Jorge Morales, director de desarrollo de negocio de Facsa, empresa que hará la reforma de la depuradora: "El gran reto es lograr que Maqua funcione durante las obras"

"El proyecto incorpora medidas para minimizar la dispersión de olores"

Jorge Morales. |

Jorge Morales. |

Marián Martínez

Marián Martínez

Avilés

Jorge Morales es el director de desarrollo de negocio de Facsa, la empresa que lidera la unión temporal de empresas (UTE), con Espina Obras Hidráulicas y Alvargonzález Contratas, para la reconstrucción de la depuradora de Maqua; una obra que tendrá un coste de 48 millones de euros.

¿Cuándo comenzarán los trabajos?

Las obras están programadas para comenzar entre agosto y septiembre de este año. Hablamos de una intervención a gran escala, con un plazo total de 36 meses, de los cuales 30 están dedicados a la construcción y los seis restantes a la fase de pruebas, verificación y puesta en marcha de la estación depuradora. Este calendario responde a la complejidad del proyecto y a la necesidad de garantizar, en paralelo, el funcionamiento continuo de la instalación. Como ves, se trata de una actuación clave. Desde el área de desarrollo de negocio vemos en Maqua un ejemplo de cómo la ingeniería, la sostenibilidad y la innovación pueden converger en beneficio del entorno.

Se trata prácticamente de la reconstrucción de la planta. ¿Cuántos trabajos similares han ejecutado hasta ahora?

En los últimos años hemos triplicado nuestra cartera de infraestructuras hídricas, ejecutando numerosos proyectos tanto en plantas depuradoras como en otras instalaciones hidráulicas por prácticamente toda España. Entre las obras más recientes destaca el ambicioso proyecto de ampliación y modernización de la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) de Sa Pobla, en Mallorca, que se acaba de inaugurar, y la ejecución del emisario del Bajo Iregua, en La Rioja, con un presupuesto de 11,5 millones de euros, en la que nos encontramos actualmente trabajando. Otros ejemplos son la ampliación y mejora de la EDAR de Felanitx y de la EDAR Camp de Mar, en Baleares, la construcción de la ETAP de L’Escala, en Girona, o la remodelación de la EDAR de Villapérez, en Asturias, un proyecto clave en el que estamos inmersos que permitirá ampliar la capacidad de la planta para tratar 17.280 metros cúbicos diarios.

¿Qué dificultades plantea el proyecto? ¿Alguna especialmente compleja?

El principal reto ha sido llegar a una planificación del proyecto, con una minuciosa coordinación, que garantice el funcionamiento de la planta durante toda la ejecución. Para ello, hemos diseñado una estrategia de fases muy ajustada, que combina el uso de las instalaciones actuales con la incorporación progresiva de las nuevas. A esto se suman desafíos constructivos importantes, como cimentaciones profundas debido a las condiciones del terreno, o trabajos en estructuras a gran profundidad, como son los que se realizan en el pozo de agua bruta. También es relevante la necesidad de adaptar la planta a la nueva normativa europea en materia de aguas residuales, además de afrontar el tratamiento de aguas con alta salinidad y elevada variabilidad de conductividad, algo especialmente sensible en esta ubicación.

¿Cuántas personas trabajarán en la ejecución de las obras?

Calculamos que, a lo largo del proyecto, participarán más de 500 profesionales especializados en distintas áreas: obra civil, montaje electromecánico, automatización, etcétera, con picos de actividad en los que habrá hasta 250 trabajadores simultáneamente en obra. Es una actuación que, además de su valor técnico, tiene un impacto económico y social directo en el territorio.

¿Qué pasa con la depuración y el saneamiento mientras duren los trabajos? ¿Cómo se garantiza que el procedimiento se mantiene con calidad?

Desde el diseño del proyecto, uno de los objetivos fundamentales ha sido asegurar la continuidad y calidad del proceso de depuración. Para ello, se ha planteado una estrategia de actuación por fases que permite mantener el funcionamiento de la planta combinando las instalaciones existentes con las nuevas a lo largo de la obra. Esto garantiza que, en todo momento, se cumplan los estándares exigidos en el tratamiento de las aguas residuales.

¿Y los vertidos industriales?

Mientras duren los trabajos de construcción, los efluentes industriales se gestionarán siguiendo el proceso habitual. Igualmente, cada industria realiza un tratamiento previo individualizado antes de su incorporación al emisario de la EDAR.

Hay quejas recurrentes sobre malos olores en algunas zonas. ¿Se zanjará ese problema con estas obras?

El proyecto incorpora medidas concretas para minimizar la generación y dispersión de olores, como son la instalación de sistemas de desodorización biológica que permiten tratar el aire antes de su emisión. Aunque nuestra responsabilidad como constructores se centra en ejecutar la infraestructura, el planteamiento técnico incluye soluciones que, sin duda, contribuirán a la integración ambiental de la planta y la calidad del entorno.

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