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Saúl Fernández

CRÍTICA / TEATRO

Saúl Fernández

El encierro del presente

Espido Freire de normal es escritora. Desde hace la tira. Con veintitantos se hizo con el premio "Planeta": la más joven de la historia. De un tiempo acá, sin embargo, se ha transformado en actriz. Lo ha hecho de la mano de la "troupe" de escritores que dirige Fernando Marías y que se hacen llamar "Hijos de Mary Shelley", por aquello de la noche a orillas del lago Leman, en aquel año sin verano en que nacieron vampiros y criaturas encendidas con electricidad y rayos, relámpagos y centellas.

El sábado pasado estrenó en Avilés, en la última jornada de la novena edición del Festival Celsius 232 de literatura fantástica, de ciencia ficción y terror, su monólogo "El reloj detenido". Lo hizo en un escenario singular: la sala de conferencias de la Casa de Cultura de Avilés. La representación fue exigente para los lectores-espectadores. Espido Freire enmascarillada, sentada a la mesa de conferencias, micrófono en ristre. Y sólo sus palabras y su tono de lago que se mece entre montañas.

Ella (o alguien que dice que es ella), el encierro pandémico, la carga del pasado, infancia agotada en Gandarío. Y, luego, el porvenir. El encierro y las horas de madrugada. "El reloj detenido"

"Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral". Así comienza Peter Brook su ensayo más popular, el que defiende el hecho escénico destilado. Y más destilado que el del sábado por la tarde...

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