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Catedrático de Lengua y Literatura

Zaragoza y Rubén Darío en la Hispanidad

La ingente obra de un gran literato en vísperas de la fiesta nacional

He visitado Zaragoza por motivos familiares y patrióticos. En esta gran ciudad, se percibe cómo la esencia de España se ha fraguado aquí y cómo no se puede entender nada de lo que es España en su máxima grandeza sin esta Cesaraugusta multisecular, y que tiene su máximo referente en la Basílica del Pilar, contra la que nada pudieron ni pueden; ni el feroz Napoleón, ni las bombas satánicas que para su destrucción lanzaron los enemigos de España, y que penden de sus paredes arropadas por las banderas de la Hispanidad; ni los que ahora quieren pasar página con laicismo reaccionario y sectario, que desprecia cuanto ignora.

Hispanidad que tiene en Rubén Darío su máximo y más esplendoroso poeta. El autor de "Salutación optimista", de cuya muerte se celebra en este 2016 el primer centenario, es hoy postergado y olvidado por la cultura oficial y políticamente correcta, que desprecia cuanto ignora. Ya él mismo había previsto esta terrible injusticia cuando en su magno poema dedicado a Cervantes, con motivo del tercer centenario -la actual celebración está pasando con más olvido que reconocimiento y, por lo visto, no hay dinero ni para su premio- denunciaba con pasión y enojo:

"¡Ruega generoso, piadoso, orgulloso / ruega casto, puro, celeste, animoso/ por nosotros intercede, suplica por nos / pues casi ya estamos sin savia, sin brote / sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote / sin pies y sin alas, sin Sancho / De tantas tristezas de dolores tantos / de los superhombres de Nietzsche de cantos / áfonos, recetas que firma un doctor / de las epidemias de horribles blasfemias / de las Academias / líbranos, señor".

Rubén Darío celebró la Hispanidad como mejor sabía y podía, con la riqueza más grande que hoy tiene la comunidad hispánica y su mayor título de gloria: la lengua común que es el español, objeto de desprecio y silencio en la misma España que lo vio nacer por parte de los fanatismos fundamentalista y separatista que abomina de todo lo que une a la españoles: la bandera, la unidad territorial y la unidad espiritual del humanismo cristiano, con base en el Evangelio.

La Hispanidad para Rubén Darío es mucho más que una entelequia abstracta perdida en lo noche de los tiempos, es una fuerza vital que se comprende mejor cuanto más se vive. Rubén Darío intuyó de forma poético-profética que el eje del mundo pasaría por los dominios del Norte que impondrían su forma de vivir capitalista y sin alma a toda la América que aún cree en Jesucristo y reza en español, la América de la Hispanidad. Por eso, afirma con la modernidad de su poesía y el rigor de sabio analista:

"Sangre de Hispania fecunda, sólidas e ínclitas razas, muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo (?) abominad la boca que predice desgracias eternas / abominad los ojos que ven solo zodiacos funestos / abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres / o que la tea empuñan o la daga suicida / Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros / ínclitas raza ubérrimas, sangra de Hispania fecunda".

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