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Preocupación de todos

El imprevisible resultado de las elecciones autonómicas catalanas

El próximo día 21, un censo de 5,5 millones de votantes catalanes está convocado a las urnas, esperándose, según las encuestas, una concurrencia por encima de los índices de otras elecciones. Formalmente, la de ahora no debiera sobrepasar el interés ni las alternativas ofrecidas por las diferentes fuerzas políticas, ya que se trata legalmente de una elección autonómica. Pero en esta ocasión la realidad impone su fuerza y los resultados de las urnas van a condicionar el futuro inmediato de Cataluña y del conjunto del país. El escenario no puede ser más preocupante ante un final impredecible por la cantidad de factores sociológicos y políticos que enmascaran la contienda.

Es evidente que se está ante un crucial desafío a la democracia, con tantos problemas construida a partir de 1978. Se vota cuando el orden constitucional sufre el ataque más largo e intenso que el 23-F y más global que el conflicto vasco. Según Ignacio Camacho: "La revuelta independentista de octubre fue un ensayo revolucionario posmoderno, con el nacionalismo y el populismo integrando el ingrediente digital. Todo movimiento de independencia es en si mismo un proceso revolucionario".

El expresidente Puigdemont ya lo ha ratificado desde Bruselas: "No vale ni el Estatuto ni la reforma de la Constitución". El "proces" no es solamente un problema secesionista, es así mismo un ataque a la estructura del Estado y a los principios del sistema democrático.

En estas urnas no se ventilan los problemas normales de los ciudadanos, ni los recortes en sanidad o educación, ni ya aquello de "España nos roba" sustituido por "España nos humilla", a cuentas de las obras de arte de Sijena. Los soberanistas han logrado la movilización separatista con argumentos emocionales y muchas, pero muchas, mentiras. A la gente de ERC, CUP, PDC y Común les resbala la huida de empresas, los fallos del turismo y los vetos. Van con un espíritu mesiánico y de venganza. Ya han adelantado que responderán todo aquello que reformó el artículo 155.

Frente a los soberanistas, están C's y el PP, y cualquiera sabe qué hará el PSC de Iceta. Los constitucionalistas se prepararon tarde. Mariano Rajoy les dejó muy poco tiempo, y han estado muy desamparados, por la escasa y floja política del Gobierno en comunicación para desarmar a los secesionistas. Ya no hay tiempo para tocar a rebato. Se confía en que la llamada mayoría silenciosa incline la balanza hacia la normalidad y que, al menos, frene las tarascadas de las posiciones más radicales.

En cuestión de horas el Gobierno se encontrará ante resultados complejos y contradictorios: Se vuelve a la casilla de salida, con la perspectiva de una nueva aplicación del artículo 155 o que un triunfo constitucionalista pinche el globo del "procés".

El dilema desborda las competencias del mismísimo oráculo de Delfos.

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