Manuel Ángel Martínez, neumólogo en el hospital de Avilés: "En pandemia había que tomar decisiones cada día y cambiarlas a media mañana"
"Descarté Cirugía por miedo a heredar el temblor esencial que había en mi familia paterna"

Manuel Ángel Martínez Muñiz, con sus dos hijas aún muy pequeñas en brazos. A la derecha, el neumólogo, en la foto de la orla . | álbum familiar de martínez muñiz | L. MURIAS
Manuel Ángel Martínez Muñiz se jubiló con 70 años hace ya unos meses. Dejó atrás una vida laboral durante 35 años vinculada al Hospital Universitario San Agustín de Avilés y dedicada al paciente. "Cuando iba a gerencia no pedía por mí, yo no necesitaba nada. Pedía por el enfermo", recuerda. Fue jefe de servicio de Neumología los últimos ocho años de su carrera profesional y bregó con el covid cuando el virus levantaba olas que eran tsunamis. De Martínez Muñiz también fue el trabajo previo para que Avilés, hoy, tenga un proyecto piloto en Asturias de cribado de cáncer de pulmón. Su historia:
Primeros pasos.
"Nací en Cancienes (Corvera) el 1 de abril de 1954. Tengo 71 años. Mis padres eran también de la zona: mi madre, Amelia Muñiz, de Solís y mi padre, Casildo Martínez, de Taújo. Los dos fallecieron, ambos con 89 años; mi padre hace 17 y mi madre hace 11 años. Nací en una casa que estaba pegadita a la vía del tren. Allí pasé mi infancia hasta casi los 12 años. Era una zona rural, un pueblo. Al lado de casa teníamos el típico bar-tienda donde se podía comprar de todo: unas madreñas, un queso, el pan… A los 12 años nos fuimos a vivir a Avilés, bueno, a Villalegre. Primero fui a la Escuela Nacional, pero por circunstancias tuve que dejarla. Mi familia, sobre todo por parte de madre, había sido muy represaliada en la Guerra Civil, sobre todo en la posguerra tras la entrada de los nacionales. Una sobrina de mi madre estaba casada con un profesor del colegio San Fernando y me daba clase. Luego hice el ingreso que entonces se pedía para el Bachiller y entré en el colegio San Fernando".
Familia.
"Mi padre fue a la guerra muy joven. Cayó herido en la batalla del Ebro con 19 años y todavía le hicieron cumplir casi tres años de servicio militar. Luego trabajó en lo que pudo hasta entrar en Renfe. Allí empezó como fogonero en las locomotoras de vapor, más tarde fue maquinista, y acabó formándose para llevar las eléctricas. Finalizó su carrera profesional en Ensidesa como maquinista. Yo vivía justo al lado de la estación, así que para mí los trenes tenían algo mítico. Recuerdo un viaje en el que mi padre conducía la locomotora desde Avilés hasta Cancienes y me dejó subir con él en la máquina. Ver cómo echaba el carbón y cómo se abría aquel fuego me impresionó mucho. Nunca lo olvidé".
Bachiller.
"Fue una etapa muy bonita. En general me fue bien, aunque era un poco revoltoso, las cosas como son. Algún profesor podía tenerte manía, pero nada grave. Era buen estudiante. Se me daba muy bien Latín, y también Matemáticas. Mis padres me propusieron ir a la Universidad Laboral cuando cumplí 14 años, pero me negué. Tenía muy claro que quería ir a la Universidad. Para mí era un sueño. Y fui a la Universidad. Elegí Ciencias. En Oviedo no había Física ni Matemáticas, que era lo que más me gustaba. Había Químicas, Biológicas y Geológicas y de todo aquello lo que menos me disgustaba era Medicina. Fue una decisión muy de última hora. Mi padre pensaba que estudiaría Químicas. Cuando le dije que elegía Medicina, que además eran seis años, se sorprendió, pero lo aceptó. Los tres primeros años fueron convulsos: todavía vivía Franco. Repetí segundo. Mi padre me dijo muy serio: “Una y no más”. A partir de tercero, cuando empezamos con las materias médicas, me enganché a la carrera".
Especialidades.
"Al principio me interesaba la Psiquiatría, pero las primeras prácticas en el hospital de La Cadellada me hicieron descartarla. También me gustaba la Radiología. Pero sobre todo me gustaba la clínica: Medicina Interna, con preferencia por Digestivo y Respiratorio. Descarté Cirugía por miedo a heredar el temblor esencial que había en mi familia paterna. Mi abuelo, mis tíos, mi padre… todos lo tuvieron. Temía que me apareciera en la madurez y me impidiera operar. Finalmente, no me ocurrió, pero entonces no quise arriesgar".
MIR.
"El primer año me confié demasiado. Tenía la carrera fresca y pensé que con poco estudio bastaría. No aprobé, aunque me quedé muy cerca. Al año siguiente ya trabajaba como ayudante de Ginecología con el doctor José Ramón González, y entonces sí estudié en serio. En aquella época era mucho más difícil que ahora. Salieron 1..446 plazas para unos 26.000 presentados. Apenas un siete por ciento de posibilidades. Cuando aprobé sentí un alivio enorme. Hice la residencia en el Hospital Covadonga, en Oviedo, en Neumología, con Jaime Martínez González Río. Fue mi mentor, un gran docente y una gran persona. Siempre cuidó a los residentes, nos apoyaba y nos enseñaba con paciencia. Después trabajé en Luarca, pero seguía en contacto con Oviedo y llevaba allí pacientes para hacerles técnicas. También hacía guardias para no perder la práctica".
Plaza.
"Uno de mis mejores momentos como médico fue cuando obtuve la plaza en propiedad. Fue un momento muy especial. Lo celebré con mi mujer, que entonces era mi novia. Fuimos un fin de semana a Santander a celebrarlo. Ella se llama Margarita Alonso. Es médica de familia, ya jubilada, aunque es más joven que yo. Trabajaba en el centro de salud de La Ería, en Oviedo. Fue profesora asociada en la Universidad, muy estudiosa, mucho más ordenada que yo. Se jubiló con mucha pena porque adoraba su trabajo. Aún sigue muy implicada: está en el grupo de diabetes de su sociedad científica, con publicaciones, conferencias, cursos… Todavía hoy la llaman para colaborar. Me casé justo después de sacar la plaza de propiedad, en julio de 1990".
Mujer e hijas.
"Primero nos fuimos a vivir a Oviedo, y después a una casa que habíamos comprado en construcción en una urbanización de Soto de Llanera. Luego nacieron nuestras hijas, ambas en el Hospital San Agustín. Mi hija mayor, Marta, nació en enero de 1992. Mi hija menor, Margarita, nació en julio de 1995, también en el Hospital San Agustín. Para la primera hija queríamos un nombre corto y único. Nos gustaba María, pero las Marías acababan siendo llamadas “Maris”, y no nos convencía. Al final, elegimos Marta. Para la pequeña elegimos Margarita, porque a la madre le hacía especial ilusión. Marta, la mayor, estudió Ingeniería Electrónica y trabaja en Moeve, en Madrid. Margarita, la menor, estudió Psicología, aprobó el PIR, un examen muy difícil con 180 plazas para 4.000 inscritos, y trabaja en el Centro de Salud Mental del Quirinal, en Avilés. Marta lleva nueve años en Madrid y se casó en julio del año pasado; su marido también es ingeniero. Ambas están emancipadas. También vivimos en Avilés, pero después de 20 años aquí, nos mudamos de nuevo a Oviedo para evitar el tremendo trasiego de coches, tanto para nosotros como para las niñas con la Universidad. Antes, yo pasaba mucho tiempo en la autopista entre Avilés y Oviedo; fueron 40 años de trayectos constantes".
Hospital San Agustín.
"En Luarca me prometieron que en cuanto saliera plaza en el Insalud me llamarían. Y así fue. Me ofrecieron Avilés y para mí fue como un sueño. Había hecho muchas prácticas de estudiante en el San Agustín y siempre pensaba: "Lo que yo daría por trabajar aquí algún día". El 16 de enero de 1989 entré en el Hospital de Avilés y me jubilé el 1 de abril de 2024. Fueron casi 35 años. Siempre me vi como clínico. La gestión me parecía interesante, pero no era lo mío. Aún así asumí la dirección de Neumología en el San Agustín en julio de 2016 cuando se jubiló mi jefe, José María García García. Cuando aquello la gente empezaba a decirme: “Bueno, serás tú el jefe”, y yo respondía: “No sé por qué me decís esas cosas”. Lo que pasó es que a mi jefe lo mandaron a casa con 65 años estando en un momento físico, mental y profesional muy bueno. Yo pensaba: Si me quedan 3 años hasta jubilarme, ¿qué sentido tiene meterme en una jefatura, complicarme la vida y no poder hacer gran cosa en tan poco tiempo?. En aquel momento la gerente era Begoña Martínez Argüelles. Me tuvieron un tiempo en un impasse. Luego hubo un cambio, no recuerdo si fue por elecciones. Entró como gerente Enrique González, quien ya me conocía y siempre habíamos tenido buena relación personal y profesional. No éramos amigos, pero había confianza y respeto mutuo. Y pedí una prórroga. Yo sentía cierta rabia: llevaba en el San Agustín toda la vida, había entrado de botones, y al final me daba pena no asumir la jefatura. Por otro lado, era un servicio muy bien estructurado, sin conflictos ni egos, que eso es fundamental, con gente muy buena profesionalmente. Y no lo digo por mí, lo digo por mis compañeros. Siempre fuimos un servicio muy valorado en Asturias. Así que, al final, acepté. Estuve ocho años".
Bioética.
"Hice un máster de bioética clínica en la Complutense de Madrid. Fueron dos cursos académicos completos, muy exigentes, con semanas enteras de clases de mañana a tarde. Supuso mucho esfuerzo personal y económico. Con esa formación impulsamos el comité de ética en el hospital. Reclutamos compañeros de distintas especialidades, hicimos cursos, lo dejamos listo para constituirse. Pero con un cambio de gerencia se frenó todo. Pedí que al menos se reconocieran las horas extra que dedicábamos y me respondieron: “No te veo muy animado, déjalo”. Y lo dejé, sin arrepentirme, aunque me costó. Por suerte, poco después llegó la pediatra Isolina Riaño, que tenía experiencia en este campo, y retomó el proyecto y lo consolidó. Gracias a eso hoy el comité existe. Ahora lo lleva Manolo Valledor (intensivista). Poco antes de jubilarme me pidieron que formara parte del comité como miembro, y volví a formar parte del mismo".
Manuel Ángel Martínez Muñiz lleva meses jubilado. El que fue jefe de servicio de Neumología en el San Agustín vivió con intensidad la pandemia por covid, de la que conserva cuatro agendas personales de lo vivido. Implicado hasta el tuétano en la deshabituación tabáquica, Martínez Muñiz defendió que Avilés liderara un proyecto de diagnóstico precoz del cáncer de pulmón. Diez días antes de colgar la bata supo que el San Agustín encabezaría el trabajo. Empático y cercano al paciente sigue en la profesión.
Covid.
"Como jefe no tuve conflictos. Luego llegó la etapa del covid, que fue muy dura. Fue ejemplar el comportamiento de todo el personal del servicio: médicos, enfermeras, auxiliares... De todo el mundo. Las enfermeras que teníamos en consulta se turnaban, sin estar obligadas, para estar disponibles por si teníamos que hacer broncoscopias de urgencia. Eso era fundamental, porque en algunos casos interpretábamos un cuadro como covid y luego no lo era. Si la PCR en muestras nasofaríngeas no era concluyente, hacíamos una broncoscopia y el lavado broncoalveolar confirmaba seguro si era covid. Fuimos el grupo que más hizo en Asturias. Las enfermeras venían a la hora que se les llamase, se ponían el EPI… era una parafernalia. Yo no hice labor asistencial porque así lo pidió la dirección y por la edad: a partir de unos años aconsejaban no entrar en contacto directo salvo que fuera imprescindible. Sí hice broncoscopias en UVI a pacientes covid".
Reuniones.
"Durante mucho tiempo en esta época covid tuvimos reuniones diarias del comité de dirección, incluidos sábados, domingos y festivos. Más de una vez me paró la Guardia Civil viniendo del fin de semana; mostraba la tarjeta del hospital y nunca tuve problemas. En esas reuniones estábamos: dirección médica, dirección de enfermería, dirección de gestión, jefe de microbiología, jefe de UVI, jefa de urgencias, jefe de medicina interna, jefa de preventiva y yo. Al principio había que tomar decisiones cada día y, a veces, incluso a media mañana había que cambiarlas. Fue tremendo. Entonces se hicieron cambios increíbles y rápidos en el hospital. Se hicieron obras en 48 horas que nunca pensé posibles. Se aislaron plantas enteras. La que se llama ala sur se dedicó íntegramente a covid, con cuatro plantas. Se ampliaron unidades de UVI, incluso el gimnasio de rehabilitación se transformó en una. Me quedan cuatro agendas completas llenas de datos que tal vez en algún futuro aproveche para algo. Los dos primeros años fueron terroríficos. En la tercera agenda se empieza a ver cómo bajaban los ingresos y las decisiones diarias, y en la cuarta ya está todo mucho más controlado".
Gripes
"Antes del covid, en 1999-2001, vivimos una epidemia de gripe tremenda, con una mortalidad brutal, sobre todo en mayores. Recuerdo casos de insuficiencia respiratoria gravísima, morgues colapsadas, el sanatorio saturado. Llegamos a tener 65 pacientes en un servicio que tenía 21-22 camas. Fue terrible, pero más breve que el covid. En 2010 o 2011 llegó la gripe A. Esa afectó a jóvenes y causó mortalidad en gente de mediana edad: hipertensos, obesos, embarazadas. Fue seria, pero nada comparable al covid. El covid fue distinto: había pacientes jóvenes que ingresaban relativamente estables y en pocas horas pasaban a insuficiencia respiratoria gravísima. Nos aterraba, porque era muy difícil predecir la evolución".
Sanidad.
"La demanda aumentó muchísimo. La población está muy envejecida y eso consume muchos recursos. Además, la tecnología genera más trabajo, no menos: cuantas más herramientas tienes, más personal necesitas. El problema también es que Atención Primaria se descapitalizó. Se cometieron errores graves: contratos precarios, médicos moviéndose de un centro a otro de un día para otro, contratos de lunes a viernes para no pagar fines de semana… Eso provocó que muchos se fueran. Ahora la especialidad es poco atractiva, cuando antes era muy querida y se elegía con buenos números MIR".
Pacientes.
"Quizá tenemos poca conciencia de qué es realmente urgente. Como anécdota: hace unos años, alguien fue al hospital de madrugada por una rozadura de zapato. Eso es tremendo, aunque anecdótico. Siempre digo: esto no es del gerente, ni del ministro, ni de la consejera. Es de todos. Si no lo cuidamos, la responsabilidad es compartida. Eso sí, los gestores tienen mayor responsabilidad: son quienes ponen los recursos y deben promover un buen uso".
Residentes.
"Empezamos a tener residentes en 2009 y el primero que quedó con nosotros fue Manuel Ángel Villanueva Montes. Tener personas con formación te obliga a mejorar y enriqueció mucho el servicio. Antes de ser jefe de servicio, fui tutor de nuestros residentes y fue una etapa muy gratificante. En general, tengo más recuerdos buenos que malos de mi carrera profesional, aunque hubo momentos desagradables. Trabajar en un servicio considerado y con buenas relaciones profesionales ha sido muy positivo".
Cáncer.
"Estoy especialmente satisfecho por la implementación del programa piloto de screening (diagnóstico precoz) de cáncer de pulmón en Avilés, en el Hospital Universitario San Agustín. Me siento muy orgulloso. Fue un proceso de negociación con la Dirección General de Salud Pública y la gerencia del Sespa (Servicio de Salud del Principado). Este programa (Cassandra) llegó como un regalo de jubilación. Era un programa piloto que había puesto en marcha en nuestra sociedad, SEPAR. Y entonces quería implicar a todas las autonomías, incluida Asturias. Hablé con Lidia (Lidia Clara Rodríguez García, entonces director de Planificación Sanitaria). Ella tenía especial sensibilidad por el problema del tabaco. Y_le di datos. Cuando vine para Avilés veíamos al año unos cien cánceres de pulmón, el 95% en hombres. A día de hoy ha aumentado considerablemente el porcentaje de mujeres con cáncer de pulmón. Ahora lleva este programa Jesús Allende y su equipo y lo están ejecutando con éxito. Aunque el mérito es suyo, yo estoy orgulloso de haber ayudado a iniciarlo. Han captado casos que, de otra forma, habrían tenido un pronóstico muy grave".
Jubilación.
"Estoy jubilado, pero sigo pasando consulta uno o dos días a la semana en la Clínica Castellanos, más por mantenerme activo que por necesidad económica. Camino mucho y sigo leyendo literatura médica. Este año viajé a Menorca, Roma y Cádiz, y pasamos todo el verano en Ribadesella, donde tenemos un apartamento. También participo como revisor de artículos para la revista «Prevención del Tabaquismo», vinculada a la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)".
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