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¡Cómo hemos cambiado!

La nueva actitud de quienes apoyaron a Natalio Grueso en el Niemeyer

En 2008, se puso la primera piedra del Centro Internacional Cultural Oscar Niemeyer. Aunque en Avilés llevábamos una buena temporada recibiendo propaganda de todo lo que este centro iba a suponer para nuestra villa.

Las obras duraron hasta 2011 y el 23 de marzo fue la solemne inauguración del centro, con Woody Allen como protagonista. A partir de ese día, fue el apoteosis. Avilés estaba volcada con el centro, éramos el centro cultural del planeta y de la galaxia; con Brad Pitt, Carlos Saura, Jessica Lange y Kevin Spacey... nuestra villa entraba en la élite cultural, en el llamado C7, junto con la Biblioteca de Alejandría, el Centro Pompidou y la Ópera de Sidney.

En aquellos momentos, varias personas comenzamos a ser críticas con todo este despropósito. Pensábamos que esto era Avilés, no Nueva York; nos preguntábamos de donde salía el dinero para todo esto, nos preocupábamos porque veíamos que todo el futuro de Avilés quedaba supeditado a este centro cultural. Parecía que, sin el Niemeyer, nuestra villa no tenía presente y no iba a tener futuro.

Todo, absolutamente todo el personal político de nuestra ciudad sin excepción, rivalizaba para estar en primera línea en los actos del Niemeyer. Incluso salir en una foto con Natalio Grueso estaba más cotizado que fotografiarse hoy en día con Leo Messi, pero...

Ese mismo año de 2011, el Gobierno del Principado cambia de color y el nuevo gabinete de Foro Asturias comienza a investigar la gestión del centro. Polémicas, líos, denuncias... El consejero Vallaure entra en el centro como un elefante en una chatarrería y, en diciembre de 2011, el Niemeyer cierra de repente sus puertas, volviendo a abrir al mes siguiente con una nueva dirección.

Cuando sucedió esto, comentamos que ya lo veíamos venir. Pero éramos minoría. La mayor parte de la ciudadanía avilesina, espoleada por todos los grupos políticos del Ayuntamiento, inició una campaña de defensa del centro y de su primera cabeza visible, Natalio Grueso. Natalio era prácticamente dios, ni una sola mención crítica a su gestión. Ser crítico con él suponía querer destruir nuestra villa, nuestra cultura, todo. Se repartían aquellas famosas pegatinas de "Yo apoyo al Centro Niemeyer" para poner en escaparates de bares y comercios. Aquel negocio que no la ponía pasaba a ser enemigo de Avilés, de Asturias, del mundo.

Pero los años transcurren, sabemos lo que ha pasado y estos días nos encontramos viendo el juicio contra los admirados héroes de nuestra villa, nos encontramos viendo cómo los grupos políticos del Ayuntamiento de Avilés critican la labor y la gestión de aquella fundación de la que fueron miembros y a la que, mientras se llevó a cabo la intervención del Principado, tanto defendieron.

Todavía recordamos imágenes de aquella famosa manifestación de octubre de 2011 en la que salían políticas y políticos locales y regionales apoyando lo que hoy tanto critican.

¡Cómo hemos cambiado!

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