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La mina más primitiva que se recorta en el pedreru de una playa asturiana (que continúa recibiendo visitas también septiembre)

Los visitantes al equipamiento de Arnao pueden ponerse en la piel de los primeros mineros del país, aquellos que acortaban sus herramientas para adaptarlas a las angostas y opresivas galerías bajo el mar Cantábrico

Exterior del museo de la Mina de Arnao | MIKI LÓPEZ

Exterior del museo de la Mina de Arnao | MIKI LÓPEZ

I. G.

Piedras Blancas

El Museo de la Mina de Arnao cerró el mes de septiembre con un total de 837 visitantes. Según el Ayuntamiento, esta cifra visitantes afianza la consolidación del equipamiento como uno de los principales motores del turismo en el municipio.

De estas visitas, 218 correspondieron a turismo procedente de Asturias, 562 se desplazaron desde otras comunidades autónomas y 57 fueron visitas de turistas internacionales. Durante el pasado mes, el centro museístico de Arnao recibió la visita de personas de 17 nacionalidades, principalmente de alemanes y franceses.

La gran mayoría de las visitas, 796, fueron individuales, mientras que 41 correspondieron con visitas de grupo.

La mina de Arnao es uno de los conjuntos de patrimonio minero más emblemáticos de España. Situada en un privilegiado paisaje costero, constituye la explotación de carbón mineral más antigua de la Península Ibérica, el pozo vertical más antiguo de Asturias y la única mina submarina de Europa. Cerrada en 1915, su castillete de madera, que ha merecido la calificación de Bien de Interés Cultural, y sus galerías subterráneas, con cerca de doscientos años, permiten revivir el ambiente de una mina primitiva.

Los visitantes pueden ponerse en la piel de los primeros mineros del país, aquellos que acortaban sus herramientas para adaptarlas a las angostas y opresivas galerías bajo el mar Cantábrico, cargando a sus espaldas pesados sacos de carbón que debían subir a la superficie.

La mina de Arnao, cuyas galerías superan los 200 años de vida, fue la semilla de la revolución industrial en Asturias. Todo un santuario de la minería que se esconde en un paraje costero recóndito, prácticamente inaccesible de forma natural por tres de sus flancos.

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