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Fernán-Gómez, marchante de arte e hijo del actor y dramaturgo: "De niño conocí por dentro el mundo del cine y el teatro y quizá por eso no me animé a ser actor"

El madrileño acudió al estreno en el Palacio Valdés de "El hijo de la cómica", un soliloquio escrito, dirigido e interpretado por José Sacristán a partir de "El tiempo amarillo", las memorias del autor de "Las bicicletas son para el verano" o "El mar y el tiempo"

Fernando Fernán-Gómez y José Sacristán, este viernes, en el teatro Palacio Valdés, tras el estreno nacional  de «El hijo de la cómica». | S. F.

Fernando Fernán-Gómez y José Sacristán, este viernes, en el teatro Palacio Valdés, tras el estreno nacional de «El hijo de la cómica». | S. F.

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Avilés

Fernando Fernán-Gómez (Madrid, 1946), pese a este nombre tan campanudo, no es actor. Fue marchante de arte –tiene una de las colecciones de cuadros de "El Paso" más importantes del país–, fue el representante de su madre –de María Dolores Pradera– y, aparte de todo eso, también es experto en mus –ha escrito, de hecho, el "Diccionario de Mus"–. Fernando Fernán-Gómez es hijo de Fernando Fernán-Gómez, el actor, el dramaturgo, el director de cine, el académico; en esta encarnadura fue que estuvo este viernes en Avilés: porque en el teatro Palacio Valdés se estrenó a lo grande el espectáculo "El hijo de la cómica", un soliloquio escrito, dirigido e interpretado por José Sacristán a partir de "El tiempo amarillo", las memorias del autor de "Las bicicletas son para el verano" o "El mar y el tiempo". Esta conversación, de hecho, comenzó ese viernes en el "foyer" del teatro Palacio Valdés, donde se celebraba el nuevo estreno nacional de Sacristán y la compañía Pentación, y terminó al teléfono: Fernán-Gómez tenía que volver a Madrid.

-Sé que le gustó "El hijo de la cómica"

-Sí, muchísimo. Mucho, mucho.

-¿Vio a Fernando Fernán-Gómez encarnado en Sacristán?

-Sí, sí, desde luego. Pepe Sacristán ha hecho un gran trabajo con las memorias de mi padre, adaptándolas a la escena. Ha cogido el periodo desde que nace hasta el año 1943, que es cuando empieza a trabajar en el cine y empieza un poquito su despegue.

-Todas esas historias imagino que las conocía usted de primera mano, de su propia boca.

-Sí, claro, lógico. Aparte de que leí las memorias varias veces. Incluso ahora, este año, estoy releyéndolas porque acaba de salir otra nueva edición que ha hecho Debate. Pero sí, son cosas que mi padre muchas me las había contado.

-Lo llamativo es todo esto empieza en Avilés, vamos, con un avilesino.

-Claro, es que lo curioso es que en la obra se habla de su abuelo, que era Álvaro Fernández-Heres, que era de Avilés: el abuelo de mi padre era de Avilés. Mi bisabuelo.

-¿Y qué se le perdió a un avilesino en el Madrid de la Restauración?

-Este Fernández-Heres se vino para acá, porque, por lo visto, su familia tenía en Avilés una fundición y él se vino para tratar de vender esos productos en la capital. Y allí ya se quedó; conoció a Carolina y allí se quedó.

-Y Carolina, su bisabuela, ¿era de Madrid?

-Era de Madrid, sí.

-La obra esta de "El hijo de la cómica" más parecía "El nieto de la costurera", ¿no?

-Sí, es que mi padre a su abuela la consideraba muchísimo. Y las memorias en realidad están dedicadas a ella. Hasta el año 1944. Yo quiero recordar que ella murió al año siguiente, la abuela de mi padre. Tres o cuatro meses antes de que mi padre y mi madre se casasen. Y bueno, por eso la adaptación que ha hecho Pepe acaba en esos años. Son los años que vivió su abuela.

-Destaca en la función esa combinación entre de una mujer tan roja –la abuela de su padre– con la suya propia, con la de usted. Más de derechas.

-No conocí a mi bisabuela. A mi abuela sí: yo era su ojito derecho y yo quería muchísimo a mi abuela Carola: mucho mucho. Cuando mi hermana y yo éramos pequeños, ella nos llevaba al cine a ver todas las películas españolas. Y a muchas obras de teatro que se hacían en los años cincuenta para niños –cosa que ahora no se hace–. Antes las compañías de teatro para mayores, los domingos por la mañana, hacían obras de teatro para niños. Eran todos amigos de mi abuela y nos llevaba allí, nos sentaba. Y cuando hacían sorteos y cosas para los niños, hacían trampas y nos daban a nosotros los regalos. Y nos gustaba mucho que nos llevara a mi abuela al teatro.

-No le dio por ser actor a usted nunca, le dio por...

-Explorar otras zonas del arte.

-Representante, coleccionista.

-Sí, el mundo del libro: toda mi vida. Yo empecé a trabajar con Camilo José Cela en una editorial que montó que se llamaba Alfaguara.

-Al principio de Alfaguara.

-Sí, en el principio de Alfaguara. Y yo empecé a trabajar con Camilo entonces. Él me consideraba su sobrino, porque él era muy amigo de mis padres.

-¿Descubrió más a su padre en lo que le leía o era de contar de viva voz?

-Yo he vivido con mi padre mucho. Tuvimos mucha proximidad durante mi infancia y mi juventud. Cuando empecé a tener conocimiento de las cosas, empecé a ver teatros por dentro, por detrás, no desde el patio de butacas, sino por dentro, los estudios de cine, los estudios de doblaje, los de montar las películas. Mi infancia y mi juventud se han desarrollado en estos términos, ¿no? En los teatros, en los cines, en las salas de proyección. Entonces he conocido desde dentro todo lo que era el espectáculo del cine y del teatro y quizá por eso no me animé yo a ser actor, a pesar de que tenía mucha gente que me lo decía, que decía que sí, que tenía que ser actor. Y tengo muchos amigos de mi juventud que han sido actores buenísimos luego. Como Emilio Gutiérrez Caba, o Juan Diego, o toda esa gente de aquella época. Pero no, yo me descanté más bien por las artes plásticas.

-Pero usted ha salido en alguna película.

-Mire, por ejemplo, "El capitán Veneno", que es una película que hizo Sarita Montiel. Ahí trabajo yo: salgo al final. Montando a caballo encima de él, y mi hermana Helena también sale.

-Usted se llama Fernando, como su padre, que se llamaba Fernando, y como su abuelo, que también se llamaba Fernando.

-Aunque yo no lo llegué a conocer.

-Y nunca ejerció de abuelo tampoco.

-No, ni ejerció de abuelo, ni ejerció de padre. Nunca.

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