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Escritor

Rajoy el trabajador

La reincorporación del expresidente del Gobierno a su puesto como registrador de la propiedad

Al hilo de lo que se ha dicho tantas veces, se me ocurrió pensar que a Mariano Rajoy debe pasarle otro tanto que a su paisano, el que fuera gran escritor Julio Camba, que prefería morirse antes que trabajar. Camba nunca ocultó que la pereza era su vicio y su pasión preferida, de modo que convertir su trabajo en puro ocio constituía el eje central de su vida. Odiaba enfrentarse a cualquier tarea y cuando un día le preguntaron cómo hacía para escribir sus artículos respondió con la ironía y el fino humor que caracterizaban al gran maestro gallego: "Para hacer un artículo yo me encierro por las tardes en un cuarto pequeño con un poco de papel. Allí comienzo a hacer esfuerzos y el artículo sale. Unas veces sale fácil, fluido y abundante, y otras sale duro, difícil y escaso; pero siempre sale".

Camba era así de ocurrente. Solía decir que, aunque el catecismo señala que la pereza es uno de los siete pecados capitales, por lo general todos somos vocacionalmente vagos.

Estoy de acuerdo. Puede que haya excepciones, como en todo, pero la tendencia a la vagancia ya estaba presente en el paraíso de Adán y Eva, antes del desafortunado incidente de la manzana. Así es que no creo que vaguear sea un vicio nefando. Es algo innato que escapa a nuestro control. Algo como ser gordo, bajo o feo de cara, que no son vicios ni mucho menos pecado. De ahí que no entienda ese empeño por negar la vagancia de alguien, por mucho que ese alguien fuera Presidente del Gobierno. No entiendo esos titulares, a toda página, que ponen a Rajoy como persona que ama el trabajo por el hecho de que apenas dos semanas después de cesar en el cargo pidiera el reingreso como registrador de la propiedad. Un puesto del que llevaba ausente más de 28 años y al que acudió, el primer día, llegando una hora tarde. El comienzo de la jornada estaba señalado para las nueve de la mañana y él llegó a las diez y cinco. Cosa que tampoco debe extrañarnos porque Rajoy, lo mismo en el Congreso que en el Senado, fue acusado muchas veces de no comparecer o de hacerlo tarde, mal y a destiempo. Y no me refiero al día de la moción de censura, cuando se ausentó de su escaño y luego se supo que había estado hasta las diez de la noche departiendo en un bar, sino a que unos días antes, en el Senado, el portavoz del PSOE, Ander Gil, llegó a decirle que cualquier trabajador español, con el mismo nivel de absentismo, seguro que ya estaba en la calle, por despido objetivo.

Lo que trato de decir es que no creo que Rajoy haya pedido el reingreso por su afición al trabajo. De hecho, trabajar como funcionario suele ser el ejemplo que ponen siempre los estudiosos de la ociosidad. El funcionario refleja, tal vez de un modo injusto, la imagen tópica de la vagancia. Solemos entenderlo así aunque, como es lógico, hay de todo. Hay funcionarios que trabajan, funcionarios que no trabajan y otros que dicen que van a trabajar. Eso es lo que ha dicho Rajoy. Habrá que ver si cumple o no. De todas maneras, lo que sí es seguro es que cobrará un sueldo que ronda los veinte mil euros al mes.

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