoción de la escuela de maestría de la Fábrica de Armas de Trubia. / Archivo de Senén Álvarez
Mucho trabajo. "En Pamplona ya tenía yo ansiedad, ya me movía mejor. Ya trabajaba ocho horas y después monté una pequeña empresa con un ayudante y ya instalaba viviendas, edificios. Metía hilos eléctricos. Era electricista. Se me daba bien. Compré un coche ya".
Boda. "Me casé muy joven. A los 22 años. Nos casamos aquí cuando estaba en Mieres. Estaba de pensión y ya no me gustaba seguir allí y bueno, me casé muy joven. Es Beatriz, Beatriz. La conocí en Trubia y nos casamos en la iglesia de Santa María de Trubia, pero nunca trabajé en la fábrica de Trubia. Nunca".
Pluriempleo. "Con la empresa esta que abrí gané dinero. Y me moví un poco mejor. Trabajaba en Potasas y en la instalación eléctrica. Por entonces estaban construyendo mucho en Pamplona: había un flujo del campo a la ciudad enorme. Se estaban haciendo viviendas sin parar, sin parar. Yo iba a trabajar y con mi ayudante a instalar viviendas. Creció mucho Pamplona en ese momento, en los años 60, creció enormemente. Sí, se me dio muy bien".
Especialista. "Me especialicé en una máquina muy singular, muy importante: la tenía la mina y la fábrica. En aquella época en que yo voy, funcionaba todo por esa máquina, como esta aquí de las minas, como las jaulas. Subía también el material, por eso era muy importante. Era muy importante porque salía la producción por ahí. Entonces, no podía parar. Yo me especialicé en esa máquina. Entonces yo dije: ‘Esta máquina tengo que aprenderla para ser mi vida’. Me llamaban a casa o eso: ‘La máquina no funciona’. Nadie se atrevía a ir, yo cogí la responsabilidad, pero me valió para que pudiera terminar el trabajo y poder marchar. Nadie me decía nada".
Fin de potasas. "Pero un día pasa que aparece potasa en América, en Estados Unidos y en Canadá: una planta al aire libre. Entonces era venir con máquinas que inundaron el mundo del mineral. Y la empresa empezó a bajar. Yo dije: ‘De aquí tengo que marchar’. Entonces vine para un Uninsa, en Gijón. Me emplearon en instrumentación. Un poco especializado. Yo, parece ser, hice un examen bueno de electricidad y dijeron que me pasaban para esto de instrumentación".
Lo primero que cogimos fue una grúa en el puerto de Gijón que había que reformar, hacerle un "revamping"
Ingeniería. "Entonces estudié en la escuela de ingeniería de Gijón para Ingeniero Técnico Industrial. Sí, tenía mucha práctica de los años que llevaba en la fábrica. Y tenía mucha habilidad. Fui a la Universidad de mayor: todos los que tenía alrededor eran unos guajes yo tenía 30 y ellos tenían 18."
Jefe en ensidesa. "Empecé siendo jefe del taller de instrumentación, pero no me gustaba: se trabajaba poco había poca actividad. Yo era más nervioso y quería otro taller.Y me surge la oportunidad, me llaman de la acería de Gijón, que ¿por qué no iba para ahí de jefe del mantenimiento eléctrico? Un poco tira y afloja, pero al final fui. Y yo lo que hacía era no demostrar que tenía muchas ganas de ir porque quería sacar un dinero y aprovechar para mejorar... ya que me quieren y llevar.Yo no pedí, me tiré y salió la cosa bien".
Arcelor. "En Arcelor trabajé un tiempo largo. Empecé en Fábrica de Mieres, que ya era la unión de las tres industrias siderúrgicas. Después me perdí un poco con los cinco años que estuve en Pamplona. Podemos decir que estuve treinta años en la siderúrgica. Siempre estuve en Gijón. Entonces es cuando conozco al director de Veriña en este tiempo que estoy trabajando en Arcelor: el padre de José Luis López, el director actual de Iturcemi. Se llamaba José Luis López Martínez. Tiene inquietud de crear una empresa eléctrica".
Prejubilación. "Me pasé a las auxiliares en la prejubilación. Entonces surge la oportunidad. José Luis López Martínez tiene la curiosidad de montar esto de la empresa del montaje: Iturcemi. Él se había prejubilado también en la principal y abrió una empresa mecánica: Iturmo. Y él me llama un día cuando se entera de que me prejubilo. Y me llama que por qué no montamos una empresa eléctrica. Yo le dije que tenía dudas. Dije: ‘Esta actividad nunca la hice’. Porque me dice: ‘Tú vas a ser el director y eres el que va a llevar la empresa’. Pero yo le dije: ‘Es que me... tengo dudas’. Por la responsabilidad, me daba miedo al fracaso. No quiero pasarlo, pero bueno, al final nos vimos otra vez y decidí empezar. Y eso es lo que pasó".
Nueva aventura. "A los 56 años, con mi vida arreglada, en el año 2000, me meto en la aventura de dirigir una empresa. Porque yo quería trabajar: no quería ir para casa. No quería ir para casa. No lo contaba, pero yo no quería ir para casa. Pero me echaron porque cumplías una edad y te mandaban para casa".
Comienzo. "Decía: ‘Con todo el mundo por delante, yo para casa no voy’. De hecho, ya estaba haciendo ingeniería en Gijón. Así que estamos en Silvota, en Llanera: Iturmo, la empresa mecánica que fundó José Luis López Martínez, es una empresa de acero, de chapas y soldaduras y eso. Donde yo voy es para la nueva empresa eléctrica".
Cuando me prejubilo, José Luis López me propone dirigir Iturcemi, pero tenía dudas
Iturcemi. "En Iturcemi tirábamos cable para Arcelor: fue creada como empresa de montaje desde el inicio. Al principio éramos veinte, veinticinco. Fichábamos un poco de todo porque los buenos van a sitios más seguros y a sitios más estables. Normal. Nosotros entonces éramos nuevos. Yo tenía una ventaja: que tenía muchos amigos, posibles clientes. Y eso nos ayudó, nos ayudó para poder coger obra".
Primer pedido. "Lo primero que cogimos fue una grúa en el puerto de Gijón que había que reformar, que había que hacer un ‘revamping’. Y esa fue la primera obra que cogí. Ahí seríamos todavía cinco. Era un encargo de la EBHI. Fuimos luchando, luchando. Yo como era incansable, porque tenía esa facilidad, no cansaba… fue una lucha muy dura, porque los inicios son duros. Los inicios son duros porque no es fácil, no es fácil. Tienes que ganarte la confianza del cliente y no la tienes. Hubo una travesía de diez, doce años. Dura. Dura, dura".
Primeros años. "En estos primeros años crecimos poco porque teníamos una competencia muy fuerte. O sea, aparte ya de las dificultades que teníamos nosotros, la competencia era enorme. Los mejores contratos los llevaba esa competencia y a nosotros nos quedaba la parte peor. Fue lo que más sufrimos. Y después estrategia. Estrategia no teníamos. No nos daba tiempo a tenerla. Dábamos muchas vueltas sin parar y la estrategia era una: coger trabajo. Era esa. No pensábamos en más. Porque si no, no vivíamos. Y si no, no avanzábamos. Y si no había que cerrar".
La travesía del desierto. "En 2012 esto cambia. En el 2012 viene el hijo de José Luis López Martínez –José Luis López Álvarez– y lo nombramos CEO. Es el que viene con unas ideas muy claras. Él no venía de este negocio: venía del vino, de una empresa muy fuerte del vino. Porque él estudió Económicas y es más financiero que técnico".
El relevo. "José Luis viene con ideas nuevas: ideas de mejorar la empresa, de contratar al mejor personal, al más profesional. Y con la idea de ir más a la ingeniería: pasar del montaje a la ingeniería. Y fue poco a poco introduciendo ese pensamiento que tenía él. Fue poco a poco transmitiéndolo a la empresa. Fuimos adaptándolo y fuimos mejorando. Y pasó un tiempo, pasaron tres o cuatro años de esta travesía, pero salimos reforzados. Salimos reforzados y bueno, mejoramos en todo".
Crecimiento. "Los contratos que antes cogíamos de montaje, empezamos a cogerlos de llave en mano: la ingeniería, el montaje, la fabricación de equipos y la puesta en marcha. Y así pasamos de los veinte o veinticinco del principio a los dos cientos cincuenta trabajadores actuales. Creció mucho cuando empezamos a ser una empresa más competitiva, más... En la pirámide, ¿qué pasa? En la base de la pirámide, cuando ofertábamos en lo que era montaje, había muchas empresas. Cuando fuimos elevando el nivel de la empresa, íbamos a la parte de arriba pirámide de arriba, a la cúspide y ofertaban menos. Podíamos mejorar los contratos".
Feliz. "Cada día estoy más feliz. Yo vengo a trabajar aquí todos los días. No tengo otro sitio mejor donde ir. Ahora soy consejero. Tengo una rara habilidad: tengo muchas amistades y algún contrato llega por mí. Sigo haciendo lo mejor que puedo y todo".
Aniversario. "La fiesta del aniversario fue muy bien. Yo me emocioné mucho. Porque aparte me hicieron un agasajo. Y no lo esperaba. Me emocioné mucho, me emocioné mucho. Y yo les dije: ‘Ya os decía antes que yo vengo aquí porque siento mucho cariño y mucho aprecio y no tengo otro mejor sitio para ir que este. Es el mejor sitio que tengo para venir’".
La jubilación. "Tengo una mesa en el despacho del CEO. Soy el ayudante del CEO, del director general. Por las tardes como con los amigos clientes. O sea, por la semana como dos días o tres con los amigos clientes. Y por las tardes pues yo ya no vuelvo, pero no tengo pensado jubilarme".
Hijo. "Tengo un hijo. Se llama Jesús Álvarez Sánchez. Se prejubiló hace un mes de Telefónica. A partir de 52 años ya puede marchar. Estudió lo de la formación profesional. Después tuvo un cargo bastante bueno. Hizo una vida muy tranquila, muy bien".
El presente. "Vivo en Gijón y vengo todos los días aquí, a Avilés. Encantado. Estábamos en Gijón, pero no teníamos sitio. Empezó a crecer, a crecer y buscamos esto, en el PEPA. Nos vino esto muy bien. Y después compramos Moymsa, se creó Iberastur, Delta Digital. Hacemos 40 millones de facturación y cuando empezamos, dos o tres. Cuatro una vez, cuando nos salimos".
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