Lo objetual es el centro de la reflexión de los siete artistas seleccionados, menores de treinta y cinco años, en la Muestra de Artes Plásticas 2018 que ahora se presenta en Avilés, según su comisario Luis Feás Cotilla, que escribe en el texto del catalogo que "la cosificación del artístico es una tendencia en alza". Sin embargo, al contemplar estos productos artísticos cabe preguntarse "si en la actual atmósfera de incertidumbre creada por una insurgencia global, el concepto de intervención artísticas en el ámbito cultural parece cada vez más frágil y anacrónico", como señalaba, en 2006, Okwui Enwenzor, recientemente fallecido. En este sentido el comisario nigeriano proponía una revisión del estado del arte contemporáneo y sus inversiones en campos más amplios de recepción y acción. Piénsese, señala Iván de la Nuez, que "antes fueron las cosas; hoy las causas", pero sea pintura, dibujos, escultura, grabado, fotografía o vídeo, habrá que buscar detrás de cada objeto, e imagen, desenmascarar un presente lleno de ansiedades, repensar el papel del artista en la enunciación de un discurso de reajustes históricos y proyectos de futuro, aunque sea, en principio, a muy pequeña escala, sea material o inmaterial, pero visibilizando los actuales códigos políticos, económicos, sociales que creíamos arrasados por el vendaval de la historia y regresan soplados por la indiferencia, llámese racismos, xenofobia o antifeminismo.
En este sentido la propuesta de Sabela Prendes (Candás, Carreño, 2002) que desarrolla su trabajo en Instagram con el hashtag #radfemart, comprometida con lo feminista y el colectivo LGTB, integra dibujos y frases simples pero de enorme eficacia, contando, actualmente, con más de treinta mil seguidores. Preocupada por el cuerpo y la moda, las vanitas y las transformaciones, la naturaleza y el organismo, Ana Pérez Valdés (Tineo, 1985) transita desde el vídeo al dibujo y la pintura, sirviéndose de diferentes narrativas en sus discursos. Preocupada por la educación artística Andrea Rubio Fernández (Mieres, 1990) presenta una serie de esculturas, con la boca abierta y la nariz tapada por una pinza, una especie de "trágalas" con los que trata de denunciar la imposición como método de enseñanza y como el aprendizaje sin compromiso nos anestesia la sensibilidad.
La pintura, esa última salida de la que hablaba Thomas Lawson, a ese impulso, a esa permanencia, regresa Nerea S. Lorences (Puerto de Somiedo, 1983) abandonando en esta ocasión prácticas performativas y centrándose en la naturaleza. Manuel García Fernández (Oviedo, 1994) más expresionista y matérico, denso y barroquizante, sus anotaciones figurativas -cabezas, flores, jarrones- permiten diferentes lecturas de la territorialidad pictórica.
Juan Falcón (Oviedo, 1985) indaga en escombreras buscando residuos, lo desechable, que en un proceso de apropiación se transforman en piezas con ecos históricos povera o minimalistas, que sobreviven en una realidad analógica y en una recreación digital en 3D, consciente de la sobresaturación de imágenes, se sirve de piezas ya usadas para realizar nuevas creaciones y transmitir nueva información. Por último Tania Blanco (Muros de Nalón, 1987) Premio Asturias Joven de Artes Plásticas que realizó su primera exposición en Valey Centro Cultural de Castrillón en 2012, ha logrado un gran dominio de las técnicas de estampación, favoreciendo texturas y universos propios, como este caso que mediante cuatro monotipos de gran formato, despliega o se contrae, según se mire, un folio en blanco, una especie de "Big Bang" de una incuestionable potencia plástica.
El próximo año se cumple la trigésima edición de un programa que tanto le debe a María José Baragaño, que ha tenido continuidad y acierto en los planteamientos, necesario, que supone todo un aliciente y apoyo a los jóvenes creadores, pero que tal vez necesite una reflexión sobre el formato, para renovarse, adaptarse a nuevos tiempos y poder celebrar su sexagésima edición.
