Entrevista | Gonzalo Barrena Catedrático de instituto jubilado

Las memorias de Gonzalo Barrena, catedrático de instituto jubilado: "Nací en Georgia: no pudimos venir a Avilés en las repatriaciones masivas de los ‘niños de la guerra’"

"Mi madre y mi abuela logran salir del cerco de Leningrado, cruzar el Ladoga helado y emprender rumbo al sudeste, a la región de Krasnodar"

Gonzalo Barrena

Gonzalo Barrena / Mara Villamuza

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Gonzalo Barrena (Tbilisi, Georgia, 1956) forma parte de la primera generación de españoles nacidos en Rusia. A su vuelta, se crió en Llaranes: su padre, exmilitar republicano, había conseguido trabajo en Ensidesa. Se licenció en Filosofía y se acaba de jubilar como catedrático en el instituto de Cangas de Onís. A continuación va la primera parte de sus memorias: el exilio de sus padres y de sus abuelos de España a la Unión Soviética.

Nacimiento

"Mi nombre es Gonzalo Barrena Diez. Como el dígito. Nací en Tbilisi. En la época antigua se denominaba Tiflis. Es la capital de Georgia. Una de las antiguas repúblicas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)".

Vuelta a españa

"Yo vengo con seis meses, nada más. Nací en 1956. El 18 de noviembre. No pudimos venir en las repatriaciones masivas que estaban iniciándose en esa fecha porque, precisamente, estaba naciendo yo. Entonces fue cuando regresa el 80% de los Niños de la Guerra. Yo tengo que venir en la sexta de esas expediciones, en mayo de 57, con seis meses. Es cuando llegamos al puerto de Castellón, y después a Asturias a reencontrarse con la familia materna".

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Caridad Lueje Alea y Nicolás Diez Valbuena, con su hija, Dulce María, en el centro de la imagen (abuelos y madre de Gonzalo). / Archivo familiar de Gonzalo Barrena

Padres.

"Dulce María Diez era mi madre, y Gonzalo, como yo, mi padre. Tienen trayectorias distintas, aunque los dos terminan en la URSS. Mi madre era una jovencita cuando viaja hasta allí la primera vez. Ya era practicante, que era el nombre que entonces se les daba a las enfermeras. Se marcha con su padre y con su madre, con mis dos abuelos maternos: él era maestro, ella costurera. Mi padre enseñaba a los niños evacuados de Gijón, desde el puerto del Musel".

Acompañamiento

"Los niños no iban solos. Iba con ellos un contingente de maestros, en el caso de la de Gijón, una de las dos mayores, junto con la de Santurce, de unos 50 profesores, maestros, educadores, adultos, con ellos".

Abuelos

"Mis dos abuelos, los masculinos, se llamaban Nicolás Diez Valbuena y Gonzalo Barrena Alcalde. Eran maestros los dos, pero el que se va a Rusia es Valbuena, así le llamaban. Y se va con él su mujer, que es Caridad Lueje, y la única hija de ambos, Dulce María, que ya era practicante. De Gijón se marchan a Leningrado. Sí. Porque es del destino final, donde iban a ir".

Evacuación

"Mis abuelos evacuaron junto con 1.200 niños. Mi abuelo Nicolás era un leonés de la zona de Vega de Gordón, del municipio de Pola de Gordón, uno de tantos maestros que llegaba a enseñar castellano a los asturianos, que en aquella época aspiraban a hablar el castellano de la misma manera que ahora se aspira a hablar el inglés, ¿no? El inglés de entonces, era el castellano".

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Gonzalo Barrena Blanco, 1944 (retrato realizado en un campo de trabajo). / Archivo familiar de Gonzalo Barrena

Maestro

"Nicolás llega de León a la zona de Cangas de Onís a dar clases en una escuela rural, unitaria, con un montón de críos y de crías. No tenía vivienda la escuela y se aloja en casa de unos campesinos que tienen una hija de 18 años con la que se casa -Caridad Lueje Alea- y nace mi madre a los pocos años. Mi madre, Dulce María, nació en Cangas de Onís, bueno, en realidad en Següenco, que es una aldea de Cangas de Onís, donde mi abuelo Nicolás tenía la escuela. Estamos hablando de que mi madre nació en 1918. Se marcha para Rusia a los 19 años. Se marcha al inicio de la Guerra: en 1937. En 1934, a mi abuelo lo destinan a Gijón, a una escuela en la zona de Ceares, de la carretera de Gijón a Ceares. Y allí pasa entre el 34 y el 37. Estalla la Guerra Civil. Y es cuando mi abuelo, que formaba parte de una asociación de amigos de la Unión Soviética, no siendo él del Partido Comunista, porque él era cenetista, de la CNT, pero bueno, idealiza, yo creo, lo que era la educación en la URSS y bueno, pues decide marcharse al frente junto con otros maestros. El que presidía la expedición era Pablo Miaja, otro maestro. Decide marcharse con ese contingente de maestros que acompaña a los 1.200 niños que salen de Gijón el 23 de septiembre de 1937. Nicolás tenía cuarenta y tantos años en ese momento. Él había nacido en el 1892, me parece, así que 44 o 45. Y mi abuela Caridad era costurera y también iba a cuidar de los niños. Las memorias que redactan algunos de esos niños al regresar recuerdan a mi abuela cosiéndoles ropa, cocinando para ellos en los internados, porque luego allí se alojan. Sí, eso me lo habían contado".

Leningrado

"En Leningrado, en la actual San Petersburgo, había 4 internados: las casas 8, la 9, la 10 y la 11. Las 8 y la 9 estaban en el centro de la ciudad de San Petersburgo. Una en la calle Tverskaya, 11, y otra en la calle Prospekt, 25 de octubre, que era la 9. Y luego había dos en Pushkin, en la ciudad de los zares, cerca de donde está el palacio. Allí muy cerca, formando parte además del mismo conjunto de jardines y de casa allí en un internado estaban la casa de los más pequeños, la casa 10 y la 11, que luego se unificaban en Pushkin. Mi abuelo está adscrito a la casa 9, a la de Prospekt, 25 de octubre, que es como avenida de 25 de octubre. Viven en la residencia. Y mi madre empieza a trabajar en el hospital, porque ya era enfermera, y empieza a trabajar en el hospital. Conoce a mi padre mucho tiempo después. Estamos hablando de 1937 y ellos, mis padres, coinciden finalmente en 1954".

Antes de los nazis

"Los años previos a la invasión de los nazis los llamamos ‘de caviar y pedagogía’, porque a los niños los tratan de una forma privilegiada; los educan de acuerdo con los métodos más avanzados y vanguardistas de la época: van al teatro, a conciertos, aprenden a esquiar, patinar sobre hielo. Son años de felicidad plena una vez superado el desgarro de la ruptura familiar".

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Colegio de los Padres Salesianos. Llaranes, febrero de 1969. / Archivo familiar de Gonzalo Barrena

Sistema de internados

"Hay como unas 19 casas: 19 residencias. Seis en Ucrania, en ciudades fatalmente de moda, porque las conocemos por los episodios de noticias. En Odessa, en Jersón, en Kharkov, en Eupatoria, en Crimea. Y el resto en la periferia de Moscú y las cuatro de Saint-Petersburgo, de Leningrado. Y en esas residencias pasan esos cuatro años felices, hasta que el 22 de junio nos de 1941 comienza la Gran Guerra Patria, que es como se lama allí a la Segunda Guerra Mundial. Cuando Hitler abre el frente del Este, en junio de 1941, a los de Pushkin y a la Casa 8 de Leningrado, que es donde estaban los más pequeños, los evacuan rápidamente hacia la zona de los Urales o hacia la zona de la retaguardia profunda. Quedan los mayores. Los niños de aquí se marchan entre cuatro y catorce años. Los mayores de esos críos, ya cuatro años después, tienen, pues, dieciocho, diecisiete. Y esos ya están o empezando a trabajar o en la universidad o en centros técnicos de formación parecida a la formación profesional. Y esos se quedan un poco más, pero ¿qué ocurre? Que el progreso de las tropas alemanas es vertiginoso y si se abre el frente en junio, en septiembre están a las puertas de Leningrado y cercando la ciudad. Y entonces a los muchachos mayores, a mi madre en concreto, le coge el frente dentro y pasan el cerco de Leningrado allí".

El cerco de Leningrado

"Mi madre estuvo en el cerco de Leningrado. Ya sabe que hablan de los novecientos días, ¿no? Mi madre no está los novecientos días, pero sí están –ella y mi abuela–, la parte peor de esos novecientos días, que es el primer invierno con temperaturas de más de cuarenta grados bajo cero. Y a comer los ciento cincuenta o los ciento gramos de pan diarios. Y el serrín de las ventanas, los cinturones de los bolsos y los propios bolsos, todo lo que era de piel, se cocinó y se comió en los momentos más crudos. Además de episodios más truculentos, de canibalismo, que son reales. Por ejemplo, mi madre recuerda que de repente veía cadáveres a cuarenta grados bajo cero a los que les faltaba un muslo. Y decía: ‘Claro, luego me di cuenta cuando vi en el mercado negro trozos de carne que no te podías explicar de dónde salían’. En marzo de 1942 se abre el cerco por el lago Ladoga. Se abre el cerco como un mes, no llega un mes, unos 15 o 20 días. Y entonces sale parte de la población civil que quedaba y entran militares. Y ahí salen los 70 u 80 españoles, los más jóvenes, con las personas mayores. Mi abuela y mi madre. A mi abuelo lo había llevado otro destino fatídico".

La muerte del abuelo

"Nicolás era sospechoso para la nomenclatura de aquel régimen estalinista que a los niños no los alcanzó porque la cuchilla de la represión pasa por encima de sus edades, pero a algunos maestros sí, como el caso de mi abuelo, a quien le reprocharon el hablar de España, idealizándola. España era un país fascista y pensaron que aquellos mensajes que él les daba de vocación y de nostalgia pues que eran antisoviéticos y entonces hay una denuncia. Lo detienen, lo envían a Vorkutá, uno de los campos de prisioneros en el Ártico y en el traslado de un campo de concentración a otro, fallece de una neumonía. Por eso no le pilló el cerco: le detuvieron antes de que se abriera el frente ruso. Mi madre se consolaba diciéndose a sí misma, y a mí, que habría fallecido igual en Leningrado".

La huida de los nazis

"Mi madre y mi abuela logran salir del cerco, cruzar el Ladoga helado y emprender rumbo al sudeste: a la región de Krasnodar, que está muy cerca de Ucrania. Y allí pasan en un koljós unos meses de bonanza, donde de nuevo los sorprende la invasión alemana: la Operación Azul, que van por los pozos de petróleo del Cáucaso. Tienen que salir pitando a coger el tren para cruzar el Caspio y pasar a Turkmenistán y a Kazajstán. Pero cuando van a llegar a la estación, un comando ruso viene diciéndoles que ya están los alemanes en la estación y que se apoderaron de los trenes. Y entonces se tiran a las montañas del Cáucaso y lo cruzan durante un mes con los alemanes pisándoles los talones en busca de los soldados rusos. Y los soldados rusos volando los puentes a medida que ellos cruzan".

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